El legado de Francisco y la Inteligencia Artificial: La algoética como hoja de ruta para el Sur Global

Cortesía: FarodiRoma
Por: Verónica Sforzin
23 de abril de 2025 Hora: 12:53
Para transitar la crisis actual y para el desarrollo de los nuevos escenarios es necesario discutir desde el Sur Global los dilemas éticos y políticos en el cual se basará el desarrollo de la tecnología, para no quedar subordinados a esquemas extranjerizantes.
La batalla contra el proyecto tecnolibertario anglosajón se está librando abiertamente y desde nuestra región necesitamos de una materialidad y una ideología que construya cohesión, unidad y convicciones. Los parámetros de una práctica ética en los que se tiene que sostener una materialidad tecno científica son un ordenador de las reglas de juego y una guía para nuestro propio camino.
En el discurso del Papa Francisco en el G7, en junio del 2024, expuso acerca de la Inteligencia Artificial, concebida como un instrumento del ser humano, complejo y con características específicas y excepcionales que lo está modificando todo, pero sin que por ello deje de ser un instrumento desarrollado por los seres humanos, atravesado por correlaciones de fuerza y dentro de un modo de producción de lo social.
El desarrollo de la técnica y la tecnología es parte del devenir del ser humano y nos ha constituido, para Francisco “La tecnología es así una huella de nuestra ulterioridad” [1].
Así la ética aparece como necesidad para establecer parámetros comunes y una política común: “Hablar de tecnología es hablar de lo que significa ser humanos y, por tanto, de nuestra condición única entre libertad y responsabilidad, es decir, significa hablar de ética”. Una política común que solo es posible si lo humano sigue en el centro de nuestras civilizaciones, lo humano en tanto comunidad, así como constructores y decisores.
Situación que implica una nueva constitución del ser humano en su dignidad común frente a una tecnología compleja, ubicua y abarcativa, aquí podríamos problematizar la necesidad de una política y una tecno política, que implica conocimiento y transformación sobre el medio ambiente digital.
En este marco, realizó un fuerte llamamiento a prohibir el uso de las “armas autónomas letales”, las cuales ya las está utilizando Israel en el genocidio en la Franja de Gaza, “Ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano”.
Planteando lo que se encuentra en juego, profundiza un tema central en la discusión geopolítica actual y cuestiona a quienes establecen a la tecnología como un parámetro ontológico dotado de la capacidad de establecer verdad.
“Olvidar que la inteligencia artificial no es otro ser humano y que no puede proponer principios generales, es a veces un gran error que parte de la profunda necesidad de los seres humanos de encontrar una forma estable de compañía, o bien de un presupuesto subconsciente, es decir, de la creencia de que las observaciones obtenidas mediante un mecanismo de cálculo estén dotadas de las cualidades de certeza indiscutible y de universalidad indudable.
Esta profundización de la temática no es ingenua, ni está determinada por una admiración a especificaciones técnicas; sino que muestra un profundo entendimiento del problema civilizatorio que enfrentamos.
Los ecosistemas tecnológicos anglosajones monopolizados por corporaciones privadas quienes responden a la geopolítica estadunidense intentan imponer la idea ontológica de que es solo a través de la tecnología que resolveremos los problemas de la humanidad, enmarcados en los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU. Así también su contrapeso, tratando de instalar que es la tecnología lo que nos va a destruir como especie. Ambas antinomias ocultan el poder real detrás de las corporaciones tecnológicas y la lógica social que estas intentan desplegar.
Si es la tecnología lo que es capaz de resolver los problemas sociales, deja de serlo la política y lo humano, constituyendo así la tecnología como fetiche. La tecnología aparece despojada de sus orígenes culturales, sociales y económicos y se instala como un objeto con capacidades mágicas y externas a las relaciones sociales. Siendo esta un producto del momento histórico, podemos observar sus potencialidades y sus límites como metateorias transformadoras de lo social.
Se produce un corrimiento de lo “humano-en-comunidad”, impidiendo incluso el devenir hacia lo “tecnohumano – en – tecnocomunidad”, para ser desplazado por los tiempos y modos de una tecnología al servicio del capital, lo cual acelera problemas estructurales como la desigualdad social.
