“El teatro, el mar y la montaña”
La reconocida Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, es uno de los más trascendentales eventos comunitarios de Cuba. Foto https: desde este lado de la isla.
14 de noviembre de 2024 Hora: 05:04
Más de un centenar de poblados fueron recorridos en el 2024 por la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, con la trigésimo cuarta edición que durante 35 días llevaron sus creaciones escénicas hasta el extremo más oriental de Cuba.
Justamente en la misma zona que por estos días aparece en las noticias y redes sociales, como consecuencia del dantesco desastre provocado por el Huracán Oscar. Nunca como ahora, ofrecer apoyo espiritual a las familias damnificadas por el ciclón, se hace más necesario con la presencia artística. Afortunadamente los grupos de artistas se han sumado desde los días iniciales, junto a las brigadas de rescate humano y recuperación socioeconómica.
Pero es que la región más oriental de Cuba, cuya zona montañosa abarca el 76 % del territorio, donde se localiza el Macizo Sagua – Baracoa, tiene una profunda tradición en tal sentido. ¿Cómo si no a través del arte, esa forma de lo divino, puede revelarse en medio del caos, lo extraordinario que cada cual lleva dentro?.
Treinta y cuatro años loma arriba
La reconocida Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, es uno de los más trascendentales eventos comunitarios de Cuba, que acontece desde hace 34 años como propuesta cultural y recreativa en los asentamientos poblacionales del Programa de Desarrollo Integral del “Plan Turquino”.
Nueve de los diez municipios más orientales de Cuba, ubicados en zonas de difícil acceso, forman parte de diversos proyectos, cuyo mayor reto radica en potenciar la economía y un desarrollo integral, en aras de lograr la permanencia de los serranos en su entorno.
Esos proyectos se ejecutan en la zona del ‘Plan Turquino’ en Guantánamo, habitado por poco más de 205 mil habitantes; o sea, alrededor de un 40 % de todos los residentes en la más oriental de las provincias cubanas.
Así lo define su líder: “La Cruzada Teatral Guantánamo Baracoa: es un canto de libertad que solo los misterios del teatro pueden develar. Es la escuela grande que nos forjó en la ética y nos permitió crecer como artistas, que fomentó un pensamiento de cubanía y compromiso con lo mejor de la humanidad en formidable intercambio de saberes”. Así se expresó el director teatral Juan González Fiffe, que lidera junto a un colectivo de artistas la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, “Premio Nacional de Cultura Comunitaria”.
A propósito, la reconocida escritora cubana Marilyn Bobes, resaltó cómo desde principios de la década de los noventa y cada 28 de enero (natalicio del prócer cubano José Martí), teatristas, músicos, actrices y actores parten desde la comodidad urbana, hacia las serranías de la más oriental de las provincias cubanas, en un gesto de consecuente humanismo.}
“El objetivo de estas cruzadas es incidir en el gusto estético, capacidad de apreciación y creación artística de los pobladores de la montaña quienes se sienten reconocidos y esperan con ansiedad el mes de enero cada año para recibir a quienes, en gesto altruista, vienen a compartir con ellos y convivir en condiciones a veces adversas”, señaló la literata.
A los municipios de la serranía llegan los títeres, los músicos, las actrices y los actores que llenan de felicidad especialmente a los niños, quienes tienen la oportunidad de acceder desde edades tempranas a manifestaciones que de otro modo no pudieran tener el privilegio de presenciar. Entre el público, siempre hay personas de todas las edades, que nunca han visto el teatro y los artistas aprovechan esta oportunidad como única.
La ciudad primada de Cuba, Baracoa, es el último destino de “los cruzados”, donde además de las usuales presentaciones en los más intrincados parajes de la geografía serrana, tienen lugar diferentes eventos que involucran a creadores, artistas e intelectuales de esta hermosa ciudad.
“A Baracoa me voy… Una Cruzada teatral”
“Yo espero que, en vez de dejar de existir, las Cruzadas Teatrales aumenten, porque así aumentará el caudal, el potencial de la cultura. Sin la cultura no puede haber desarrollo, sin la cultura no puede haber un país. El símbolo de identidad de cualquier nación, de cualquier barrio, está en la cultura”. Comenta Elidio Mazón Mosqueda, campesino de Patana, Maisí.
