Miriam Ramos, el misterio de la permanencia en el alma lírica cubana

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Miriam no se parece a nadie y hace mucho tiempo merecía la gran distinción otorgada recientemente, el Premio Nacional de Música. Un reconocimiento al buen gusto en su trayectoria, de melodías, armonías y tesituras imposibles de olvidar para los melómanos cubanos y los que ahora se animen a conocerla.


30 de diciembre de 2024 Hora: 14:45

Miriam Ramos primero fue trovadora, después sobrevoló como una delicada mariposa por el catálogo de lo mejor de la canción, hasta alcanzar -a la vista de sabios decisores- el merecido Premio Nacional de Música en Cuba este 2024, cuando se celebran sesenta años de su debut.

Quizá no es la más conocida de las cancioneras cubanas en el ámbito internacional y esta sería una buena ocasión para escucharla, porque esella es el refinamiento y la coherencia dentro del pentagrama cubano, y en Cuba se premia la calidad.

En el amplísimo catálogo de la música en la mayor de las Antillas, seis décadas después y sin alardes, ha sido una consagrada compositora, también una intérprete de conocidos temas de la trova tradicional cuando lo clásico era pecado, salvando -sin hacer concesiones- valores de contenido y música.

Ella es el misterio de la permanencia. Sin artificios ha incorporado la interpretación de lo mejor de la bossa nova de Tom Jobim y Chico Buarque de Hollanda. Igualmente trascienden sus canciones, boleros y algún ‘son’ que otro, incorporado en el disco “Cantar la trova” junto a Pancho Amat, publicado por la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM) en el 2005.

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Justamente el gran tresero cubano Pancho Amat, presidió el jurado integrado por los flautistas Niurka González, Orlando Valle (Maraca) , el trovador Augusto Blanca y el productor musical José Manuel García.

Sobre Miriam, Pancho Amat dijo que desde sus inicios ha mostrado lo mejor de la canción cubana. “Desde que comenzó su carrera como solista, Miriam se enrumba por hacer lo mejor de la canción cubana. Cantaba filin, bolero, trova, entre otros géneros. Siempre tuvo un horizonte muy grande a la hora de escoger su repertorio. El respeto, la entrega y la sabiduría con que interpretó la canción cubana, deben ser referencia para las nuevas generaciones”.

Entre los más grandes elogios ofrecidos a Miriam, ha estado el criterio de la gran compositora cubana, Marta Valdés (1934-2024), como el publicado tempranamente en 1964 (Se llama Miriam y canta), a propósito de una presentación de la artista, escribió: “Nos satisface de Miriam Ramos el carácter personalísimo que imparte a su trabajo; su propósito de encontrar un estilo sin rebuscamientos, sin desvirtuar las melodías, partiendo de una seguridad que su propia musicalidad le garantiza; su deseo de manifestarse como intérprete en virtud de la calidad de lo que canta y no a expensas de ello”.

Después de esto, ha sido permanente en el gusto y el aplauso del público nacional, tanto como de otras personalidades de la cultura cubana. Por ejemplo el historiador de La Habana, doctor Eusebio Leal (1942-2020) expresó en la presentación del disco Por La Habana que salió al encuentro del año 2000. “Al escuchar su voz se percibe tal pureza y emoción que nos hace pensar que la noble inspiración de los poetas y trovadores cubanos, ha encarnado en la grácil naturaleza de esta mujer”.

Miriam es la canción

Tal como la definió el periodista especializado en temas culturales, Pedro de la Hoz (1953-2024), ella es la canción.

En su versatilidad, además de melodiosa cantante y excelente compositora tomando como base su guitarra, se ha desempeñado como actriz y presentadora de espacios de radio y televisión.

Tenía 18 años cuando debutó en “Los lunes de Bellas Artes” (teatro del Museo), con el acompañamiento al piano del magistral Frank Emilio. Lo siguiente fue canalizar sus inquietudes desde el Movimiento de La Nueva Trova cubana, donde junto a los cantautores más jóvenes, fundaron a finales de la década de 1960, este concepto musical con su impronta desde la literatura y el acontecer social.

La joven cantautora fue parte del histórico Primer Encuentro de la Canción Protesta que organizó la Casa de las Américas; desde esta institución representó a Cuba -junto a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés- en las Jornadas de la Cultura Uruguaya en el Exilio, realizada en 1977 en México.  

