Chile: «No hay posibilidad de terminar con la dictadura de Piñera si no es en la calle” | Blog | teleSUR
21 agosto 2020
Chile: «No hay posibilidad de terminar con la dictadura de Piñera si no es en la calle”

Marcelo Oses es un inteligente comunicador popular, sabe apuntar, con lenguaje sencillo, al oído de quienes vienen rebelándose contra el Gobierno fascistoide de Sebastián Piñera. No en vano, Marcelo es uno de los fundadores de ese extraordinario medio denominado Radio Plaza de la Dignidad, que acompañó con su música y sus arengas las más duras movidas multitudinarias en la plaza del mismo nombre. Con él hablamos de la rebeldía mapuche y de los preparativos para la recuperación de las calles de Chile en los meses venideros, precisamente cuando se cumpla un año de la revuelta que estremeció el tablero político del país.

Chile: «No hay posibilidad de terminar con la dictadura de Piñera si no es en la calle”

- Es indudable que el pueblo mapuche está llevando a cabo una lucha importante contra el Estado opresor chileno que cada vez muestra más su perfil racista. ¿Cómo se ve esta pelea desde quienes como vos son partícipes de la revuelta chilena contra el Gobierno de Piñera?

- El momento actual del movimiento mapuche es crítico en el sentido de que después de iniciarse la revuelta de octubre las comunidades mapuches en resistencia, en general tomaron una opción de cierta distancia respecto de lo que ocurría en el resto de los territorios chilenos. En una actitud contemplativa de la situación. Conversamos con varios dirigentes mapuche considerando que la demanda histórica, la simbología, los aspectos culturales, la exigencia de autonomía de la nacionalidad mapuche era uno de los centros de la revuelta de Chile. Y ellos lo observaron con la idea en general de que la liberación del pueblo chileno es parte de la liberación del pueblo mapuche, pero con distancia de las concepciones que tiene hoy. Eso es importante para entender lo que pasa actualmente. La huelga de hambre, las liberaciones de los presos políticos que están en diferentes cárceles del sur. Esa lucha entronca necesariamente con demandas históricas. No es un hecho aislado, no es que el Machi Celestino quiere regresar a su rewe por una ceremonia, sino que tiene que ver con la lucha profunda por la recuperación de tierras y principalmente por la autonomía política, popular y económica. Ellos están peleando por eso ya hace mucho tiempo y hoy adquiere un perfil muy claro.

- Por otro lado se da esa impronta de la reaparición en escena de sectores racistas como los que actuaron en Curacautín y La Victoria.

- Así es, ocurrió este ataque facistoide de grupos paramilitares que atacaron a las familias mapuches, con niños y mujeres, que estaban ocupando diferentes municipalidades al sur en el Wallmapu en apoyo a la huelga de hambre de los presos. Fueron violentamente desalojados al amparo de la policía de la municipalidad, del Estado. Se organizaron de una manera como bandas literalmente paramilitares, con convocatorias, con el uso de armamentos, desde armas blancas a otras de fuego. Lograron irrumpir en lugares donde las comunidades mapuches no tienen tanta fuerza, como es en la ciudad. Sacaron a las personas violentamente, la policía encubrió esta acción central, se llevó detenidos a las personas mapuche y no a los agresores, en este caso. ¿Qué ocurre con esta situación? Es que el eje de la demanda era la libertad de los presos políticos mapuche. Pero ahora este escenario es una lucha contra el racismo, contra un Estado que usa todos los mecanismos posibles para que los mapuche no tengan una expresión política. Eso resitúa las cuestiones porque hoy día la solidaridad con el pueblo chileno está creciendo, lenta pero crecientemente, pero es por la demanda profunda del pueblo mapuche y no solo por la huelga de hambre y la libertad.

– Llamaba la atención durante las grandes manifestaciones de la revuelta, antes de la pandemia, ver tantas banderas mapuche en Santiago y otras ciudades.

