Crisis y oportunidades en los diálogos de paz con el ELN

Estos diálogos de paz representan uno de los esfuerzos más importantes para lograr una paz duradera en Colombia.


Por: Alfonso Insuasty Rodríguez

22 de septiembre de 2024 Hora: 19:21

Los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) representan uno de los esfuerzos más importantes para lograr una paz duradera en Colombia.

Este proceso, que ha enfrentado numerosos altibajos, está marcado por la complejidad del conflicto, su relación con la frontera colombo-venezolana y el impacto en las comunidades rurales. Desde su inicio en los años 60, el ELN ha representado un desafío significativo para el Estado colombiano y los territorios bajo su influencia, pero también se constituyen en una oportunidad para avanzar en las urgentes y necesarias transformaciones de país.

Los Inicios de los Diálogos y la Actual Crisis

El 21 de noviembre de 2022, bajo el Gobierno de Gustavo Petro, se reanudaron los diálogos de paz con el ELN en Caracas, Venezuela, con la participación de países garantes como Noruega, Venezuela y Cuba, además de la ONU y la Iglesia católica. Este proceso, iniciado en 2017 bajo Juan Manuel Santos y suspendido durante la presidencia de Iván Duque, ha avanzado en algunos frentes clave, pero ha experimentado retrocesos significativos, como la crisis que surgió en agosto de 2024, cuando el Gobierno suspendió las conversaciones.

Las tensiones en los diálogos de paz reflejan desacuerdos internos en el Gobierno de Petro y dudas sobre el enfoque utilizado que evidencia en últimas seguir priorizando el Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) como objetivo, sin avanzar hacia transformaciones estructurales que solucionen las causas profundas del conflicto.

Avances Clave: El Acuerdo de México y la Participación Ciudadana

Uno de los mayores logros del proceso fue la firma del Acuerdo de México, que estableció una visión compartida de la paz. Además, la inclusión de la sociedad civil en el proceso ha sido otro avance destacado, en respuesta a una demanda histórica del ELN. En el Acuerdo 9, se definieron tres fases para la participación de diversos sectores sociales en la construcción de una agenda de transformaciones estructurales.

La primera fase de este acuerdo fue un éxito rotundo, con la participación de más de 8.500 representantes de campesinos, indígenas y otros grupos. Esta participación, de carácter vinculante, permitió que las comunidades afectadas tuvieran voz directa en la mesa de diálogos. Este modelo de participación inédita en Colombia culminó con la firma del Acuerdo 28, que formalizó la metodología para las fases siguientes del proceso.

Sin embargo, sectores conservadores, incluyendo empresarios, gremios y políticos de derecha, se opusieron con vehemencia a este acuerdo sumando tensiones al proceso.

El Cese al Fuego: Logros y Retos

Otro logro histórico fue el cese al fuego bilateral firmado en 2023, y que se prolongó por un año, que sin duda trajo alivio humanitario a muchas regiones afectadas por la violencia armada. Durante este periodo, se implementaron caravanas humanitarias que visibilizaron la magnitud de la crisis en territorios como Bajo Calima y Medio San Juan, entre otros. Sin embargo, la expiración del acuerdo en agosto de 2024 y la negativa del Gobierno a renovarlo marcaron un punto crítico en los diálogos de paz.

El ELN condicionó la renovación del cese al fuego a su exclusión de la lista de Grupos Armados Organizados (GAO) y el reconocimiento de su carácter político, lo que no fue atendido por el Gobierno.  

El Gobierno no reanudó el cese bilateral que concluyó el 3 de agosto y en voz de su Ministro de Defensa reanudó las acciones ofensivas representadas en capturas, bajas, entre otras. Aún en esta situación, el ELN hizo pública su declaración de Cese Unilateral por otras dos semanas esperando una respuesta del Gobierno, pero ante esta iniciativa tampoco hubo respuesta.

En consecuencia, el ELN retomó su ofensiva militar en el marco del conflicto armado interno con ataques como el ocurrido en Arauquita, con un saldo lamentable de dos soldados muertos y otro tanto heridos, sin reportar afectados civiles.

Es importante resaltar que este cese al fuego se acompañó de la declaratoria de varias zonas críticas, lo que permitiría focalizar acciones para atender a comunidades afectadas, desplazadas o confinadas por el conflicto armado y amenazadas por el avance del paramilitarismo. Se acordó la creación de un observatorio sobre esta etapa del paramilitarismo y sus nuevas expresiones.

Desafíos Persistentes: El Paramilitarismo, enfoques y la Oposición Política

Uno de los principales obstáculos para la paz es el resurgimiento del paramilitarismo, especialmente en regiones como Arauca, Chocó, Bolívar y Cauca, entre otras. Las denuncias sobre la colaboración entre el Ejército y grupos paramilitares han debilitado la confianza en el proceso de paz. Estos actores armados ilegales continúan operando en zonas rurales, perpetuando ciclos de violencia que afectan a líderes sociales y defensores de derechos humanos.

El Gobierno ha priorizado acuerdos regionales con ciertas estructuras del ELN, como en Nariño, lo que refleja un enfoque distinto al planteado en el nivel nacional. Este enfoque parece ignorar la unidad de mando dentro del ELN y los reclamos internos sobre esta estructura en particular. Utilizar la negociación para intentar, en otras regiones, fragmentar al grupo insurgente representa una estrategia arriesgada, ya que podría socavar su cohesión interna y complicar aún más cualquier intento de paz, aumentando el riesgo que dificulten acuerdos más amplios y sostenibles.

Por otro lado, la oposición política al proceso de paz es otro desafío importante. Sectores empresariales, militares retirados y partidos de derecha critican la participación vinculante de la sociedad civil, se opusieron rotundamente al acuerdo 28, parece temen que las reformas propuestas desestabilicen el sistema económico y político actual afectando sus intereses. Esta resistencia refleja la polarización política que ha caracterizado a Colombia desde el rechazo al acuerdo de paz con las FARC en el referendo de 2016.

La Importancia Regional y Fronteriza del Proceso de Paz

El conflicto con el ELN tiene un impacto en las zonas rurales, algunos cascos urbanos y también en las fronteras de Colombia, especialmente en la zona fronteriza con Venezuela, donde el grupo insurgente tiene una fuerte presencia. El éxito de los diálogos de paz no solo podría reducir la violencia en Colombia, lograr las transformaciones necesarias para el buen vivir de todas las personas que habitamos el país, sino también mejorar la ya compleja situación de frontera, aliviando las tensiones regionales.

La cooperación entre Colombia y Venezuela en este proceso es clave para lograr una paz duradera y abordar problemas comunes como el narcotráfico y el desplazamiento forzado.

Perspectivas Futuras

El éxito de la «Paz Total» promovida por el Gobierno de Gustavo Petro dependerá de la capacidad de ambas partes para superar los desafíos que han surgido en el proceso. Es necesario avanzar hacia un enfoque más integral que vaya más allá del DDR y aborde las causas estructurales del conflicto, como la desigualdad y la exclusión política.

La paz en Colombia requiere un esfuerzo concertado para romper los ciclos de violencia perpetuados por actores armados, políticos y económicos que han socavado anteriores intentos de reconciliación.

Cumplir los acuerdos alcanzados, garantizar la seguridad de los líderes sociales y fortalecer la participación de los sectores más vulnerables serán factores decisivos para lograr una paz estable y duradera, una oportunidad de gran valor que debería estimarse en esta dimensión, por el actual Gobierno.

Nota: El autor es docente investigador de Red Interuniversitaria por la Paz REDIPAZ.

Autor: Alfonso Insuasty Rodríguez

teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *