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A Diego con el alma

| Foto: EFE

Publicado 27 noviembre 2020



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Hacé jueguito si querés, Dieguito. Te diría que no te vayas nunca, pero... ¿quién soy yo para pedírtelo? Te vamos a necesitar. Siempre. Para toda la eternidad.

Se terminó el siglo XX. Dicen que partió el ser humano más popular del mundo contemporáneo. Me resisto a creerlo. De vos, Diego, siempre hablaré en presente hasta que también llegue mi hora.

Mientras tanto, voy a aprovechar cada segundo para enarbolar tu bandera hasta lo más alto. La de la felicidad de los invisibles y la de plantarse ante los poderosos que quieren enseñarte cómo vivir, pero que nunca serán recordados como vos. Deseo que tu mensaje se mantenga y trascienda todas las generaciones. Somos millones quienes nos vamos a encargar de mantener tu llama eternamente.

Ahora, que ya descansás con tu mamá doña Tota y tu papá don Diego, vuelo en el tiempo. Si, el que se detuvo para permitirme algunas preguntas: ¿Qué sueña Pelusa, el pibe de Fiorito, mientras va y viene de su humilde barrio a entrenar a la Paternal con los Cebollitas? ¿Qué se le cruza por la mente a ese Diego que toca el cielo con las manos en México ‘86 obsequiándole la Copa del Mundo no sólo a todas y todos los argentinos sino también a la Patria Grande? ¿Qué piensa ese Diez que hace grande a un pequeño club del sur de Italia, que estaba llamado a ser postergado por el norte rico (sólo de dinero)?

Diego, quiero contarte algo: todas y todos los que amamos al fútbol y la vida, desde pequeños dormimos abrazados a la pelota y soñamos hacer tus maravillosas jugadas para luego salir de la cancha con el pecho inflado. Seguramente ya lo sabés. Pero vos, únicamente, sos y serás la figurita más difícil del álbum. El mejor.

Del barro a la gloria, eludís las adversidades más grandes. Sos un artista con todas las letras. Algunos te critican y te juzgan. Seguramente los incomodaste. Lo que nunca podrán decir es que hiciste apología de tus demonios, sino todo lo contrario. “¡Qué jugador hubiera sido!”, confesaste un día y se nos partió el corazón. Por expresar lo que sentís, te lo cobraron varias veces. Te cortaron las piernas. Y siempre seguiste apilando rivales, barrilete cósmico.

Somos millones de lágrimas que te queremos y amamos como a un hermano. Sos nuestra familia. La vida pasa, pero vos, Pelusa, siempre quedarás. Como un faro a alcanzar pero que no podremos igualar.

Hacé jueguito si querés, Dieguito. Te diría que no te vayas nunca, pero... ¿quién soy yo para pedírtelo? Te vamos a necesitar. Siempre. Para toda la eternidad.
 

Pablo Larsen
Locutor Integral de Radio y Televisión argentino
Matrícula 12.801


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