Un poco antes participó en el Primer Festival Internacional de la Canción de Varadero en 1967, y las ediciones siguientes en 1970 y 1982. Fue constante en conciertos y recitales en salas de renombre nacional, hasta que alcanzó el Premio de Interpretación del concurso Adolfo Guzmán de los años 1983 y 1984, donde también tuvo el honor de ser invitada especial en la primera edición del prestigioso certamen de la canción cubana.

Miriam ha sido una intérprete muy radiada y televisada con frecuencia. Por eso el pueblo cubano conoce bien su amplio repertorio de interpretaciones trovadorescas de los nuevos compositores, tanto como de temas antológicos de la trova tradicional cubana.  

“En los últimos discos, con temas ‘viejos’ me encanta trabajar con los jóvenes. Hay que hacer un contrapeso, para descubrir a la gente, las canciones que son patrimonio de este país. Muchos no las conocen. Me interesa que los jóvenes las descubran. Están rebosando cubanía, evidenciando una forma de ser del cubano. No hay nada como el pasado para saber por qué uno es como es”, declaró la intérprete galardonada, durante una entrevista a la Televisión cubana.

Otros de sus discos muy reconocidos lo corroboran. Su trilogía “La canción cubana”; “Obsesión”, dedicado a Benny Moré; “Estas conmigo”, tributo a Bola de Nieve y “Siempre en mi corazón”, en deferencia al compositor y pianista cubano Ernesto Lecuona;El piano y yo, perteneciente al Sello discográfico Unicornio de Producciones Abdala S.A., 2018.

Sobre Miriam, el joven pianista Rolando Luna expresó: “Ella fue la primera persona con la que grabé en mi vida, en un estudio profesional. Me llevó Joaquín Betancourt a grabar un tema”.

Llegaron sucesivas grabaciones y el ya internacionalmente conocido pianista, dijo: “varios discos, alguno nominado inclusive al Grammy. Yo le agradezco muchísimo; ella es una intelectual, tiene una manera de pensar la música, es una compositora muy interesante, una músico muy completa que sabe de armonías. Para mí fue una escuela”.

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“Con Miriam hay que trabajar, lo mismo para un ensayo que para un concierto. Además hicimos una relación casi familiar, éramos vecinos, hacíamos tertulias en mi casa con mi familia; en las giras nos divertíamos muchísimo. Ella es muy exigente musicalmente, y siendo yo tan joven, ese rigor que ella tiene fue otro escalón en mi crecimiento. Tiene un gusto muy particular por las obras complejas en armonías, de una fineza… Y a la vez que canta, tú tienes que trabajarlo detrás. Yo extraño trabajar con ella; me gustaría hacerlo siempre”. Agregó en la entrevista Las fases de (Rolando) Luna.

Escuchando su versión de emblemáticos títulos, nos colocan frente a la verdadera esencia del sentimiento que motivó a sus compositores. “Por eso regreso al pasado, que sigue siendo presente”, expresó la intérprete alguna vez: “Amo la trova, la vieja y la nueva, y estará presente en mi trabajo siempre”, ratificó en el documental ’Una mujer, una canción, una ciudad’, que le dedicara el realizador Regino Oliver en 2008.

Miriam fue galardonada en varias ediciones en el Festival Cubadisco; en 1999 recibió el Gran Premio y en el 2000 fue reconocida en la categoría Canción. Recibió la Medalla Conmemorativa por el Décimo Aniversario del Movimiento de la Nueva Trova, merecida la entrega del Premio Amadeo Roldán, el más importante que concede la Asociación de Músicos de la UNEAC, la Distinción por la Cultura Nacional y la Medalla Raúl Gómez García.

Igualmente representó en eventos realizados en naciones como Bulgaria, Francia, México,    Polonia, Ecuador, Panamá, antigua URSS, Japón, Nicaragua, España, Holanda, Argentina, República Dominicana, Brasil, Perú y Colombia, entre otros países.

La más joven

Fue la más jovencita cantante del Coro Polifónico Nacional, aceptada por Serafín Pro, su director. De ello Miriam recuerda ese cantar escuchando al otro, la reverencia en la presencia incuestionable de una mano maestra y el dejarse llevar por ella. Para la artista fue mirar la música tratando de descubrir el sentido profundo que la acerca al autor y el respeto por la diversidad de expresiones y estilos; así llegó a la entrega total a la música.

