Claves marítimas en la campaña libertadora del Perú previas y después de Ayacucho

Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho, lugar que conserva el patrimonio natural e histórico de la Batalla de Ayacucho, Perú. Foto: andina.


Por: Ricardo Romero Romero

8 de diciembre de 2024 Hora: 21:19

Antes de la contienda del 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, donde se peleó la Batalla de Ayacucho; una serie de eventos, maniobras, guerra de guerrillas, combates navales, despliegues y repliegues de los bandos realistas y patriotas fueron determinantes para la victoria final de los comandados por Antonio José de Sucre.

Los hechos han sido contados a través de diversas narrativas y desde las visiones académicas, así como las desarrolladas por los especialistas de la historia insurgente, que nos permiten tener un panorama de las claves marítimas de la Campaña Libertadora del Perú que se inicia en 1823, cuando el Congreso peruano solicita al Libertador Simón Bolívar que asuma el liderazgo de la causa independentista.

Para darnos más detalles de estos acontecimientos, incluyendo contradicciones y respectivos logros de los protagonistas de la gesta emancipadora sudamericana en acciones de mar, los historiadores José Gregorio Maita y William García, en exclusiva para teleSUR presentan sus argumentos, cada uno con perspectivas que reflejan un debate que coincide con aquello que alguna vez expresó el intelectual venezolano Enrique Bernardo Núñez cuando dijo: “la historia es pasión de actualidad”.

Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho, lugar que conserva el patrimonio natural e histórico de la Batalla de Ayacucho, Perú. Foto: andina.

Las estrategias en el mar

Abordando el tema de la organización, estrategia  y consolidación de la marina que contribuyó a la campaña libertadora del Perú entre 1823 y 1826,  sobre las acciones concretas de Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar, José Gregorio Maita expone:

Si bien el Libertador Presidente [Bolívar] enseguida detectó la necesidad de contar con una escuadra en el Pacífico, y ya a comienzos de 1822 decretó la creación de la Escuela Náutica de Guayaquil; el trabajo real recayó en los capitanes de navío John Illingworth y Thomas Wright.

En ese contexto, William García diserta:

La estrategia se debe al Libertador Simón Bolívar, porque él es quien visiona, prepara, organiza y coordina la toma de los puertos principales para avanzar en la campaña. En Guayaquil, que es la base de operaciones, Bolívar manda a comprar buques por la carestía de naves de guerra y hace una alianza con el Perú y logra una armada colombo-peruana. Bolívar dicta las estrategias de orden marítimo, manda a buscar marineros americanos, manda a fortalecer todos los barcos con cañones, velas. El Libertador baja después de Junín a la costa, a dirigir más de cerca, desde el puerto de Chancay, por cierto, un megapuerto hoy inaugurado por los chinos en Perú.

Desde Chancay, dictamina  para que comience a funcionar comercial y militarmente al puerto de Ancón y más adelante a Chorrillos,  porque el Puerto del Callao estaba bloqueado. Bolívar es el artífice de atacar el Callao, de bloquearlo, de quemar los buques que nos habían capturado allí y de rendirlo.

De su investigación concerniente a Santander y lo marítimo, aporta:

(…) al contrario, lo que hizo fue obstaculizar en todo momento el envío de tropas y los pedidos que hacía Bolívar en todo lo relacionado a la flota naval. Santander jamás se subió a una unidad marítima de guerra, jamás arriesgó su vida, ni nunca dirigió una campaña en el mar.

Relacionado a la autoría sobre las órdenes e instrucciones para las operaciones marítimas empleadas en la campaña libertadora ya referida, Maita en sus consideraciones resalta:

Se formó un mando naval conjunto colombo-peruano, primero al mando del almirante Martín Jorge Guise, de Perú, y luego del capitán de navío John Illingworth, de Colombia.

A estos datos, García diserta:

(…) fue Bolívar quien dicta todas las orientaciones de legislación marítima, como la habilitación de puertos, como la orden del bloqueo entre fases, 21 de febrero de 1824, 16 de marzo y 2 de enero de 1825, que eran órdenes contundentes.

Bolívar baja a las costas a dirigir una campaña de cerca, mientras que el virrey de la Serna se queda en el sur. O sea, lo que hace más efectiva y operativamente la dirección de la costa, todo lo que tuviera que ver con las misiones navales.

