200 años del combate naval del Callao de 1824: una fuga táctica de los patriotas

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La fortaleza del Callao, la base operacional marítima más importante de las fuerzas realistas españolas en el Pacífico Sur.


Por: Ricardo Romero Romero

5 de octubre de 2024 Hora: 20:48

Entrevista al historiador William García.

En la historia de la emancipación sudamericana que está enmarcada en la campaña libertadora del Perú (1823-1826) y en el ámbito de las decisivas batallas de Junín y Ayacucho de hace 200 años, hubo una confrontación marítima que ha sido levemente recordada por los académicos e investigadores, pero que ha sido objeto de estudio por aquellos que se decantan por la historia insurgente.

Se trata del combate naval del Callao del 7 de octubre de 1824, un enfrentamiento considerado por España como una victoria, pero cuyos planes concretos de cara al dominio del mar para proveer de insumos a los realistas en territorio peruano recibieron un golpe a su hegemonía colonialista por las fuerzas patriotas, en este caso las representadas por las escuadras combinadas de Perú y la Gran Colombia.

Luego de la capitulación de Ayacucho en los primeros días de diciembre, donde se obtiene la independencia del continente, el navío “Asia” y el bergantín “Aquiles”, pertenecientes a la armada realista, huyen de Perú con destino al puerto de Manila en Filipinas. Sin embargo,  la sublevación de la tripulación arrebata el poder a los españoles, entregando la nave principal al Gobierno mexicano y el bergantín al Gobierno chileno, sumado a su estado deplorable, siendo dado de baja por no ser apto para operaciones de guerra.

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El Navío «Asia» era el buque insignia de la última flota enviada por España con el propósito de obstaculizar los planes de Simón Bolívar en su Campaña de la Liberación del Perú, pero este, y cinco buques más, de la flota realista, al mando del Capitán de Navío Roque Guruceta, fueron enfrentados el 7 de octubre de 1824 en la batalla naval del Callao, por la Escuadra Colombo-Peruana, comandada por el Vicealmirante Martín Jorge Guise, evitando que lograrán el objetivo de romper el bloqueo naval a la fortaleza del Real Felipe y su salida al mar. Dos semanas después, este barco y otros más, zarpan hacia Chile para no volver jamás. !Que viva la Alianza Marítima Bolivariana!

Tanto el navío “Asia” como el bergantín “Aquiles” tuvieron su última aventura bélica y se convirtieron en un símbolo de la decadencia del otrora imperio español. A pesar de no ser derrotados en el combate naval, no logran sus premisas de mantener la hegemonía sobre sus antiguos dominios. Una fuga táctica de los patriotas que en esencia se transformó en una manera de alejar a su contendiente europeo de sus necesidades primordiales.

Para ahondar más sobre el tema, el historiador venezolano William García afinó detalles relacionados al combate que además se vincula a otras confrontaciones de su tipo en este periodo independentista.

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Vicealmirante Tomás Charles Wright, quien comanda el bergantín «Chimborazo» en la batalla naval del Callao. Además, Bolívar le instruye el ataque a los corsarios enemigos y la defensa de los buques republicanos.

¿Qué importancia histórica tiene el combate naval del Callao en 1824?

Si tomamos en cuenta el propósito de la flota enviada del Rey Fernando VII desde Cádiz, y su desenlace en el Pacífico Sur, podemos valorar la envergadura y la dimensión de la batalla naval del Callao. Su principal objetivo (el de los españoles) era brindar apoyo marítimo a las fuerzas realistas y, por consiguiente, terminar con el bloqueo naval a la fortaleza del Real Felipe en el Callao, pero no lo consiguieron. En fin, obstaculizar los planes de Simón Bolívar en la liberación del sur.

Su importancia también radica en que se trata un enfrentamiento entre la última expedición marítima española enviada para retomar el dominio en el virreinato peruano y la primera escuadra combinada en Sudamérica, cuya determinante alianza naval se debe al liderazgo continental de Simón Bolívar. Era la concepción imperial del monarca español contra la visión integracionista y emancipadora del Libertador.

¿Quiénes fueron los protagonistas?

