Le conocimos con su sonrisa permanente de las que no caben en una ciudad, ni siquiera en Santiago de Cuba. Enrique Bonne era la cordialidad caminando y eso no quiere decir que no cogiera bronca ante una injusticia o un trabajo mal hecho, pero a diferencia de un bravucón, Enrique Bonne Castillo sabía poner el acento en la vocal exacta, porque igualmente sabía que en las consonantes se pierde entonación.

Su sentido de la solidaridad y la amistad era tan genuino como su pasión por la música, por su tierra natal, por su cubanía.

Cuba acaba de perder a un relevante músico y ciudadano y Santiago de Cuba a uno de sus más queridos referentes contemporáneos.

Bonne

Nació en San Luis, en el Oriente, con cercanía a Santiago de Cuba, y vio la luz primera el 15 de junio de 1926, hijo de un trabajador y músico y una madre profesora de piano. No es difícil imaginar lo que corría por las venas de aquél joven que aprendió por vía materna los secretos de las blancas y las negras. Esa infancia transcurrió entre San Luis y Palma Soriano, y el niño que fue Enrique no soñaba en grande todavía pues la vida transcurría tranquila, aunque eso sí, le prestaba mucha atención a todo lo que fuera musical. Con el tiempo el merengue también lo atraparía, y la música francesa.

Entre 1936 y 1940 Enrique Bonne residió con su familia en Santiago de Cuba, fue su primer encuentro amoroso con la ciudad a la que tanto quiso. Luego volvería a Palma Soriano. Y en 1942 regresaría a Santiago a estudiar. El carnaval santiaguero ya había entrado en su vida. No salió más nunca de él tanto por la música como por los protocolos de aquellas carnestolendas con corneta china incluida.

“Durante mucho tiempo en esos carnavales no hubo ni carrozas ni orquestas. El pueblo bailaba con victrolas y las orquestas eran para las llamadas sociedades, clubes señalados por la economía de sus socios.  Las orquestas mostraban la discriminación social y solo al triunfo de la Revolución las orquestas se hicieron masivas, en la calle, para la gente del pueblo que no formaba parte de esas Sociedades”.

Siendo ya maestro en el campo vio por primera vez pilar el café y notó los compases de las pilanderas y pilanderos: tres golpes al café y dos golpes laterales para que el mazo soltara la melaza. Al tiempo vinculó esos sonidos con el órgano oriental y con instrumentos propios del son. El resultado dura hasta hoy a través de su creación, el Ritmo Pilón.

También duran hasta hoy Los Tambores de Enrique Bonne, la única agrupación que él formó en 1961, una nutrida orquesta de percusión que de paso fue la primera en utilizar profanamente el chekeré (instrumento hasta entonces ritual)

También duran hasta hoy temas emblemáticos como el que compuso y dedicó a su después esposa, Juana Elba Usted volverá a pasar, también Yo no me lo robé vigilante, Que me digan feo, o Yo no quiero piedra en mi camino inspirado en una pelea de faldas que presenció. Recuerda el Maestro que su primer tema divulgado fue Italian Boy, dedicado a un peinado, corte de cabello que se puso de moda a incios de la década de los cincuenta. Poco después vendría El Chachachá de la Reina, popularizado por Pacho Alonso con la orquesta de Mariano Mercerón. De ahí en adelante la divulgación de sus temas picó y se extendió.

