Estas mujeres enfrentan criminalización, detenciones arbitrarias y hostigamiento por oponerse a industrias forestales y eléctricas en sus territorios. Casos como el de Francisca Curihuinca o la desaparición de Julia Chuñil, evidencian un patrón de violencia sistemática.

En una entrevista para la multiplataforma TeleSUR, su hija relató “Queremos entregar una carta al presidente para que sepa la injusticia que se comete. La tienen presa simplemente porque una forestal dice que es ladrona”. denunció.

Al pronunciamiento se sumó la voz de la dirigente mapuche, Mewlen Huencho, quien denunció: “El Estado la encarceló con este gobierno antimapuche, que no es ecologista, ambientalista ni feminista”.

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Francisca Curihuinca es mujer mapuche de 70 años quien se encuentra bajo prisión a pesar de que no se le ha comprobado ningún delito, su lucha contra las transnacionales forestales le valió una acusación de supuesto robo de madera. Aunque el «Acuerdo de Escazú» alerta sobre esta persecución, su lucha persiste.

Por otro lado, la Mapuche Julia Chuñil de 72 años, permanece desaparecida desde hace 5 meses tras pastorear en un bosque codiciado por forestales”, lugar que había visitado junto a su perro Cholito en medio de un conflicto por 900 hectáreas de bosque nativo. Su hijo Pablo exige respuestas: “El hostigamiento continúa. Queremos encontrarla con vida”.

Chile firmó en 2018 el Acuerdo de Escazú, un tratado regional que protege a defensores ambientales, sin embargo, su aplicación no se cumple. Según el informe, las mujeres Mapuche son blanco de persecución. “Nos levantamos para cuidar los territorios, pero nos acusan de terroristas. La militarización cae sobre nosotros por proteger espacios sagrados”, denunció Clementina Melipichun Lonk, miembro de la Comunidad Fundo Alto de Gamboa.

Para Melipichun, la lucha es colectiva: “Todos estamos llamados a ser guardianes. La madre tierra es de todos”. Pero el Estado responde con balas y cárceles: «Nosotros nos levantamos al cuidado de los territorios, se nos viene toda la militarización encima de nosotros, nos acusan de ser terroristas cuando nosotros somos los que queremos proteger los espacios sagrados y que son para nuestra subsistencia».

La desaparición de Julia y la detención de Francisca no son casos aislados. Son parte de una estrategia para silenciar a quienes defienden sus tierras. Mientras, el modelo extractivo avanza: el 24% de los conflictos socioambientales en Chile ocurren en La Araucanía, corazón del Wallmapu.

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