El vicealmirante Martín Jorge Guise, quien comandaba la marina de guerra del Perú y a su vez, la escuadra combinada colombo-peruana. Su buque insignia, la fragata “Protector” (antes Prueba) y el teniente de  corbeta Santiago Simons en la goleta “Macedonia”, mientras que por la armada colombiana estuvieron el capitán de navío Tomás Wright al mando del bergantín “Chimborazo”, Tomas Drinot a bordo de la  corbeta «Pichincha” y Baxter en la goleta «Guayaquileña”.

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Vicealmirante Martin Guise, comandante de la Escuadra Combinada Colombo-Peruana. Además de ejecutar exitosamente el 25 de febrero de 1824 la táctica marítima «Quema de Buques» en la bahía del Callao, comanda la Escuadra Combinada Colombo-Peruana en la batalla naval del Callao.

Por la escuadra española estaba el capitán de navío Roque Guruceta, siendo su buque insignia el navío “Asia”, pero tenía por mayor de órdenes al teniente de navío Antonio Doral”. Su segundo comandante era el capitán de fragata Manuel Funes, mientras que el  teniente de navío Pedro Antonio Gould mandaba la corbeta “Victoria de Ica”; los tenientes de navío José Fermín Pavía y Manuel Quesada timoneaban los bergantines “Aquiles” y “Pezuela” y el teniente de fragata José Martínez, el bergantín “Constante”.

El parte de batalla levantado por Guise también destaca a “los capitanes Roberthon y Freeman y al coronel Soyer, por el denuedo y bizarría con que se batieron en el combate”.

Además de estos comandantes, se cuenta la tripulación de ambas escuadras, lo cual constituye un desafío el visibilizar el protagonismo de la tropa marinera a bordo.

¿Cuáles fuerzas combatieron en esta gesta del lado realista y el patriota?

La fuerza de una flota de guerra se mide la capacidad de su artillería. Tal como lo refiere el capitán de fragata Manuel I. Vegas en su libro Historia de la Marina de Guerra del Perú: 1821-1924 publicado en Lima, Perú, que “los realistas tenían en el Callao cinco buques grandes con 156 cañones y mayor andar que los nuestros”. Además contaban con una buena flotilla de cañoneras y una magnífica base de operaciones que en caso de combate les daba otra ventaja enorme.

Esto lo ratifica un testigo principal de los hechos, el general español Andrés García Camba en el Tomo II de sus Memorias para la historia de las armas españolas del Perú (1846, p. 210-211, al afirmar que “cuando el navío Asia y el bergantín Aquiles fondearon en el Callao, la superioridad marítima en las costas del Perú estaba pues ahora de parte del pabellón español”.

5 Fortaleza del Callao
La fortaleza del Callao, la base operacional marítima más importante del Pacífico Sur.

Mientras que la escuadra colombo-peruana contaba con cinco buques, dos barcos de la marina de guerra del Perú y tres unidades de la armada de Colombia, adscritos al 4º Departamento de Marina con sede en Guayaquil, el principal astillero del Pacífico Sur.

Su buque más fuerte llevaba 44 cañones que era la fragata “Protector”,  mientras que la corbeta “Pichincha”, portaba 18 cañones.; el bergantín “Chimborazo”, con 16 cañones; la goleta Macedonia, con 9 cañones y la goleta “Guayaquileña” con 14 cañones.

La artillería de la escuadra combinada suma 101 cañones. Sin embargo, la maniobrabilidad era más versátil y la capacidad de fuego era más efectiva.

El poder de combate de la flota española se distribuía de la siguiente manera: el navío “Asia”, de 74 cañones, la corbeta “Victoria de Ica”, de 30 cañones; los bergantines Pezuela y Constante de 18 y 14 cañones; mientras que el bergantín Aquiles, estaba armado con 20 cañones”.

¿Cuáles fueron las implicaciones de esa contienda en el marco de la campaña libertadora del sur?

El resultado del combate naval del Callao solo se puede medir por las acciones anteriores y por las repercusiones que este produce para la campaña. Visto desde la óptica continental, se evidencia la fortaleza de los patriotas en el Pacífico Sur, mientras que los realistas se debilitan. Esto produce un efecto, tanto moral como militar, ya que las operaciones terrestres hacia el Cuzco como en el asedio al Callao recibirán refuerzos.

Aunque no haya sido una victoria total, se logra interrumpir los objetivos de la expedición naval española y se evita la supremacía marítima en la principal base de operaciones navales, conocida como el Real Felipe del Callao. Una pérdida para la escuadra combinada, significaba dejar a los españoles una fortaleza sumamente estratégica y una flota intacta e imposible de enfrentar.

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A raíz de la entrega de la fortaleza del Callao, todas las unidades de transporte se verán obligadas a fondear y a atracar en otros puertos estratégicos ubicados en la costa Norte del Perú. A esto se debe que la Quinta Expedición Marítima que fondeara en Pacasmayo.

El primer impacto se verifica con la salida de la escuadra de Guruceta, la cual ocurre dos semanas después, el 20 de octubre de 1824, por instrucciones del mismo virrey, quien le ordena al capitán español salir hacia Chile, ante las noticias de la inminente llegada de la flota chilena al mando del vicealmirante Manuel Blanco Escalada, cuya escuadra había sido solicitada por Bolívar para fortalecer la alianza marítima. Al tiempo que lo hacía el Gobierno chileno ante el momento de tensión ocasionado por el arribo de escuadra realista.

El 19 de octubre, un día antes que el marino español abandonara la fortaleza del Real Felipe, había zarpado de Panamá la madre de todas las expediciones auxiliares de Colombia al Perú, con 14 buques y 6.008 hombres a bordo, la cual no correría el riesgo de ser detenida por una flota enemiga.

Mientras los españoles se debilitaban, los patriotas incrementaban sus fuerzas que vendrían a fortalecer la defensa de las costas peruanas y el asedio al Callao. Se cumplían así, los objetivos y las instrucciones dadas por el Libertador.

¿A qué se debe que este hito haya sido invisibilizado?

Esto se debe a una enorme carga de carácter epistémico, pedagógico y comunicacional, pero sobre todo, de carácter ideológico, que impiden hacer conciencia histórica de este importante enfrentamiento a la última flota naval enviada por España.

A pesar de que la batalla se libró en aguas peruanas, no existe hasta ahora una pintura que simbolice el combate. Ni siquiera el Gobierno de esa nación lo ha incluido en su agenda conmemorativa bicentenaria de este año 2024. De hecho, una reciente publicación de efemérides referentes al proceso independentista del Perú lo omite en lo absoluto.

Aunque algunos historiadores navales se han ocupado del tema, ha prevalecido en este caso la exacerbada inclinación de la visión “nacionalista”, al limitar la narración a las fronteras del Perú y esto hace que se pierda la esencia de sus implicaciones continentales para la campaña libertadora del sur. Se niega además el papel protagónico de Bolívar como el artífice de una alianza marítima, acción indispensable para detener los propósitos de una reconquista española.

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Ruta seguida por la flota española desde su zarpe en Cádiz hasta su final en México y Chile.

Esta visión sesgada es reforzada por la omisión de sus biógrafos más connotados, quienes lo pasan desapercibido y solo se inclinan a la narración de las victorias terrestres de Junín y Ayacucho. En Venezuela, nuestros libros textos de historia, tampoco lo mencionan.

Pero en el fondo, no es un hecho fortuito que la historiografía tradicional eluda al combate del Callao, mientras exalta las batallas navales de Mal Pelo y Cruces, registradas en 1828 durante la Guerra Marítima Antibolivariana, desatada por las élites peruanas e impulsada por los enemigos de la visión geopolítica integracionista de la “Marina Federal” planteada por Simón Bolívar, como son los Estados Unidos.

Esa abominable guerra marítima hizo sucumbir a la más brillante convocatoria de la Alianza Continental Naval para la defensa mutua. La falsa retórica de Wikipedia señala que  “el origen del conflicto se encuentra en una disputa territorial que surgió al consolidarse las respectivas independencias de ambos países”.

En un contexto como el actual, en donde se han retractado los falsos bolivarianos y apologistas del panamericanismo, y en donde se desata la furia antibolivariana, se intenta invisibilizar a Bolívar como estratega marítimo, mientras se le atribuye a Santander el mérito de un poder naval que ostentó la Republica de Colombia.

Esta aberrante distorsión es reforzada por una página electrónica identificada como “Blogger.com” en donde se publica el 16 de diciembre de 2017 un artículo denominado “Bolívar y Santander. Proyecto terrestre vs. Proyecto marítimo en la República de Colombia, 1826 – 1827”, el cual, de manera irresponsable asegura que “mientras que Bolívar miró hacia el sur con una visión netamente terrestre, Santander lo hizo al norte, con una visión marítima” (En  http://terrestrium-navalium.blogspot.com).

Algo totalmente alejado de la realidad, ya que es el Libertador quien asume la titánica tarea de levantar una escuadra de la nada, con la compra de buques y elementos necesarios para la navegación a vela, pero sobre todo convencer, ante una situación crítica de división e inestabilidad política, a la escuadra peruana para lograr la unificación de la marina colombo-peruana, cuya fuerza marítima es la que va a detener a la flota española en el Pacífico.

Se equivoca el redactor del referido artículo al afirmar que “Francisco de Paula Santander, como Vicepresidente encargado del Poder Ejecutivo entre 1821 y 1826, llevó a cabo una serie de labores que nos obligan a considerarlo como el mayor impulsor de la política y estrategia marítimas que Colombia desarrolló” (Ibídem, p. 16).

En la campaña marítima libertadora del Perú, Santander no tuvo prácticamente nada que ver, al contrario puso obstáculos y barreras como Vicepresidente de la República de Colombia ante los sucesivos requerimientos de carácter naval, formulados por Simón Bolívar. Si bien es cierto que a él se deben algunos aspectos de la armada colombiana, en el caso de la campaña emancipadora del Perú, no se le debe nada.

Craso error decir que “Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander fueron opuestos en sus visiones estratégicas. Mientras que Bolívar pensaba mayormente en términos de poder terrestre, Santander se inclinó más por el poder marítimo”.

Borrando este episodio naval de nuestra gesta emancipadora, nos mutilan el heroísmo y la conciencia histórica  para la defensa de nuestros espacios marítimos.

Sin esta fuga táctica de los patriotas el 7 de octubre en el puerto del Callao, ¿se hubiese puesto en peligro la victoria de Ayacucho?

El discurso lineal y la concepción militar terrestre de la historiografía tradicional no encuentra respuesta a una pregunta tan clave como esta. Resulta inobjetable que la liberación del Perú dependía de dos fuerzas que debían obrar de manera articulada: la marina y el ejército.

La guerra no se circunscribió solo al ámbito terrestre, sino que también se desarrolló en el espacio naval. En este sentido, hubo una sincronía de la campaña en los dos teatros de operaciones, tanto en la Sierra como en las costas y el Pacífico. Se requería mantener el control de estos espacios para la llegada de refuerzos de Colombia y esta es parte de la esencia del enfrentamiento marítimo en el Callao.

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La flota chilena solicitada por Simón Bolívar para fortalecer la alianza marítima, al mando del Almirante Blanco Encalada, obliga a la escuadra de Roque Guruceta a salir el 20 de octubre de 1824 del Callao. Guruceta la encuentra más adelante, pero elude el combate.

El Libertador estaba consciente que un revés militar, ya fuese naval o terrestre, ocasionaría un duro golpe a la campaña, porque se trataba de combates decisivos. En el preámbulo de la batalla de Junín, Bolívar instruía tres misiones específicas. Una era la de salir a la mar a atacar la escuadra española enviada por el monarca Fernando VII, y que se aproximaba al Callao; la otra era de estrechar el bloqueo a las costas y una vez derrotada la flota naval realista, se dirija a cumplir la tercera misión, como era la de facilitar la escolta a los buques de transportes de las próximas expediciones marítimas auxiliares de Colombia, apostadas en Panamá y Guayaquil.

El coronel venezolano Manuel Antonio López, en su obra citada (1843, p. 39-40), testimonia que tras la victoria de Junín, “el Libertador, por lo tanto, resolvió regresar a la costa, y mandar la división y algunos cuerpos que hubiesen llegado de Colombia, de donde se esperaban más auxilios, de conformidad con las órdenes expedidas con este objeto”.