Ya venía de buena escuela, desde sus estudios musicales en los conservatorios «Amadeo Roldán» y «Alejandro García Caturla». En el Seminario de Música Popular dirigido por Odilio Urfé, y posteriormente en la Escuela de Superación Profesional Ignacio Cervantes donde se graduó en la especialidad de Canto. Hizo estudios autodidactas de guitarra y participó en cursos impartidos por Vicente González Rubiera (Guyún) y Alejo Carpentier.

De su infancia reconoce la influencia que tuvo tanto en ella como en su hermana Margarita Ramos, la abuela materna María Teresa Pascual, “adicta” a la emisora CMBF (Radio Musical Nacional), así como los influjos musicales de la madre y el padre.

Pero Miriam se ha hecho a ella misma.»No soy una compositora de oficio. Creo que aquellos no dependen sólo de la inspiración. No es mi caso. Manejo algunos recursos, pero mis canciones surgen como un desbordamiento. Siento unas ganas enormes de hacer una canción, a partir de una angustia rara […]. Influye el estado de ánimo, por supuesto. A veces ni conozco las causas. Un buen día cojo la guitarra y nace la canción, todo junto, texto y música […]. Evidentemente, mi género es la canción.»

“Como todos los artistas empecé haciendo lo que me gustaba. En 1964 en Bellas Artes y fui comprendiendo otras cosas. Fui madurando como artista. Iba descubriendo otras cosas. El primer disco fue una selección de mi primer concierto. El segundo fue de mis canciones, por la presión de mis amigos. La nota del disco lo dice en palabras de Pablo Milanés. Después hice las canciones de Marta, a principios de 1980”, narraba Miriam.

“Ya a partir del disco del Bola (Ignacio Jacinto Villa Fernandez) es un punto de giro. Ahí mi discografía se enrumba. Me doy cuenta  de que hace falta hacer eso. Ahora es moda, pero cuando decidí hacerlo sus canciones estaban empolvadas, no se ponían ni en la radio, ni en la televisión, estaba olvidado. Tampoco se cantaba al Benny y una mujer menos. También ahora está de moda rescatar la vieja trova, pero a mí me hicieron guerra por eso. Me encantan los desafíos, abrí esa brecha y me siento orgullosa de haber sido pionera. Después fue una de las líneas de trabajo de la Nueva Trova. Me hago sentir con ‘Mariposa’, cuando la escucho a Pedro Luis Ferrer. Me pasó contigo, con Acuérdate de Abril”, contó en el programa ‘Con dos que se quieran’, del que el cantautor Amaury Pérez Vidal es el presentador.

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Es plena justicia que hoy forme parte de la historia de la música cubana y que sus interpretaciones hayan pasado con honores la difícil prueba del tiempo.

Cuando se aventuró -y es un decir, porque ella lo decide cuando tiene la certeza de la calidad- a grabar en el proyecto discográfico “De raíces y versiones”,compartiendo la producción con Dayron Ortega, Miriam Ramos meditó acerca de ello.

“Es necesario retomar los clásicos, revisitar los hitos de la canción cubana. Abogo por la creatividad contemporánea, acepto la natural evolución del quehacer musical, pero a las raíces hay que regresar para avanzar, sobre todo cuando se vive en un país privilegiado como el nuestro, en el que el patrimonio musical que tenemos es tan valioso. Hay que estudiar mucho y siempre valdrá la pena rendirle homenaje a quienes nos han dejado un legado tan universal”.

La canción está en las manos de los más inteligentes, y lo seguirá estando. No todo el mundo puede componer. Yo, por ejemplo, considero que soy compositora en un segundo o tercer plano… Hay mucho que decir, hay muchas maneras de decir, y no siempre se hace bien. Por eso regreso al pasado, que sigue siendo presente”, precisó la cantautora cubana.

Sobre sus temas escribió la compositora y guitarrista Marta Valdés, en Cubadebate: “Las canciones, nacidas de un excelente y verdaderamente creativo dominio de la guitarra, llevan implícita una conciencia de la gran línea capaz de crecerse cuando se la somete a un tratamiento orquestal; el texto impecable, lleno de sentido, nace para ser cantado y fluye por caminos armónicos que no podrían ser otros que los escogidos por quien los concibió”.

