La resistencia vuelve a las calles de Martinica este lunes 21 de octubre, con protestas y bloqueos que paralizan parte de la isla caribeña.

Desde las primeras horas de la mañana, barricadas en llamas bloquearon importantes vías de circulación, como la RN2. La policía intervino para despejar la carretera, pero los manifestantes lograron instalar controles en puntos estratégicos de Schoelcher, Fort-de-France, Le Lamentin y Rivière-Salée.

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El transporte público se vio afectado. La Régie des Transports de Martinique informó que «Sólo las líneas locales de St-Joseph y Le Lamentin funcionan actualmente», mientras que las líneas A y B del Transporte Colectivo en Site Propre quedaron completamente paralizadas.

Estas acciones son la respuesta a un llamado del RPPRAC (Rassemblement Populaire pour la Résistance et l’Action en Caraïbe), que el sábado 19 de octubre convocó a un mitin masivo en el mercado mayorista de Dillon. Más de mil personas acudieron, demostrando el fuerte respaldo popular al movimiento.

Rodrigue Petitot, líder del RPPRAC conocido como «R», declaró recientemente: «Antes de luchar por mí mismo, lucho por el pueblo. Así que tenía que preguntar al pueblo cómo veía la continuación de la lucha». La respuesta unánime de los presentes fue continuar con las protestas.

El desencadenante inmediato de esta nueva ola de manifestaciones fue el desacuerdo con un memorando firmado el 16 de octubre en la CTM (Colectividad Territorial de Martinica). El documento establecía una rebaja de precios para 7.000 referencias de productos, mientras que el RPPRAC exigía una reducción generalizada en todos los productos alimenticios.

Este conflicto se enmarca en una larga historia de tensiones entre Martinica (considerado como territorio francés de ultramar) y la Francia continental. Los manifestantes denuncian la carestía de la vida y las decisiones económicas impuestas desde París, que consideran desconectadas de la realidad local.

Gwladys Roger, otra figura del movimiento, calificó la masiva participación como «una demostración de solidaridad», reflejando el sentir de muchos martiniqueses que ven en estas protestas una forma de resistencia contra lo que perciben como un control excesivo desde el continente europeo.

A medida que avanza la jornada, la situación sigue tensa. Las autoridades locales y la policía mantienen una fuerte presencia en los puntos neurálgicos de la isla, mientras los organizadores anticipan que las manifestaciones podrían intensificarse a lo largo de la semana.

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