Esto lo confirma Bolívar en carta que remite el 10 de noviembre de 1824 desde Chancay a Fernando Peñalver, al expresarle: “Yo fui hasta la Provincia del Cuzco y me he venido a libertar a Lima y a sitiar el Callao, también he venido a recibir los auxilios que vienen desde Colombia” (Memorias de O’Leary. Tomo XXX. Caracas. 1887, p. 10. Edición facsimilar digitalizada por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2020).

Dos días después, el 12 de noviembre, Bolívar reitera a Carlos Soublette al decirle que “el General Sucre se ha quedado con el ejército en la Provincia del Cuzco, haciendo una guerra de posiciones para dar tiempo a recibir los refuerzos que vienen de Colombia. Ratifica que se ha venido a la Costa a tomar Lima y el Callao y a recibir las tropas que deben marchar al Interior para aumentar la preponderancia y dar un golpe final” (Ibídem O’Leary. Tomo XXX. 1887, p. 17).

Por consiguiente, no cabe duda que el Libertador coordinaba y dirigía estrategias tanto de índole marítimo como terrestre. Una vez enterado del resultado del combate naval del Callao, escribe el 15 de noviembre de 1824 a Sucre para notificarle que “la escuadra española se ha ido para Quilca, con el objetivo ciertamente de recibir allí sus dispersos, si eran destrozados, o su emigración en un caso como éste” (Ibídem. O’Leary. 1887, p. 25).

A pesar de la noticia de la victoria que le comunica Tomas de Heres, Bolívar informaba a Sucre que si los enemigos “vienen a la costa perderán el ejército, pero pondrán a salvo sus personas y prolongarán algo más la guerra con un centro de operaciones como el Callao, y quizás con algunas expediciones marítimas, que a la larga serían destruidas” (Ibídem. O’Leary. 1887, p. 25).

Más adelante Bolívar le insiste a Sucre que su ejército “no debe venir a la costa; por ninguna razón; pues para sitiar el Callao y defender la misma costa, sobran los cuerpos que él tiene a sus órdenes” (Ibídem. O’Leary. 1887, p. 26-27).

No obstante, con el triunfo (aunque los españoles afirmen lo contrario) estratégico del Callao, la escuadra española hace velas hacia Chile y de este modo se evitaba la supremacía marítima española en el Pacífico. Así, el Ejercito Unido Libertador podía avanzar hacia el Cuzco, sin ningún temor, a darle el golpe mortal a los realistas en Ayacucho. Por otro lado, los últimos refuerzos que llegan de Colombia no tienen ninguna amenaza marítima. Por su supuesto, que el impacto de la victoria de Ayacucho fue fatal, o como Bolívar lo describe: fue el juicio final para los españoles”.

Mencione otras batallas navales en el marco de la campaña libertadora del sur…

Además de la batalla naval del Callao se suscitaron otros enfrentamientos, pero de menor proporción. Como por ejemplo, el combate escenificado el 5 de setiembre de 1824, también en la bahía del Callao. Christian Rodríguez Aldana en su trabajo de investigación “Las últimas banderas. Rodil, el Callao y las últimas batallas por la independencia del Perú (1824 – 1826)”, al citar el parte que emite el vicealmirante Guise, sostiene que “el resultado de esta acción ha sido la pérdida del capitán de la tropa de marina que falleció hoy de sus heridas, y de dos marineros, uno de esta fragata y el otro de la Macedonia. Los enemigos recibieron daños más considerables. Se les echó a pique una lancha cañonera y otra fue averiada malamente del mismo modo que uno de sus botes. Además se me ha asegurado que han tenido como 26 muertos y 16 heridos” (2017, p. 115).​

No puede pasarse desapercibida “la guerra de corso”. Hubo una fuerte batalla y con alguna incidencia durante la campaña marítima por la liberación del sur. Los corsarios españoles recorrieron las costas del Pacifico, causando daños severos, tanto a la escuadra colombo-peruana como a los buques mercantes con banderas neutrales.

Autor: Ricardo Romero Romero

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