El 18 de marzo de 1871 ocurrió uno de los hechos más relevantes del siglo XIX, cuando el proletariado se unió para reemplazar el poder monárquico en Francia e instaurar el primer Gobierno socialista en Europa, conocido como la Comuna de París.
La miseria, explotación y opresión de la clase obrera fueron los detonantes de la insurrección popular que provocó la toma de la capital francesa por parte de los trabajadores y la Guardia Nacional, quienes crearon sus propios órganos de Gobierno.
Tras celebrar elecciones libres el 26 de marzo, 92 delegados fueron electos para un concilio comunal que estuvo conformado por artesanos, obreros, carpinteros, profesionales, políticos, entre otros; quienes garantizarían los derechos de la población.
Entre las medidas tomadas por el nuevo Gobierno estuvo la separación de la Iglesia y el Estado, el reemplazo del Ejército y la Policía por la Guardia Nacional, así como la reactivación de fábricas abandonadas gracias a los trabajadores.
Para reafirmar la democracia, los cargos públicos serían electos mediante el voto universal y revocados si la población perdía la confianza en el funcionario. Además, tanto obreros como altos funcionarios recibirían un sueldo similar.
La Comuna de París logró un cambio social para el desarrollo de todos los sectores, con decretos que reivindicaban los reclamos hechos durante años, como la prohibición del trabajo nocturno, establecer la educación gratuita y obligatoria, y la asignación de pensiones a las viudas de la Guardia Nacional, entre otros.
Al ser la principal enemiga del sistema imperial, dos meses después de su instauración fue atacada por el Ejército de Versalles tras ingresar a París y derrotar a sus defensores el 28 de mayo de 1871, con más de 100.000 fallecidos como resultado.