- Eso es un cambio importante, nos preguntamos todos cuando levantamos banderas y consignas de la cultura mapuche, esto no se puede convertir en un adorno de nuestras manifestaciones. Es decir, el simbolismo mapuche tiene que incorporarse a la lucha popular en toda su complejidad. Eso va necesariamente obligando al tema de fondo, que es que el pueblo mapuche es distinto del pueblo chileno. Y eso implica una reestructuración de los territorios y del Estado Wallmapu. Hay un territorio que necesita ser administrado por el pueblo mapuche. Distinto de como lo hace el estado chileno. Eso se pone en el centro. Las hordas fascistas las vuelven a resituar a tal punto que una de sus consignas es que «Mapuche es un invento de la izquierda». Vuelven a la idea arcaica de que son chilenos, que sus ancestros fueron araucanos pero hoy día no tienen necesidad ni les corresponden tener identidad propia ni autonomía. Esto no lo veíamos desde hace mucho tiempo. Ahora aparecen públicamente, son nuevos actores, como el tradicional y golpista del gremio del transporte de carga, que fue uno de los grandes impulsores del boicot y del golpe de estado de Pinochet.

- Camioneros que se han ofrecido a “limpiar” las rutas de piketes golpeando a los mapuche.

- Claro, esos mismos han tenido toda la tribuna para lanzar sus mensajes antimapuche. Días atrás se reunieron en la Moneda, fueron recibidos por el ministro del interior, dieron conferencias de prensa a la salida de allí, con la complicidad de la prensa canalla que les da la cobertura y simplemente presentaron sus ultimátums. Además, Piñera acaba de enviar el proyecto de endurecer las penas contra quienes atenten contra el transporte. Su reclamo principal es la quema de camiones en el territorio mapuche. Por supuesto se produce este conflicto enorme porque arrastra al conjunto de trabajadores del gremio. Ellos hablan de los camioneros como si fuera el chofer, pero son los dueños de las empresas de transporte. Lamentablemente, los trabajadores del gremio han sido históricamente muy proclives al patrón. Es uno de los gremios que acepta la política de las patronales. Entonces, han fortalecido esa idea de la autodefensa fascista, hasta lanzaron un ultimátum que si el gobierno no era capaz de defenderlos, ellos lo iban a hacer por propia mano. Entonces, el gobierno cuenta con apoyo activo de las empresas extractivistas, incluyendo el gremio de transporte, porque las empresas de transporte trabajan para los extractivistas y además en última instancia son los mismos dueños. Pero la lucha contra las empresas extractivistas, forestales y mineras en la zona del Wallmapu, es el centro de la pelea. Los mapuche practican lucha directa y radical contra estas empresas extractivistas, forestales y mineras principalmente. Esa es la perspectiva estratégica de este pueblo que cada vez va teniendo más cohesión entre la lucha política como la entendemos hoy contra el capitalismo, y por otro lado, las tradiciones de organización política religiosa, espiritual del pueblo mapuche.

- Visto esto que ocurre en el sur, cómo está la lucha de ustedes. Me refiero a la revuelta. ¿Cómo podemos imaginarnos que va a ser esta lucha cuando se abra al puerta de la mal llamada «nueva normalidad», a pesar de que durante esta cuarentena hubo expresiones claras de rebeldía, cacerolas y demás broncas?

-Es algo que nadie tiene claro. Como se va a expresar nuevamente el pueblo frente a un escenario muy complejo, con una crisis económica, social y política en alguna medida. Nosotros somos partidarios de esta revuelta continua. Esperamos que sea rápidamente ocupando los espacios públicos que tuvimos durante varios meses. Eso es lo que quisiéramos. Pero principalmente, esta es la experiencia que surge en el último período, con grados de organización superior que los que tuvimos en los últimos meses de 2019. Es decir, logramos estructurar cierta coordinación como la que se estuvieron haciendo ahora en lo territorial, a partir de las ollas comunes, las asambleas, etc. Pero estas instancias que se van creando pueden ir teniendo un real poder de articulación, de discusión del proyecto político y social que queremos, de acción. Esas son las aspiraciones principales. Tenemos la necesidad de organización social y política, en un nivel superior al de los últimos meses. La primera necesidad debe ser esa, la segunda es visualizar de qué manera vamos a ir retomando la movilización popular en los centros de la ciudad y también en las demás poblaciones. No están muy claro el ritmo y la dinámica, veíamos hace unos días atrás, una encuestadora de derecha que arrojaba que el 81 por ciento de los encuestado cree que las manifestaciones iban a volver igual o más potentes. Más del 70 por ciento de esos encuestados cree que las movilizaciones son importantes para algún cambio. Y el dato, más difícil de entender por el sistema político, es que el 39 por ciento de las personas encuestadas cree que no hay posibilidades de cambio sin violencia en las manifestaciones. Entonces, hay una sensación de que esto va a explotar. Nadie lo sabe. Tengo la impresión de que sea o no una opción, lo importante es que se dée un proceso que arrastre grados de organización mayor, que sea sólido, dinámico. No importa que partamos sin grandes fenómenos de las manifestaciones, no tenemos que salir a quemar todo en primer momento. Pero sí es importante que salgamos de manera consistente, que volvamos a poner ese grado de temor a la casta política. El pueblo puede producir cambios. Se cruza con los cambios de noviembre que fue tirar el salvavidas entre el gobierno y la oposición, que produjeron una salida institucional, con un plebiscito para cambiar la constitución nacional, esto está en el escenario, porque ese primer hito que es el plebiscito se dará el 25 de octubre y el 18 tenemos la celebración de la revuelta. Todo en el mismo mes.