Así comienza el libro, cuyo proyecto fue premio de la Beca Dador en Narrativa, titulado “A Baracoa me voy… Una Cruzada teatral”. Es fruto de un viaje de 34 días en 2018 -junto al proyecto artístico Cruzada Teatral- de una pareja en la vida y en la creación, Isabel Cristina y Jorge Ricardo.
Isabel Cristina López Hamze, nacida en 1989 en la Isla de la Juventud, se describe como la mamá de dos hijos varones. Teatróloga y escritora. Licenciada en artes escénicas por la Universidad de las Artes en Cuba y maestra en pedagogía del teatro.
Jorge Ricardo Ramírez Fuentes, el coautor, nació en 1990, en la barriada de Alamar de La Habana. Es Fotógrafo y documentalista; Licenciado por la Universidad de las Artes de Cuba. Cuando se publicó este libro, su hijo no había cumplido un año de vida.
Partícipes de La Cruzada Teatral por seis municipios montañosos: Manuel Tames, Yateras, San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa, hicieron un recorrido por unas 210 comunidades apartadas, a las que a veces no llegan señales de televisión y de radio, con un público aproximado de unos 65.000 espectadores, describe el libro.
La singular experiencia es apoyada por las instituciones de cultura en la provincia, el Movimiento de Artistas Aficionados y Casas de Cultura, así como las redes de Cultura Comunitaria, el Ministerio de Cultura en Cuba y el Gobierno de Guantánamo. Pero no siempre fue así, “en los primeros años se viajaba a pie y los artistas tenían que caminar hasta cuatro horas, para llegar a los lugares donde darían la función. La comida la trasladaban en un arria de mulos que, a veces, tardaba más en llegar que los cruzados”.
“Nos contaron los fundadores que la idea se le ocurrió al difunto Carlos Alberto, un actor del grupo guantanamero ‘Teatro Esopo’. Los otros actores de la agrupación se enamoraron de la idea y salieron por primera vez el 28 de enero de 1991, como homenaje al nacimiento de José Martí, héroe nacional de Cuba”. (…) “Los que la hemos vivido intensamente, creemos que la idea del difunto Carlos Alberto sigue siendo una locura”.
El libro de crónicas, con anécdotas y personajes de la región, es un canto a la belleza, a la honestidad en su estado puro.
“Cuando uno sale hoy del Parque Martí, piensa en los cruzados de aquella época, esos que pernoctaban a la orilla de los ríos, dormían sobre frazadas y, cuando el frío les apretaba, tenían que envolverse los pies en periódicos y acostarse muy juntos para entrar en calor. Esos que, a pesar del hambre y el frío, salían a actuar al día siguiente con amor y con bomba”.
Isabel Cristina afirma que lo mejor es su carácter itinerante. Un día en un sitio muy húmedo y al día siguiente llegan a uno semidesértico. “Por lo general, nos quedamos a dormir en las escuelas, a veces en una Casa de Cultura, en un campamento de pioneros, en una sala de video o en las casas de los pobladores. A cada uno de los cruzados se nos entrega un colchón, con el que hay que cargar durante todo el viaje y sobre él dormimos entre los mosquitos, el frío, las ranas, las cucarachas, el calor, el polvo, la humedad, las arañas y cuanta cosa rara le dé por aparecer en aquellos lares. Nos bañamos en ríos, en las casas de los campesinos, en baños de escuelas con agua helada, y cuando la cosa se complica demasiado, nos brincamos el baño del día”, cuenta la joven teatróloga.
Comenta las veces que han tenido que subir a pie, a caballo, en mulo, en carreta de bueyes, en volanta o en tractor. “Los lugares, el clima y el público varían a diario. Lo mejor es que la comida también es diferente, con una sazón en cada lugar, pues son los pobladores los que cocinan para nosotros. En una guagua almacén cargamos la comida cruda que se cocina en las escuelas o en la casa de la gente, que espera cada año la oportunidad de ser parte de la Cruzada”.
La reacción del público de las serranías, dice, es siempre “lo más emocionante”. Los artistas reciben el regalo de las actuaciones de los niños y al concluir, siempre hay una mesa cubana preparada con dulces caseros, café, refresco, frutas y vegetales. “Cuando nos dan lo poco que tienen y además lo hacen con un cariño entrañable, entendemos por qué los actores siguen llegando hasta allí, sin importarles las adversidades”.
El libro “A Baracoa me voy… Una Cruzada teatral”, fue editado hace tres años por la Fundación (sin fines de lucro) Rosa Luxemburgo y se ofreció como un regalo a los lectores, en las más de treinta presentaciones del hermoso compendio, también destinaron un ejemplar para cada uno de los protagonistas de su libro, allá en la serranía.
Además del libro -del cual donaron el derecho de autor- realizaron un documental “El lenguaje de la montaña”, apoyado por el Fondo Noruego para el Cine Cubano, que se estrenó en Guantánamo para 2019 y solamente se ha transmitido por la televisión cubana.
“Ojalá se pudiera hacer una edición del libro, aunque sea sin fotos y el papel de periódico para que llegue a más personas y se sepa que la Cruzada Teatral existe en Cuba y que sus públicos y sus artistas son lo más hermoso del mundo”, enfatiza Isabel Cristina, quien por estos días huracanados y oscuros, no ha hecho más que recordarnos toda la belleza que ha arrasado el huracán, al compartir algunas de sus crónicas en Facebook.
Si tratáramos de escoger un fragmento de los relatos del libro, de poco más de 100 páginas, no sabríamos cuál ofrecer. Cada uno describe personajes, parajes e historias aparentemente inverosímiles, aunque sepamos -por experiencia- que son absolutamente reales. Por el espíritu que los anima, alienta la magia y la gracia en la mirada de los creadores del texto y las fotografías.
Las narraciones se dividen por las experiencias vividas en los municipios. Por ejemplo en Manuel Tames describen: La casa rodante; Argeo Martínez, un pueblo de caña; Amor de caña; El teatro por primera vez en Potosí. Cuentan las siguientes historias, en la zona montañosa de Yateras: Irma, de Los Naranjos; XX Aniversario, una familia musical; Los niños voladores de Monte Verde; y por último, Juanito, de Vega del Toro.
Del municipio de San Antonio del Sur -que limita al norte con Yateras, al sur con el Mar Caribe al oeste con Caimanera y Manuel Tames y al este con Imías y Baracoa- están: La gente fría de Viento Frío; Lavar en el río; El público de Puriales y El niño de las flores.
En Imías, que tiene unos 20,900 habitantes, alrededor de 5.000 menos que en San Antonio del Sur, descubren: El misterio de las mochilas azules; El café que salva; Diablos y cristianos; Telas aéreas en Jobo Arriba.
El más oriental de Cuba, es el municipio Maisí, lleno de originales protagonistas salidos de entre sus 28 mil habitantes (2022). Allí revelan a: El caminante; Dos niños para una escuela en La Atención; El Zoológico de Piedras de Boca de Jauco; El sueño del caracol; Ramón, el maestro de Patana y Los misterios de la Punta de Maisí
En Baracoa, nombre de origen aruaco que significa “existencia de mar”, reseñan amenas historias como: Calzado de primera; Santa, de Yumurí; La niña de las polimitas; La Loma del Nene; Palma Clara y los niños de La Flor del Café.
Para finalizar eligieron: “La Cruzada es una obra de fe”. Es “otra apuesta por un mundo mejor, un verdadero homenaje al apóstol José Martí y a su fórmula del amor triunfante: ‘con todos y para el bien de todos’. Es el tributo sencillo y hermoso de un abrazo y una flor silvestre en su pedestal. En ese ir y venir por rumbos martianos fuimos amando la Cruzada, lustramos nuestras botas antes de la función y cantamos junto a los cruzados, durante treinta y cuatro noches, la misma canción:
A Baracoa me voy,
aunque no haya carretera,
aunque no haya carretera,
a Baracoa me voy.
Con la mochila en el hombro,
a Baracoa me voy,
subiendo y bajando lomas,
a Baracoa me voy…”
Autor: teleSUR - Rosa María Fernández