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Tenemos que vernos como nuestro ser histórico de Patria Grande que hemos sido divididos para ser dominados.

Tenemos que vernos como nuestro ser histórico de Patria Grande que hemos sido divididos para ser dominados. | Foto: Psicoglobal

Publicado 15 octubre 2021



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Es hora que hagamos nuestro camino, no el que nos imponen en los grandes círculos colonizados académicos o en los medios hegemónicos.

Coincido con el filósofo Enrique Dussel, con respecto a la liberación necesaria en América Latina, empezando por sacarnos de encima la dependencia, el eurocentrismo, y que pensemos por nosotros mismos, de acuerdo a nuestra realidad no la de otros que nos piensan de acuerdo a su propia realidad y visión.

Es hora que hagamos nuestro camino, no el que nos imponen en los grandes círculos colonizados académicos o en los medios hegemónicos o en los grandes círculos culturales, tan o más dominados que el de los círculos económicos, políticos, judiciales, de inteligencia o de seguridad. Es hora de elegir a nuestros amigos y reconozcamos a nuestros enemigos, no los que nos dicen que lo son.

Tenemos que vernos como nuestro ser histórico de Patria Grande que hemos sido divididos para ser dominados. Cuando el mundo se está reconfigurando debemos más que nunca pensar por nosotros mismos y entender que nuestra pobreza no se debe a un territorio sin recursos o a una inherente incapacidad o supuesta indolencia en nuestra raza o en nuestros genes.

La pobreza nos obliga a trabajar más que los ricos adormecidos en sus comodidades. Los vicios son parte de lo que nos han inculcado para dominarnos, no es que tengamos una especial inclinación a dejarnos caer en ellos. Es la condición de todos los pueblos que han sido dominados o que lo siguen siendo. Siempre el dominador intenta convencer de la incapacidad natural del dominado.

También coincido con este pensador argentino y mexicano tras su exilio forzado en los 70, Dussel, en otra cosa (no en todas las cosas que dice), y es en un cristianismo latinoamericano no capitalista ni feudal. Que recuerda a los cristianos del primer siglo que se oponían al imperio antes de unírsele a él. Aquellos que ponían en comunión sus bienes y eran perseguidos por los romanos.

Sus charlas con el jesuita Scanone a fines de los 60 en Argentina, que dieron lugar a la filosofía de la Liberación eran escuchadas por un joven sacerdote también jesuita, hoy papa. En aquel entonces Bergoglio escuchaba las charlas sobre un cristianismo de liberación que optaba por los pobres, para liberarlos de las injusticias de un capitalismo, que concentraba la riqueza en pocas manos privadas, que se agigantaban a costa del pueblo.

Según este filosofo latinoamericano, Marx critica no a la religión en general sino a la religión imperial, como lo hizo Jesús con los mercaderes del templo. La religión que endiosa al capital y le sirve a la vez, que amansa a los pobres para que se resignen a su pobreza.

De acuerdo a Dussel, que dice haber estudiado con un grupo de cuarenta alumnos suyos de la Universidad Autónoma de México a Marx durante siete años, “renglón por renglón” - como muy pocos o nadie de los marxistas ha hecho: el filósofo alemán no era ateo de todo dios, sino de los falsos dioses.

Algo semejante se dice de Nietzsche. Hay que repensar la historia y releer con nuestros ojos a los filósofos en vez de repetir lo que nos dicen. Según los pensadores del siglo XVIII en Europa con Hegel a la cabeza, no consideraban a Latinoamérica como parte de la historia universal sino ajena, en estadios pre históricos.

Pero, nosotros, pensando por nosotros mismos y después de haber sufrido la dominación, la división de nuestra Patria Grande, y el robo que nos han hecho dejándonos tanta pobreza tenemos que entender que la versión “moderna” de los europeos es arbitraria, es falsa. Ellos se vanaglorian para que estemos siempre mirándolos como superiores.

China y España eran modernas antes de que lo sea la modernidad europea del norte, que impuso esta noción de la clasificación de la historia a todo el mundo, para mostrarse como los adelantados y más evolucionados. Desgraciadamente pocos son los que la cuestionan. Quizás pocos sepan que Descartes, el “padre de la modernidad” estudió en la escuela jesuita de Francisco Suárez.

También concuerdo con Dussel, en que el fracaso del secularismo introduce una nueva era de un planteo religioso distinto, lejos de posturas dogmáticas, inquisidoras, intolerantes, cerradas, sectarias, fanáticas. Pero inquisidor no es quien considera algo prohibido y respeta la ley de Dios, sino quien se impone por la fuerza sin razón, como hace el imperio para imponernos sus leyes anti populares y de privilegio de unos pocos.

Una nueva era religiosa más cerca del buen samaritano, y más lejos de estructuras cerradas y agobiantes, que no hacen nada por la liberación de los oprimidos. Pastores que no pastorean, sino que, con poco “olor a oveja”, son indiferentes a los estragos de los lobos y prometen con complicidad una mejora en un más allá.

Pero la lógica profética del más allá es que uno debe esforzarse en todo lo que dependa de uno y aquello que está más lejos de su alcance y el de la comunidad organizada con fines de poder ejercer soberanía lo deje en manos de Dios.

