Testimonios recientes de personas vinculadas a la investigación sugieren la posible participación de grupos de delincuencia organizada.

La Fiscalía ecuatoriana continúa su investigación sobre el asesinato de cuatro menores en la provincia de Guayaquil, un caso que llevó a la detención de 16 militares bajo cargos de desaparición forzada. 

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Un presunto testigo, identificado por la prensa local como “Luis T.”, señaló al medio Primicias que el pasado  8 de diciembre, alrededor de las 10h40, ofreció su teléfono a los menores para que se comunicaran con sus familiares después de haber sido liberados por las fuerzas militares en el cantón de Taura. 

Según Luis Arroyo, padre de dos de los menores, su hijo Ismael, de 15 años, le pidió que los rescatara a «todos». Además de Ismael, estaban presentes su hermano de 14 años, Steven Medina, de 11 años, y Nehemías Arboleda, de 15 años.

Luis Arroyo mencionó que el hombre que les prestó el teléfono cortó la comunicación tras unos minutos y alertó que tenía solo una hora para llegar al lugar, ya que “la mafia” podría llevarse a los adolescentes. 

Luis se encontraba a unos 70 minutos de distancia en vehículo, lo que generó dudas sobre la sinceridad de la situación. A pesar de esto, el testimonio de Luis es vital para la Fiscalía, permitiendo localizar a otros testigos que ayudaron a encontrar los cuerpos de los menores el 24 de diciembre.

Otro testigo, identificado como “Luigi V.”, informó a las autoridades que el día de la desaparición se encontraba en un bar junto a miembros de un presunto grupo delictivo. En su relato, vio a varios hombres en moto, incluido uno conocido como “Ofelio”, que se llevaron a los menores en una lancha hacia un manglar. 

En su relato, el testigo también mencionó que el 9 de diciembre, un individuo apodado “Momo” dio la orden de quemar los cuerpos, con otros involucrados en el crimen, como “Ñato”, “Ruco”, y un hombre llamado “Danny”, quien era el conductor de la embarcación.

“Luigi V.” indicó no haber podido ver si los menores tenían lesiones, pero pudo notar que eran delgados y estaban vestidos. 

La defensa de los militares está intentando utilizar estos testimonios como recursos para argumentar que no participaron en el asesinato de los jóvenes y desvicunlarse de los grupos de delincuencia organizada, los familiares de los menores siguen luchado para que el actuar de los uniformados no quede impune. 

De acuerdo con la Fiscalía, aunque los testimonios de ambos testigos deberán ser corroborados, tienen «peso jurídico, correlación y cierto nivel de credibilidad», lo que podría ser relevante para avanzar en la investigación y determinar las responsabilidades en este caso tan impactante y trágico que involucra a funcionarios ecuatorianos.

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