Bolivia y el Litio: La guerra oculta por el control del «Oro Blanco»
Las reservas de litio boliviano se estiman en 23 millones de toneladas y representan cerca del 47% de las reservas mundiales, según datos de 2023. Foto: EFE
6 de febrero de 2025 Hora: 14:28
La disputa por el litio boliviano refleja un complejo enfrentamiento geopolítico que impacta en América Latina, particularmente en el control de recursos estratégicos.
En el corazón de Los Andes, Bolivia alberga una de las reservas de litio más codiciadas del planeta. Este recurso, clave para la transición energética global, es el epicentro de una pugna geopolítica que promueve Estados Unidos.
Mientras el gobierno boliviano avanza en alianzas con empresas rusas y chinas para industrializar su litio, una red de oposición interna, infiltraciones en instituciones estatales y presiones externas revelan una estrategia orquestada desde Washington para lograr controlar este mineral estratégico. Expertos denuncian que, detrás de este escenario, se esconde la mano del Comando Sur de EE.UU. y sus aliados, empeñados en frenar la influencia china en la región.
No es casualidad que el Comando Sur de EE.UU. venga intensificando su interés en América Latina. Laura Richardson, exjefa de este organismo, admitió en 2023 la preocupación por el avance chino: «22 de los 31 países de la zona se han adherido a la iniciativa ‘Belt and Road’. Tenemos que estar presentes en licitaciones y contratos». Esta declaración expone la prioridad clara de contrarrestar la expansión económica china en la región, especialmente en sectores críticos como el litio. Para Bolivia, esto se traduce en presiones para evitar acuerdos con Beijing y Moscú.
Según analistas locales, la resistencia a los contratos con empresas chinas y rusas en Potosí, región clave de los salares bolivianos, levantan sospechas. Entrevistado por teleSUR, Samuel Montaño, experto en estrategia militar, señala la incongruencia: «Es extraño que sectores opositores y cívicos de Potosí rechacen estos proyectos, pero no cuestionen a transnacionales estadounidenses que ya operan en Chile y Argentina». Montaño vincula esta dinámica con una campaña regional: «En Chile se promovió la participación europea en el litio para desplazar a China. Aquí se repite el guion».
Además, la proximidad de las elecciones de 2025 agudiza el panorama. Montaño destaca el ascenso del coreano-evangélico Chi Hyun Chung, promovido desde el exterior: «Corea del Sur actúa como palo blanco. Chung tiene apoyo en EE.UU. y podría formar una bancada proestadounidense».
Infiltración en YLB: la Universidad de Duke y el Comando Sur
La empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) no escapa a la injerencia. Hugo Moldiz, analista político, denuncia que «la Universidad de Duke, a través de Kathryn Ledebur —vinculada al Comando Sur— infiltró a personas en YLB para retrasar contratos con China y Rusia». Según Moldiz, estos actores frenaron por dos años los acuerdos hasta su remoción en 2023. Se trata de un modus operandi para sabotear desde dentro la industrialización soberana del litio.
El multimillonario Elon Musk no es ajeno al juego. En 2022, ofreció «ayudar a Bolivia a extraer litio», pero su propuesta fue rechazada por condicionar la soberanía. A ello se suma Marcelo Claure, magnate boliviano-estadounidense, quien —según Moldiz— busca «controlar el litio patrocinando una fórmula de derecha para 2025». Claure, dueño del club de fútbol Bolívar y exCEO de SoftBank, personifica los intereses supranacionales que operan en la sombra.
Pese a los obstáculos, Bolivia firmó en noviembre de 2024 un contrato histórico con la china CBC Investment (subsidiaria de CATL, líder en baterías) para construir plantas de carbonato de litio con una inversión de $1.030 millones. El presidente Luis Arce resaltó en su momento: «Negociamos con los más grandes». A esto se suma el acuerdo con la rusa Uranium One Group (de ROSATOM), consolidando al país como actor en la cadena global del litio.
Sin embargo, la oposición en la Asamblea Legislativa —controlada por sectores críticos al gobierno— paraliza ambos proyectos. Legisladores y líderes cívicos de Potosí, pese a la potencial generación de empleo y divisas, insisten en bloquear los acuerdos bajo argumentos de «inconstitucionalidad», un discurso que expertos vinculan a lobbies externos.
La batalla por el litio boliviano trasciende lo económico, y se convierte es un pulso entre modelos. Mientras el gobierno de Luis Arce apuesta por alianzas con China y Rusia para industrializar el recurso sin ceder control, EE.UU. y sus aliados despliegan tácticas de desestabilización, desde infiltraciones hasta promoción de candidatos afines. En juego está el derecho de Bolivia a decidir sobre sus recursos. Como advierte Moldiz: «Detrás hay intereses que no quieren que nada cambie».
Entre el boom eléctrico y la volatilidad del mercado
Bolivia es el gigante indiscutible del litio a nivel global: con 23 millones de toneladas concentradas en su salar de Uyuni, controla el 47% de las reservas mundiales, según datos de 2023. Le siguen Argentina (17 millones de toneladas, 35%) y Chile (9,3 millones, 19%), conformando un estratégico «Triángulo del Litio» que abarca los salares de Uyuni (Bolivia), Hombre Muerto (Argentina) y Atacama (Chile). Juntos, estos tres países albergan más del 70% del recurso planetario, un dato clave para entender por qué esta región se convirtió en un tablero de disputas geopolíticas.
En este escenario, el precio del carbonato de litio viene variando durante la última década: de $5.000 por tonelada en 2010 escaló a un pico histórico de $80.000 en 2022, impulsado por el boom global de vehículos eléctricos, que quintuplicaron sus ventas entre 2020 y 2022. Sin embargo, en 2023 se desplomó un 71% hasta $23.000, según datos de BloombergNEF. La causa: el frenazo en China, donde las ventas de coches eléctricos cayeron por primera vez en una década debido a la saturación del mercado y recortes de subsidios.
Bolivia, dueña del litio global, se encuentra atrapada entre dos fuerzas titánicas: su potencial y la volatilidad de un mercado hipersensible a los vaivenes geopolíticos. Mientras el país avanza en alianzas con China y Rusia para industrializar su litio —buscando blindarse contra la injerencia de EE.UU.—, el desplome del precio en 2023 expone también su vulnerabilidad. En este tablero, Bolivia juega con ventaja material, aunque su desafío no es solo extraer el «oro blanco», sino evitar que su riqueza se evapore en medio de la tormenta entre gigantes.
Autor: teleSUR - Daniel Ruiz Bracamonte
Fuente: @FreddyteleSUR - USGS - Banco Mundial - Bloomberg - NEF.