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El diálogo se desarrolló en Guaraní, mi lengua, por lo que fue perfectamente comprensible para mí.

El diálogo se desarrolló en Guaraní, mi lengua, por lo que fue perfectamente comprensible para mí. | Foto: Pixabay

Publicado 24 octubre 2022



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Y aunque lo relatado puede parecer inverosímil, se produjo realmente en el país de la terrible dictadura de Alfredo Stroessner.

Durante mi estancia en el infierno carcelario de Stroessner fui testigo en varias ocasiones de hechos insólitos, algunos de ellos de carácter tragicómico, como el que contemplé en la Sala del Tormento, en el Departamento de Investigaciones en Asunción, en diciembre de 1974, donde estaban torturando al propietario de un toro llamado “Fidel Castro”. El campesino al que estaban torturando era de mi pueblo, San Lorenzo, y por su parte el animal era conocido en toda la zona por sus cualidades reproductoras.

Pastor Coronel, jefe de la Policía Secreta del dictador, había comprado, para pasar los fines de semana, una casa-quinta que estaba colindante con la del campesino en cuestión, apellidado González. Una noche, una gran tormenta tumbó un árbol que servía de poste-lindero entre las dos propiedades, arrastrando la cerca de alambrado que las dividía. Durante la madrugada, el toro, con fama de excelente reproductor, se metió en la propiedad de Pastor Coronel causando daños en el jardín y en la pequeña huerta casera.

El “Jefe”, enterado de la “invasión” por su leal capataz, reaccionó con prontitud y ordenó de inmediato un despliegue policial que se tradujo en la detención y ejecución del subversivo animal protagonista de la “invasión” al tiempo que ordenaba también la detención de su vecino propietario, el campesino González.

Llevado a la Sala del Tormento del Departamento de Investigaciones el campesino fue sometido a un intensa indagación con la consiguiente tortura. Aunque, como otros episodios que relato de mis experiencias carcelarias, cueste de creer por el carácter surrealista del diálogo, recuerdo perfectamente lo esencial del mismo al ser testigo del increíble hecho, que se desarrolló de la siguiente manera:

-   ¿Sabe usted leer y escribir?

-   No. Entre en la escuela pero solo llegué al segundo grado y fui reprobado.

-   ¿Usted sabe quien es Fidel Castro?

-   No. No es mi conocido.

-   Y entonces ¿por que puso usted ese nombre al toro de su propiedad? ¡bandido comunista, terrorista, asesino!

-   Bueno, siendo todavía el toro un novillo, un día me visitó mi compadre y viendo que el animal tenía testículos muy grandes, y habiéndole contado mi plan de hacer de este animal un “reproductor” me dijo: “Lo felicito compadre por la idea de reservar ese pedazo de animal como reproductor y estoy seguro que se comportará como FIDEL CASTRO, el rey de los toros, y no habrá vaca que no fecunde ni toro que lo compita.” De ahí su nombre.

-   ¡Pelotudo, idiota útil! ¡Seguro que su compadre es un castrista!

-   No, es el chófer.

-   Ah, usted se hace el estúpido. ¿Cómo se llama y dónde vive su compadre? ¡Qué prosiga la tortura hasta que hable el izquierdista!

El diálogo se desarrolló en Guaraní, mi lengua, por lo que fue perfectamente comprensible para mí. Y aunque, repito, lo relatado puede parecer inverosímil, se produjo realmente en el país que presumía de ser “el país de la democracia sin comunismo”, el país de “Paz y progreso”, en realidad el país de la terrible dictadura de Alfredo Stroessner. Queden para la historia episodios como este que reflejan la verdadera catadura moral y cultural de aquella dictadura la existencia de la cual la memoria histórica tiene el deber de preservar y  contribuir a que no se olviden sus desmanes. Que estos testimonios carcelarios contribuyan a ello.

Martín Almada, víctima del Plan Cóndor y descubridor de sus  Archivos Secretos / Archivos del Terror.  22.12.1992  


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