- Hay quienes dicen que votando o no votando el plebiscito la lucha no parará, ¿cómo lo ves?

- ¿Qué ocurre? Está la disputa, sigue la disputa. Los que creen que esa salida permitiría un proceso democrático, cambiando la Constitución, porque cambiaría las instituciones, entonces es precisamente ahí donde se va dando un grado mayor de entendimiento. ¿Quiénes van a manejar los hilos de ese proceso? Son los mismos de siempre. Porque legalmente se instaló un proceso en el que ganan los partidos políticos legalizados, es decir, la derecha y la Concertación. No hay posibilidades de que otras fuerzas sociales y políticas se incorporen. Por un lado, tenemos un plebiscito que va a llamar a una institución sin dientes, sin poder, sin autoridad para provocar el cambio constitucional que necesitamos. Después tenemos que quienes van a participar con esas cartas marcadas son ellos mismos, no hay posibilidad de que el pueblo a través de sus organizaciones pueda tener espacios allí. Todo este proceso institucional se da en el medio de la reactivación. ¿Qué es más importante, darle estabilidad al proceso para que se inicie con este plebiscito o erosionar el sistema político desde las calles? Nosotros, por supuesto, estamos por la segunda opción. No hay posibilidad de terminar con esta dictadura neoliberal si no es en la calle. El programa de la revuelta está vigente, partiendo por la salida de Piñera. Sin ambigüedades: la salida de Piñera. Además, la instalación en los territorios, como muchos ideólogos de este proceso sostienen, el inicio de un proceso territorial al margen de este proceso institucional legítimo. Este proceso constituyente para lograr una asamblea real, libre y soberana, y por supuesto, la libertad inmediata de todas y todos los presos y presas de la revuelta y los mapuche, el establecimiento de la verdad y justicia de la violación de todos los derechos humanos de este último año, desde la revuelta en adelante, la reestructuración de los poderes que han estado al servicio de la burguesía, es decir los tribunales de justicia que han sido unos canallas en esto, y qué decir de la policía tanto carabineros como investigaciones y el ejército, las fuerzas armadas. Todas esas tareas de la revuelta que están en el centro de este proceso constitucional que están iniciando, nos pasa por al lado. Nosotros estamos enfocados en estas tareas y en este programa que nos parece más importante. Entonces, mediremos las fuerzas en octubre, desde las calles. Quienes quieran el 18 de octubre hacer sus cierres de actos de campaña, y los que vamos a estar empujando la movilización popular, por la salida del dictador y las demandas que estamos planteando. Y eso es un debate relativamente teórico, porque las movilizaciones reales en la calle han quedado, por la pandemia, muy disminuidas, más allá de lo que hemos hecho en varias oportunidades en julio, tuvimos muchas movilizaciones populares, pero no han llegado a un nivel que ponga en cuestión al gobierno. Estamos recién saliendo, se están abriendo las puertas del confinamiento. Nos dicen «ya pueden salir» y los llamados empiezan a surgir instantáneamente y se cruzan con este conflicto hacia dónde vamos a ir. Si buscar la calle para los cambios profundos o si se van a imponer los que pujan por el cambio del proceso institucional.


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Perfil del Bloguero
Periodista argentino en medios de prensa escrita y digital, radio y TV. Escritor de varios libros de temas de política internacional. Director del periódico Resumen Latinoamericano. Coordinador de Cátedras Bolivarianas, ámbito de reflexión y debate sobre América Latina y el Tercer Mundo.
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