“A mi padre, Enrique Bonne Castillo, si lo tuviera que definir de alguna manera lo definiría como un Surtidor de Felicidad. Era un hombre que disfrutaba mucho con ver feliz a la gente. Constantemente me ha pasado a lo largo de mi vida que personas me han venido a manifestar su agradecimiento por cosas que mi papá a lo largo de su existencia hizo por ellas, gente que necesitaba una ayuda en un momento dado no importaba que fuera o no amigo. Simplemente él veía el problema y trataba de solucionarlo. Él puso en práctica aquello de “Haz bien y no mires a quién”. Por eso fue una persona tan querida. En su música está implícita su sencillez, su alegría de vivir y su deseo de hacer que las personas fueran felices. Esa es la razón por la que puedo orgullosamente decir que mi padre, Enrique Bonne Castillo entra en la categoría de los cubanos queridos, que es más allá de ser famoso o de ser popular. Fue una persona a la cual el pueblo quiere. Su música ha trascendido en la voz de grandes artistas como Pacho Alonso, Celia Cruz, Willy Chirino, Ismael Rivera, Johnny Ventura e inclusive Lola Flores creo que grabó un tema de él.

Mi padre estaba realizado como ser humano y como creador. Así que en definitiva veo a mi padre como un Surtuidor de Alegría y felicidad”. (Ángel Bonne, hijo).

Cerrando el ciclo

Enrique Bonne fue por más de 30 años unos de los organizadores del Carnaval de Santiago de Cuba. Fue un vínculo que, como ya apuntamos, nació en la década de los 40 y lo llegó a tener a él como protagonista estelar, organizador, gerente y hasta participante activo, pues a Bonne le encantaba bailar como cualquier oriental cubano que se respete, decía.

Enrique Bonne fue Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba e integrante de su Consejo Nacional, e Hijo Ilustre de la ciudad de Santiago de Cuba. Recibió condecoraciones como la Distinción por la Cultura Nacional, las medallas Alejo Carpentier y Jesús Menéndez y los Premios Nacionales de la Música y la Televisión (2017 y 2018), entre otros apreciados galardones obtenidos gracias a su tesón. Las autoridades culturales de Cuba han divulgado profusamente los méritos del músico fallecido el pasado martes 14 de enero en horas de la mañana.

A través de su tan rica como abundante obra pudo estar en voces como las de Pacho Alonso, su gran amigo y divulgador del Ritmo Pilón, la Orquesta Aragón, los Van Van, Elena Burke, Rosita Fornés, Caridad Hierrezuelo, la orquesta Original de Manzanillo, su propio hijo Ángel Bonne y destacados interpretes internacionales.

“La cultura cubana le debe una montaña de música, la creación de un ritmo (el pilón) y de la agrupación más grande de la música popular. Su binomio autor-intérprete junto Pacho Alonso, es uno de los pasajes más fructíferos en la historia del pentagrama de La Mayor de las Antillas. Fue alma del carnaval santiaguero y su abanico seguirá moviéndose en cada comparsa, en cada toque. Su nombre está ligado igualmente a la creación de Tele Rebelde, ese hermoso capítulo cuando todo un territorio salió en busca de sus propias imágenes, de sus propias voces. Recuerdo cuando la casa discográfica BisMusic me pidió hacer las notas para el disco “Los Tambores de Enrique Bonne” (2017). Escuché, escruté, descubrí, me deleité con sus composiciones, y me atreví a mostrarle mis palabras antes de enviarlas. Con sumo respeto me sugirió un detalle. Al estrechar su mano me sentí premiado, yo sabía que estaba ante un patriarca, ante una leyenda”. (Reinaldo Cedeño Pineda. Periodista)

Enrique Bonne Castillo, gran conversador y maestro deja un legado que abarca su obra autoral, la creación de un ritmo y la creación de la Banda Musical más numerosa que haya registrado Cuba; deja además una obra gerencial y de compromiso patriótico que se pierde de vista. Por si fuera poco deja una legión de admiradores y amigos en todo el mundo. No le importó que le dijeran feo y por el contrario hizo un popular tema con la frase que le dijera una estudiante santiaguera.

Partió porque como el título de uno de sus más famosos temas, no quiso más piedras en su camino y la salud se había vuelto una incomodidad para él y para su amada familia. TeleSUR se engalanó en sus pantallas con un capítulo de “Sones y Pasiones” donde Enrique Bonne habló de Santiago de Cuba y de su música.

Seguirá engalanando el recuerdo y el legado. 

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