El arte de vendernos el universo de George Orwell

control medios de comunicacion

“Vender” el capitalismo como se vende cualquier producto en el mercado, programar la mente de las personas, manipular el subconsciente mediante las técnicas más modernas de las relaciones públicas y la ingeniería de consenso, es vital para la existencia del sistema de dominación.


Por: Raúl Antonio Capote

6 de marzo de 2025 Hora: 12:15

El cuadro del mundo que se presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad. Se ha alcanzado un éxito extraordinario en disuadir las amenazas al sistema con una avalancha de falsedades fabricadas, por quienes tienen el poder y los medios para hacerlo, las grandes corporaciones.

Nada se asemeja más a la sociedad descrita por George Orwell en su célebre novela 1984 que la sociedad norteamericana actual, con sus intrincados sistemas de vigilancia, con una constante deconstrucción de la historia y de la realidad, con el neo lenguaje y el terror constante, con los omnipresentes “enemigos”.

Para el sistema solo tiene cabida el intelectual público y políticamente correcto, redactor de crónicas sociales, cheerleader del stablisment, genuflexo y encadenado servidor del capitalismo.

Lo políticamente correcto significa una manera de reprimir el disenso intelectual profundo, desgastando sus manifestaciones escritas u orales en la obligatoriedad de utilizar eufemismos ridículos y superficiales, que eluden llamar a los fenómenos de la realidad por su nombre verdadero.

Los rebeldes son terroristas y viceversa, libertad es opresión, se violan los derechos humanos donde se defienden los mismos y los países que más vulneran esos derechos son presentados como democráticos y paraísos de la especie humana.

¿Quién decide eso? El Imperio, incluso hoy puedes estar en la lista de los que se portan bien y mañana ser un enemigo público de la “libertad” y la “democracia”.

David Rothkopf, analista y comentarista estadounidense de política exterior, afirma que “para los Estados Unidos, uno de los objetivos básicos de la política exterior en la Era de la Información debe ser ganar la batalla de los flujos informativos, dominando las ondas al igual que Gran Bretaña reinó una vez sobre los mares”.[1]

Estados Unidos y Europa se han convertido en expertos creadores de paradigmas falsos, que pretenden ocultar la verdadera naturaleza de sus intenciones. 

“La propaganda de la propaganda, siempre la máquina creadora de encantamientos y excitaciones con su gigantesca red de irradiación. Lo peor es que los que la padecen acaban por creerla.”.[2]

Para lograr su cometido, el Imperio ha conformado un frente mediático con canales de televisión, radio y prensa encargados de desinformar a los ciudadanos que acuden a ellos en busca de conocimientos y de una opinión equilibrada que les permita conocer qué está aconteciendo.

“La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y en realidad da muy poco.” [3]

Internet se convirtió en una plataforma que lo integra todo, la radio, la televisión, el cine, las ventas, las noticias, los video-juegos, los espectáculos, el deporte, la banca, la bolsa: todo.

Tratan de influir en la mente de la gente a través de contenidos triviales o que resalten todo lo negativo y morboso que ocurra, como escándalos, accidentes trágicos, asesinatos y/o violaciones.

“Vender” el capitalismo como se vende cualquier producto en el mercado, programar la mente de las personas, manipular el subconsciente mediante las técnicas más modernas de las relaciones públicas y la ingeniería de consenso, es vital para la existencia del sistema de dominación.

Todo esto es extremadamente peligroso en una sociedad que ha perdido la capacidad para discernir entre hechos y opiniones, porque se ha acostumbrado a la selección o presentación de los hechos en conformidad con criterios preestablecidos. Los hechos se ignoran o se deforman para validar opiniones.

Con el control absoluto de los medios de comunicación y el sistema educativo y con una intelectualidad adocenada, puede surtir efecto cualquier política.

Además, todo lo que hace, lo que dice, lo que piensa ese ciudadano del mundo de hoy es escrutado sin recato, no es libre cuando habla por su móvil, cuando usa Internet, cuando escribe, cuando habla.

Los conglomerados mediáticos llevan el evangelio del capitalismo a cada continente, a cada país, a cada rincón de la Tierra, a cada casa, a cada persona en el afán de construir un eterno Nineteen Eighty-Four (1984).


Notas:

[1] David Rothkopf, “In Praise of Cultural Imperialism?”, Foreign Policy, n.º 107, verano de 1997, pp. 38-53.

[2] Rafael San Martín. Biografía del Tío Sam, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006, tomo II, p. 187.

[3] Ray Bradbury. Fahrenheit 451. The 50th Anniversary Edition, USA, 2003.

Autor: Raúl Antonio Capote

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