Santander se quedó boicoteando, saboteando, porque ya había indicios de una conspiración. Posteriormente, Santander conspiró junto a José Prudencio Padilla (a quien se le reconoce como héroe de la Batalla Naval del Lago) para asesinar al Libertador. Son los indicios que se tienen acerca del intento de magnicidio contra el Libertador. No hicieron nada en términos navales en la campaña del Perú.

Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho, lugar que conserva el patrimonio natural e histórico de la Batalla de Ayacucho, Perú. Foto: andina.

Bolívar y Santander en la discusión naval

Haciendo una retrospectiva de la experiencia directa de Bolívar y Santander en enfretamientos navales, Maita hace sus argumentaciones:

Bolívar solo estuvo en un combate naval, el Combate Naval de Los Frailes el 2 de mayo de 1816, en la Expedición de Los Cayos. Santander nunca peleó en el mar.  El arquitecto,   organizador, artífice de la Expedición de Los Cayos de 1816 fue el almirante Luis Brión. A partir de ahí se creó la flota patriota. Para 1823-25, la antigua República de Colombia había reunido la segunda mayor flota de América, en base a adquisiciones en el extranjero con base en empréstitos, así como captura de buques enemigos.

Desde esa circunstancia, García considera las experiencias y contextos que enmarcan lo que él considera, la formación y pericia del Libertador:

La primera visión política de Bolívar es de ir en función de diplomático a Londres. Son 4.912 millas que él viaja de ida y de vuelta. Pero la primera vez en combate realmente fue durante la Expedición de Los Cayos que incluye la batalla naval de Los Frailes. Primero, viene una expedición inicial, luego se reembarca en Ocumare, y el barco donde él va a regresar a Haití, a Los Cayos, lo azota una tormenta. El bergantín se llamaba Indio Libre. Bolívar casi perece en esa alta marea.

La segunda que podemos citar es cuando aborda el buque del Chimborazo, desde Guayaquil, el 7 de agosto de 1823, precisamente para liderar la campaña del Perú. El buque tiene un incendio en la cocina y logran apagarlo. Allí pone su vida en riesgo. Pero Santander, como jamás se llegó a montar un barco, no se le puede decir que tuvo riesgo, y mucho menos “padre de la marina”.

Adelantándose hacia años más tarde la Batalla de Ayacucho, Maita también hace sus referencias en lo que respecta a la guerra marítima antibolivariana, que según señalan algunos investigadores como José Sant Roz, fue desatada por la oligarquía peruana entre 1828 y 1829 atentado contra la vida del Libertador en la noche septembrina, enmarcado una rebelión contra el Libertador:

En 1828 Santander fue depuesto de la vicepresidencia, cuando Bolívar asume la dictadura y deroga la Constitución de 1821. Por otra parte, en 1826 Bolívar, ante la crisis financiera, decide prácticamente desmantelar la marina, dando preferencia al ejército. Si bien eso causó malestar en el general Padilla y el mando naval, el alzamiento de Padilla en Cartagena no obedeció a eso, sino a su apoyo a reivindicaciones salariales de los soldados y marineros que él apoyó.

Realmente Padilla cayó en una trampa de Mariano Montilla, quien lo odiaba por haberle quitado a una amante, Juanita Rodríguez, la «zamba jarocha”, una mulata de Curazao. En la Noche Septembrina los alzados tratan de poner al frente a Padilla, liberándolo de su  celda, pero él regresó a su presidio. Nunca se pudo demostrar su vinculación y aún así se le condenó. Pedro Carujo, quién entró a la habitación del Libertador para matarlo, contó que cuando Urdaneta le dio el indulto y salvoconducto firmado por Bolívar, le dijo que ellos sabían que Padilla era inocente, pero que había sido condenado para prevenir a Páez en Venezuela. No fue una rebelión de la marina contra Bolívar, sino cuestiones personales, malos entendidos, intrigas y luchas de poder.

Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho, lugar que conserva el patrimonio natural e histórico de la Batalla de Ayacucho, Perú. Foto: andina.

Combate naval del Callao

Un enfrentamiento táctico en el mar peruano, entre las fuerzas realistas y la armada patriota, se produjo precisamente el 7 de octubre de 1824, en los predios del puerto del Callao. Los españoles afirman haber ganado ese combate, historiadores como Henry Navas expresan que “fue tabla” o que no hubo un ganador en ese episodio histórico, a lo que García rememora:

Cuando lo revisamos desde la óptica geopolítica, continental y mundial, nos damos cuenta que el objetivo del rey Fernando VII, que había retomado su trono, de enviar esa flota, lo dice actualmente, para obstaculizar los planes de Bolívar y para seguir el control marítimo en el Pacífico Sur, pues llega. Y este enfrentamiento, aunque no fue una batalla decisiva, se logró sus objetivos principales.

Se puede decir que los patriotas lograron evitar que la flota realista enviada por España, el navío Asia, el bergantín Aquiles, el Pezuela, el Constante, los cinco buques que enfrentaron a la armada colombo-peruana dirigida por el almirante Martín Guise, el propósito era que les permitiera posicionarse en el mar. Eso se lo impiden. Se le impide también el liberarse del cerco. El bloqueo naval lo decreta Bolívar el 21 de febrero de 1824. La batalla ocurre el 7 de octubre de 1824 y Bolívar recrudece el bloqueo hasta el 23 de enero de 1826, que lo rinden. Esa flota es militarmente derrotada porque no cumplió los objetivos para los cuales fue mandada por el rey Fernando VII.

Sobre esta refriega marítima en los predios del puerto del Callao, en su alocución Maita señala:

Ese combate fue el más importante de la campaña naval en el Pacífico entre 1823 y 1826. Aunque fue un empate táctico, fue una victoria estratégica patriota porque se logró continuar el bloqueo al Callao, hasta su rendición a inicios de 1826. La Fortaleza del Real Felipe en el Callao fue el último reducto español en Sudamérica.

Bajo el calor de esta deliberación, surge la interrogante… ¿Por qué algunos historiadores consideran a Santander el padre de la marina colombiana y desconocen el mérito de Bolívar en esta importante fuerza militar? A lo que responde Maita:

Santander siempre promovió a Padilla, en oposición a oficiales de origen extranjero, por orgullo nacional y quizá para ganar apoyos políticos. Santander también desarrolló la marina y fue partidario de la expedición a Cuba y Puerto Rico. Posiblemente Santander no fuese del todo un navalista, sino que se dio cuenta que dando preferencia a la marina y a la milicia sobre el ejército, Bolívar y los bolivarianos podrían perder fuerza. En contraste, Bolívar tenía una visión más terrestre, como Napoleón, más centrada en los Andes y pensaba que la alianza con Gran Bretaña supliría la falta de un poder naval. No obstante, sí entendía la importancia del mismo.

La réplica de García en el contexto de las contraposiciones de Bolívar y Santader, razona sus premisas:

Hay dos contextos en los cuales ha sido atacada la figura y la imagen de Bolívar, en su propia época y en nuestros días. Desde luego la revolución bolivariana se hace continental a través de esa visión de Bolívar, captada, recuperada, retomada por Chávez. La oligarquía, la élite academicista, manipula, sesga, inventa y quiere atribuirle sin ningún argumento sólido méritos en lo marítimo a Santander para desprestigiar a Bolívar, para deshonrarlo, pero sobre todo para arrebatarle su gloria como pensador y estratega marítimo.

También lo fue terrestre, pero esto no había sido abordado sino de manera solapada. Entonces, estos académicos tienen una postura totalmente santanderista. Sabemos a qué posición ideológica ellos escriben, sabemos a quién le tributan, sabemos quién los conduce, sabemos que tienen una postura antibolivariana. Defender a Santander, atribuirle algo de lo que no tiene mérito es posicionarse como antibolivariano, pero se debe a todo ese marco de ataque desde todos los medios, desde el libro, desde la televisora, desde todos los espacios académicos.

Ayacucho representa un símbolo de lucha, resistencia y a la vez de gloria nuestroamericana. Para este bicentenario histórico, la batalla de las ideas cobra cada día más fuerza y en ese sentido, la historia insurgente y el acontecer actual demuestran que los pueblos siguen en lucha para mantener su libertad y alcanzar su plena emancipación.

Fuente: teleSUR - Ricardo Romero Romero

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