La justicia plena es una tarea irrenunciable para quien quiera tener un buen lugar junto a Dios en los cielos el día del Juicio Final. Justicia perseguirás dice la Biblia y perseguid el Reino de la Justicia y lo demás se os dará por añadidura enseñó Jesús. Jamás Jesús enseñó la indignante resignación. Es sabido que los profetas enseñaron que seremos interrogados por nuestras acciones.

En términos coránicos, cada uno será invitado a leer su libro donde están todas sus acciones en este mundo, pequeñas y grandes e incluso las que habíamos olvidado serán tenidas en cuenta. Allí se verá qué y cuánto ha hecho cada uno por la justicia. Allí serán los premios y castigos de Dios en plenitud.

La crisis de Occidente es una crisis de civilización, de modo de vida, de valores invertidos, por eso esta crisis como oportunidad nos indica la necesidad de una nueva teología liberadora. Cuando se pierde el rumbo, hay dos saberes que enseñan los fines últimos (hacia dónde vamos o deberíamos ir), la filosofía con lenguaje de elite y la teología con lenguaje de masas.

Dussel dirá que el fundamentalismo no es algo propio de algunos extremistas musulmanes, no, también está el sionismo y los cristianos partidarios del imperio. La religión no es diferente a la política, al arte, a la ciencia o a la filosofía, puede estar al servicio de la liberación o de la dominación. En ambas funciones es poderosa como el resto de las disciplinas sino más. Marx decía, la crítica de un sistema comienza por la religión y la crítica al capitalismo comienza, decía, por la religión que le sirve de marco justificador o cómplice.

Dussel dice bien, si la religión fuera nada más que esas formas de fundamentalismo yo también pediría más secularismo. Pero hay que ver cómo el imperio ejerce su dominio sobre todas las cosas desvirtuando su verdadera naturaleza al servicio del hombre para convertirlo en instrumento de dominación.

También en el uso imperial de las religiones. ¿Qué profeta no se enfrentó con el imperio de turno y qué imperio no convirtió a la postre el mensaje de esos mismos profetas en instrumento de dominación, al menos hasta donde se lo permitieron? ¿Acaso los peores enemigos de Jesús no fueron los fariseos, religiosos por fuera, opresores por dentro, descritos como víboras por Jesús?

Los sacerdotes de la idolatría en Meca enfrentaron al profeta Muhammad y el Imam Jomeini dijo “de nadie sufrí tanto como de los santurrones”. Los que para no meterse en problemas decían que la política es cosa sucia, no hay que meterse para mantenerse limpio de espíritu. Claro, gente así nunca será un problema para el imperio de tuno, al contrario, en vez de perseguirlos como a los profetas, les brindarán custodia. Pero cuando el imperio se ensaña con una religión y con unos religiosos, entonces a parar las antenas, ahí hay un poder grande para la liberación.

Dussel nos dice que, en un texto de la juventud de Marx, el filósofo alemán dice, el cielo no es de otro mundo (nosotros diríamos no sólo de otro mundo), hay que buscarlo en esta vida y los creyentes deben establecer en la Tierra el Reino de Dios.

“Venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad así en la Tierra como en el Cielo” enseñó Jesús a sus apóstoles para que oren cuando éstos le preguntaron qué pedir al Todopoderoso. ¿Cómo es que permitimos que hayan convertido al mundo en un valle de lágrimas, en un páramo lleno de sufrimientos para tantos, y lo que es peor, hayan pretendido hacer responsable a Dios que se lo habría dejado como territorio a Satanás? ¡Qué Dios débil o malvado sería ese!

Desde otro ángulo, el gran filósofo rioplatense Methol Ferré también critica al post modernismo europeo que se extiende como una mancha de petróleo en otras latitudes sumisas a sus influencias. En esta pseudo ideología imperante en la actualidad se ensalza el relativismo, el individualismo, el hedonismo, la frivolidad, la lucha de sexos, etnias, razas, como herederas y suplantadoras de la idea de lucha de clases.

Es la atomización de la sociedad, cada uno es como un dios que puede hacer lo que quiere porque el eje del bien y el mal no es otra cosa que su propio deseo, sin historia, sin raíces, fácilmente manipulable por los centros de poder y decisión que deciden por ellos, aunque se crean libres.

En otra parte continúa Dussel diciéndonos que los españoles criticaban a quienes se inmolaban voluntariamente en sacrificio a su propio dios o a quienes los sacrificaban, pero los españoles (muchos y muchos no, hay que evitar las generalizaciones ligeras), inmolaban a otros a su dios plata, en la boca de las minas de plata del Potosí.

Los indios que hacían esta práctica execrable lo hacían a la luz del día, no disimulaban. Los españoles que extenuaban a los indios en las minas en muchos casos hasta la muerte, lo hacían en la oscuridad, lejos de la vista del gran público. El imperialismo ha perfeccionado el cinismo, para las mismas prácticas aberrantes de siempre.

Antes se hacían sin disimulo, con menos doble discurso. La teología de la liberación quiere poner de nuevo al cristianismo de pie termina diciéndonos Dussel. Hasta ahora no lo ha logrado, pero pensar en hacerlo ya es algo.

Los movimientos de liberación deben saber que tienen fuertes y potenciales aliados en el mundo de hoy. Sin duda, los musulmanes revolucionarios que resisten en el mundo islámico la dominación imperial y la hacen retroceder día a día, son una fuente de inspiración y esperanza para quienes quieren ver.

Publicado originalmente en Segundo Paso Cono Sur


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