Colombia: golpe de Estado en un contexto global cambiante y volátil

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Foto: EFE/Archivo


Por: Oto Higuita

11 de octubre de 2024 Hora: 01:52

Está en camino un devastador ataque con todos los medios disponibles, sea golpe de Estado o magnicidio, para poner fin al gobierno potencia mundial de la vida, que ha obtenido importantes logros a pesar del asedio a que está sometido.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha llamado a los movimientos y organizaciones populares que lo eligieron presidente a reunirse en asambleas permanentes para enfrentar el golpe de Estado en curso. Golpe que se da en un contexto de un mundo cambiante y demasiádo volátil.

El llamado al constituyente primario, ha recibido el respaldo de amplios sectores populares, de los pueblos del continente y de algunas naciones del mundo.

El golpe de Estado que camina en Colombia, tiene su origen en una decisión que tomó un grupo de testaferros del narcotráfico y sirvientes de la oligarquía, infiltrados en el Consejo Nacional Electoral, CNE, para formular cargos y abrirle una investigación por violar el tope de financiación de la campaña presidencial. Lo que busca la narcoligarquía con dicho desafuero, es someter al presidente a un juicio político y destituirlo.

El lawfare contra el jefe de Estado coincide con un momento y un contexto en que una gran parte de la humanidad asiste silenciosa (cómplice) y paralizada ante un genocidio, limpieza étnica e invasión del Estado sionista israelí y su principal benefactor, el imperialismo norteamericano, contra el pueblo palestino, libanes, sirio, yemení, iraní e iraquí. Genocidio que arrastra a la humanidad hacia una guerra de consecuencias impredecibles para la vida en el planeta.

Está en camino un devastador ataque con todos los medios disponibles, sea golpe de Estado o magnicidio, para poner fin al gobierno potencia mundial de la vida, que ha obtenido importantes logros a pesar del asedio a que está sometido.

Sin embargo, el carácter popular del primer gobierno no oligárquico en la historia del país, le otorga legitimidad al presidente para hacer uso de su autoridad y liderazgo para convocar al pueblo y las organizaciones sociales que lo eligieron, a declararse en asamblea permanente en todos los rincones de la patria, dispuestos a la movilización y defensa de su mandato.

No obstante, a pesar de que el gobierno colombiano ha tomado decisiones en materia de política exterior consecuentes con su visión de cambio, como la denuncia del genocidio contra el pueblo palestino, romper relaciones diplomáticas con el Estado sionista del verdugo de Tel Aviv Benjamín Nethanyahu, llamar a detener el genocidio y extenderle la mano amiga al gobierno palestino; en otros temas de política exterior; el gobierno se ha equivocado, asumiendo posturas inconsecuentes.

Un ejemplo de ello es la postura que asumió sobre Venezuela ante los ataques contra el gobierno y el presidente venezolano, Nicolás Maduro.  

El pueblo colombiano es consciente que si destituyen a su presidente, como hicieron con Pedro Castillo en Perú, con Evo Morales en Bolivia, con Inácio Lula y Dilma Rouseff en Brasil; como ha venido haciendo el imperialismo con los presidentes demócratas o de izquierda que se propongan cambiar el fracasado modelo económico; restablecer la soberanía e independencia nacional y desligarla de la influencia norteamericana; o acabar el saqueo de las riquezas que perpetran las empresas multinacionales en el continente; es porque las oligarquías y el imperialismo, así lo han decidido.

No es consecuente que un gobierno que surgió de la lucha popular y quiere el cambio, niegue su mano solidaria y deje solos los procesos de independencia y soberanía que resisten en el continente.

Antes de que el CNE venezolano confirmara que Nicolás Maduro había ganado las elecciones, la oposición y los yanquis desconocieron los resultados y se lanzaron al ataque con guarimbas fascistas, a asesinar chavistas, destruir y generar terror, con el propósito de desestabilizar el país y buscar apoyo de la derecha global para derrocar por la fuerza a Maduro.

Ante los ataques permanentes, el pueblo venezolano ha demostrado firmeza, convicción, y conciencia de unidad y lucha movilizándose masivamente en todo el país para defender su presidente y gobierno, derrotando una vez más a la oligarquía decadente y golpista y al imperialismo norteamericano. Venezuela enfrenta, practicamente, el mismo ataque que está enfrentando el gobierno del presidente Gustavo Petro.    

Al gobierno colombiano le quedan dos años para corregir el rumbo y encausar, con la mayor voluntad política, un acuerdo de paz total; así mismo, abrir el camino hacia la soberanía nacional e independencia en el contexto de un mundo cambiante y volátil, al borde de una guerra y en medio de un genocidio sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

Si no es en este gobierno progresista y de izquierda, será tarea del próximo asumir estas dos grandes responsabilidades históricas con la nación colombiana.

El fascismo ya ha sido derrotado una vez y hay que prepararse para derrotarlo de nuevo, pues es la única posibilidad de que la vida digna y la paz reinen sobre la tierra.

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