Ante la pregunta del artista Amaury Pérez Vidal, de ¿cómo define Mirian el alma de la nación cubana, respondió: Cuando me preguntas eso lo que me suena es “La Bayamesa”, cuando se dice ‘Cuba es el país de la música’ es una aseveración trascendental. Nosotros tenemos la obligación absoluta de defender esta idea. En cualquiera de las dos Bayamesas. No estoy pensando en que, eso es cubano porque tiene ‘la clave’. Hay otra cosa, el lirismo cubano, como alma. Yo creo que el centro del alma cubana es lírica. Las alas del tocororo son épicas, pero el corazón es lírico. Martí es esencialmente lírico. Yo apelo a lo tranquilo del alma humana, para que se encuentren con ese lírico que tiene todo cubano dentro”.

En un recuento diseñado a grandes trazos acerca de la vida musical de esta gran artista cubana, no puede faltar una faceta verdaderamente relevante aunque no suficientemente divulgada; comenzó diciendo en 2013, la que sin lugar a dudas fue la más autorizada y mejor cronista de la obra de Ramos, la compositora cubana Marta Valdés.

“Me refiero a Miriam Ramos, la compositora. Una muestra elocuente fue recogida en el disco Mis canciones, de 1981 donde figura, por ejemplo, ‘Ámame como si fuera nueva’, un título que, con seguridad, muchos lectores recordarán a través de varias versiones interpretadas, además de la muy conocida a cargo de su autora, por otros cantantes (pienso, por ejemplo, en  la de Sara González). Esta labor ha sido una constante en la vida de la artista y comenzó desde los inicios de su carrera musical. Me precio de haberla conocido y admirado hasta una reciente –asombrosa– entrega que ocupó un par de momentos en una de sus presentaciones junto al pianista Rolando Luna. Las canciones de Miriam Ramos, nacidas de un excelente y verdaderamente creativo dominio de la guitarra, llevan implícita una conciencia de la gran línea capaz de crecerse cuando se la somete a un tratamiento orquestal; el texto impecable, lleno de sentido, nace para ser cantado y fluye por caminos armónicos que no podrían ser otros que los escogidos por quien los concibió.

La presencia de Miriam Ramos en cualquier medio que pueda hacerla visible ha sido un acierto total, con énfasis en su voluntad de no replegarse en el silencio, por ejemplo como conductora del programa La esquina del jazz en la emisora radial CMBF o su saludo dominical a horas muy tempranas o al final de la tarde en los espacios dedicados a la canción, que nos salen al paso por las frecuencias de Habana Radio o Radio Progreso, respectivamente.

“Yo no soy rumbera, jazzista ni guarachera; yo soy cancionista. A veces hago algo soneado y consumo, como público, todo tipo de música, pero es la canción a lo que me dedico”, se describió a sí misma.También afirmó ser “una persona con maneras suaves”, aunque con “un carácter muy firme” y “batalladora sin tregua por convicción”.

Enel portal En vivo, del Instituto de Información y Comunicación Social, expresó: “Valoro mis discos como algo extraordinariamente valioso, pues es lo que se queda para toda la vida, cuando ya no esté. Por eso trabajo la discografía con tanta minuciosidad y exigencia; considero que es la huella que dejamos para sembrar”.

Y así ha sido. El público cubano ha sabido del buen consejo que le diera la cantante Nacha Guevara a finales de 1970, cuando llegó a Cuba. Entre los admiradores encontró a Miriam, a quien tuvo la oportunidad de apreciar. 

“Al día siguiente [Nacha Guevara] acudió a un concierto de la Nueva Trova en el teatro Karl Marx, me vio y cuando todo terminó fue hasta el camerino y me dijo: ‘Tú eres de la escena, tu trabajo necesita el escenario, las luces, el telón… El anti espectáculo no es tu espectáculo, eso funciona para otra gente, no para ti. Tú eres del escenario”, recordó Miriam.

Miriam no se parece a nadie y hace mucho tiempo merecía la gran distinción otorgada recientemente, el Premio Nacional de Música. Un reconocimiento al buen gusto en su trayectoria, de melodías, armonías y tesituras imposibles de olvidar para los melómanos cubanos y los que ahora se animen a conocerla. Está inscrito el misterio de su permanencia en el alma lírica cubana.

Autor: teleSUR - Rosa María Fernández