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En la tarde del 24 de noviembre de 2016, el jefe de las antiguas FARC-EP, Rodrigo Londoño, y el entonces presidente del país, Juan Manuel Santos, firmaron los Acuerdos de Paz.

En la tarde del 24 de noviembre de 2016, el jefe de las antiguas FARC-EP, Rodrigo Londoño, y el entonces presidente del país, Juan Manuel Santos, firmaron los Acuerdos de Paz. | Foto: Colprensa

Publicado 24 noviembre 2020



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En sus cuatro años el Acuerdo de Paz es constantemente violado por el uribismo, lo que aleja las posibilidades del fin del conflicto. 

Los colombianos celebran este martes el cuarto aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz entre la entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Estado en el Teatro Colón de Bogotá.

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En la tarde del 24 de noviembre de 2016, el jefe de las antiguas FARC-EP, Rodrigo Londoño, y el entonces presidente del país, Juan Manuel Santos, firmaron los Acuerdos de Paz con unas modificaciones dadas tras una diálogo amplio de todos los sectores políticos. 

Tras una campaña de terror y tergiversaciones aplicada por la ultraderecha colombiana, los Acuerdos no fueron aprobados en un plebiscito, por lo que se amplió la discusión y finalmente se pactó el pasado 24 de noviembre de 2016 en la capital del país.

A diferencia con anteriores Acuerdos de Paz pactados en los años 80 y 90 con otras insurgencias, el de 2016 contó con la participación y veeduría de la Comunidad Internacional, así como de países garantes.

No obstante y pese a las responsabilidades de las partes, desde el primer momento los insurgentes acogidos al proceso denunciaron incumplimientos, el primero de ellos fue que no estaban listos los campamentos delas Zonas Veredales de Concentración, sitios donde los combatientes del grupo rebelde estarían agrupados.

El documento acordado entre el Estado y las FARC-EP constan de los siguientes puntos: 1. Reforma rural integral; 2. Participación política; 3. Fin del conflicto; 4. Solución al problema de las drogas ilícitas; 5. Víctimas; 6. Implementación, verificación y refrendación. A cuatro años explicaremos algunos temas sobre el balance del Acuerdo.

Asesinatos selectivos y masacres

Con la posesión de Iván Duque como presidente del país, los asesinatos selectivos contra líderes sociales y excombatientes, así como las masacres se intensificaron. Ante la dramática situación humanitaria, el jefe de Estado invisibiliza la existencia del paramilitarismo y reiterá que en Colombia no hay masacres, sino "asesinatos colectivos" y se deben a disputas del narcotráfico.

De acuerdo al Instituto Nacional de Desarrollo para la Paz (Indepaz) en lo corrido del presente a los se han asesinado 258 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos (DD.HH.), así como 77 masacres, las cuales han dejado 309 víctimas mortales.

Los departamentos que registran el mayor número de masacres son: Antioquia con 18, Cauca 12, Nariño nueve y Norte de Santander con seis. Los indígenas y campesinos son las principales víctimas de grupos paramilitares y otras organizaciones sicariales que se disputan los territorios.

El propio instituto reseña que desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 hasta el mes de Julio del 2020, grupos criminales han acabado con la vida de 971 líderes sociales, los hechos por lo general se suscitan en zonas rurales.

Fracaso de política antidrogas

Aunque el país siguió por 20 años el "Plan Colombia" y ahora innovado "Colombia Crece", ambos impuestos por Estados Unidos (EE.UU.), la nación se solidifica como la mayor productora de cocaína en el mundo, mientras que la Casa Blanca por tener a su país con los mayores consumidores.

El narcotráfico desde finales de los años 80 han penetrado las instituciones del Estado colombiano, recientemente se reveló que la estrecha amistad entre Iván Duque con el ganadero y narcotraficante Ñeñe Hernández, quien fue asesinado el pasado 2 de mayo en 2019 en Brasil.

 

La sustitución de cultivos ilícitos se ha entorpecido por la insistencia del Ejecutivo colombiano de priorizar las importaciones de productos agrícolas (empobreciendo al campesinado) y de utilizar la aspersión aerea del glifosato, así como la invisibilización de funcionarios como el exembajador Sanclemente que tenía una laboratorio de coca en un terreno, y de grupos paramilitares.

Persecución contra excomandantes

Producto de los incumplimientos a los puntos acordados, los asesinatos sistemáticos contra excombatientes y los intentos del uribismo para derogar la Justicia Especial de Paz (JEP), varios excomnadantes de la insurgencia volvieron a las armas. 

Entre los mencionados están Jesús Santrich, Iván Márquez, Romaña, El Paisa, entre otros, optaron por volver a las armas. Recientemente, se conoció un audio donde se prertendía asociar a Santrich con el narcotraficante Marlon Marín. 

A través de unos audios, se pretendió hacer un montaje contra Santrich con un cargamento de cocaína.


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