Las constantes lluvias en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, han dejado al menos 43 muertos, 50 heridos y cerca de 3.000 desplazados, según el Ministerio del Interior congoleño, que alerta sobre el riesgo de nuevas precipitaciones en barrios vulnerables. Esta catástrofe, expone la falta de infraestructuras en una ciudad donde los barrios populares son los más afectados por la emergencia climática.

Mientras las autoridades intentan restablecer servicios básicos, como el agua y la electricidad, advierten a la población que evite zonas inundables como Ndjili o Matete, donde el peligro de electrocuciones y enfermedades como el cólera sigue latente.

Organizaciones sociales, comunicaron que la mayoría de las víctimas pertenecen a asentamientos informales, donde no hay sistemas de drenajes adecuados. Esta situación, convierte varias localidades del país, en sectores frágiles cada temporada de lluvias.

En este contexto, miles de familias permanecen en viviendas afectadas o en albergues temporales, expuestas a riesgos sanitarios y nuevas inundaciones. Por ello, la recurrencia de estas emergencias, evidencia la necesidad urgente de infraestructuras adaptadas al clima externo.

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