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Las jugadoras perdieron la cuenta de la cantidad de veces que les dijeron que ellas no llenan estadios. Este lunes 25.055 personas vieron a Estefanía Banini en el estadio.

Las jugadoras perdieron la cuenta de la cantidad de veces que les dijeron que ellas no llenan estadios. Este lunes 25.055 personas vieron a Estefanía Banini en el estadio. | Foto: Reuters

Publicado 10 junio 2019



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Argentina empató 0 a 0 contra Japón en su debut en el Mundial de Francia 2019 y derribó una barrera más: consiguió el primer punto en una Copa del Mundo organizada por la FIFA.

Es el tiempo de las mujeres en América Latina. El cancionero feminista que copa las calles de Argentina llegó a París, viajando desde Buenos Aires como una ilusión: “A Banini vas a ver, gambetear la Torre Eiffel”, cantaron también acá las pibas que llegaron para hinchar por Argentina. Eran alrededor de 15 pero se hacían escuchar. A ellas se sumaron algunos familiares. Rosa, la mamá de la defensora Aldana Cometti bailó con ellas. Y fue la más optimista. Cuando le preguntaron cómo iba a terminar el partido, dijo: “2 a 1 y mi hija hace un gol”. No pasó, pero no hizo falta: para meterse en la historia alcanzaba con menos
Hay líricas que se convirtieron en realidad: “Y las pibas te copamos la parada (...), en las calles, en las camas y en las canchas”.

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¿Cómo se organiza una resistencia? Argentina es ese primer tiempo aguantando, jugando con 5 en el mediocampo, con una 9 de área que por momentos se volvía una mediocampista más. Es también ese equipo replegado que se une para bloquear a las rivales, es la compañera que cubre la espalda de la que tiene adelante, porque para transformar la realidad en una leyenda que quedará como un hito es necesario contar con potencia, obstinación y rebeldía.

Argentina empató 0 a 0 contra Japón en su debut en el Mundial de Francia 2019 y derribó una barrera más: consiguió el primer punto en una Copa del Mundo organizada por la FIFA.

Este equipo sabe de qué se trata luchar: pasó dos años sin competencias, hizo una huelga para pedir mejores condiciones, exigió ser escuchado. Tenía cosas importantes para decir.

Necesitaba escupir la bronca por el destrato. Explicar que no podía ser que usaran la ropa que ya no usaban los varones. Mucho menos juntar dinero para costear los gastos necesarios para disputar un partido. Exigir partidos porque sin jugar ningún equipo llega a nada.

Hoy saltaron al Parque de los Príncipes como se sale a reclamar justicia: con organización, con una defensa que se movió en bloque y no falló, con la convicción de que este tiene que ser el Mundial del antes y el después. Y que de ahora en más ellas sean también la prioridad en el fútbol argentino.

Este equipo también rompe mitos. Las jugadoras perdieron la cuenta de la cantidad de veces que les dijeron que ellas no llenan estadios. Este lunes 25.055 personas vieron a Estefanía Banini en el estadio. Banini es la lucidez del conflicto: la que aporta la creatividad, la que alza la proclama de la imaginación al poder. No podía no hacerlo también en París. Banini gambeteó, aportó pausa, quebró la cintura. Fue esperanza en la adversidad.

“Pudimos reflejar lo que es la mujer argentina, la actitud, la pelea y la lucha que estamos haciendo por la igualdad”, dijo al final del partido.

El escritor argentino Santiago Llach se preguntó en uno de sus libros por qué se es hincha: “Porque hay que creer en algo”, se respondió. Estas pibas creen en ellas mismas. Y en todas las mujeres que juegan al fútbol.


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