En las últimas décadas, la implementación de los avances tecnológicos en occidente acelero los tiempos de producción sin haber mejorado en lo más mínimo las condiciones laborales, ni los salarios de los trabajadores; es decir se acelera la extracción de una plusvalía relativa. A su vez, se produce un reemplazo desordenado de las fuerzas de trabajo, llevando a mas desocupación y empobrecimiento.
La creación de ecosistemas distintos que pongan a disponibilidad el conocimiento, los sujetos y grupos del cambio, el financiamiento, así como la regulación de estas tecnologías y el incentivo de la desmonopolización de los procesos tecnológicos; son pasos fundamentales para negar lo dominante y así crear los instrumentos sociales para establecer parámetros centrados en el bienestar de las personas.
El tecnolibertarismo impulsa la desregulación y la desaparición del Estado por mecanismos del mercado y de lo privado detrás de lo que aparece como el fetiche de la tecnología. Mas privación, más acumulación por desposesión, de datos, de materias primas implica más cosificación de lo humano, y más fetichización de la tecnología.
La declaración de Francisco es un grito desesperado, pero también es una guía para el Sur Global. Es una propuesta a un hacer político que tuerza la lógica actual de acumulación del poder, en donde todo es arrasado por el capital, y lo ético pierde significancia. La ética y la fe en un futuro compartido de la humanidad (Xi Jinpinx, 2015), como primer paso fundante que permite la construcción de lo distinto (Dussel. 1975).
Así Francisco propone la “algoética” en el 2020 como una mirada original y propia que redimensiona el desarrollo tecnológico capitalista.
En el término “algoética” se condensa una serie de principios que se revelan como una plataforma global y plural capaz de encontrar el apoyo de las culturas, las religiones, las organizaciones internacionales y las grandes empresas protagonistas de este desarrollo. [2]
Es la algoética una hoja de ruta política en donde se dispone a la Iglesia Católica como un actor geopolítico que lo impulsa e intenta garantizarlo. El objetivo del documento desarrollado en el 2020 es el de:
“(…) promover un sentido de responsabilidad compartida entre las organizaciones internacionales, los gobiernos, las instituciones y el sector privado en un esfuerzo por crear un futuro en el que cada individuo pueda beneficiarse de los avances de la tecnología, y para que el progreso tecnológico garantice el respeto de la dignidad de cada individuo y de nuestra casa común. Al invertir en un nuevo algoritmo, los firmantes se comprometen a respetar los principios del Llamamiento de Roma de transparencia, inclusión, responsabilidad, imparcialidad, fiabilidad, seguridad y privacidad.”[3]
Paolo Benanti, director científico de la fundación RenAIssance[4] y miembro del Órgano Consultivo sobre Inteligencia Artificial de las Naciones Unidas, declara:
«Uno de los elementos clave para afrontar las transformaciones de la IA es la habilitación de sus capacidades, que están avanzando rápidamente y transformando muchos sectores. Para habilitar las capacidades de la IA de una manera ética es necesario actuar en varias direcciones: desarrollar grandes bases de datos de alta calidad e imparciales para entrenar los modelos de IA; proporcionar acceso a la infraestructura cibernética; desarrollar competencias de IA; establecer marcos de gobernanza para gestionar el desarrollo de la IA; y que los sistemas de IA sean transparentes, responsables y alineados con los valores humanos».[5] El desafío del Sur Global se encuentra planteado y Francisco, más allá de su partida física, fue, es y será un actor irreemplazable en la construcción de la Fe y la Hoja de Ruta para una tecnología al servicio de la humanidad, la diversidad y la Paz.
[1] Papa Francisco (14 de junio de 2024). Discurso del Papa Francisco en la sesión del G7 sobre Inteligencia Artificial, Apulia, Italia.
[2] Ídem.
[3] Fuente: https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-04/inteligencia-artificial-cisco-firma-rome-calls-for-ai-ethics.html
[4] La Fundación RenAIssance, sin ánimo de lucro, tiene como objetivo apoyar la reflexión antropológica y ética de las nuevas tecnologías sobre la vida humana, promovida por la Pontificia Academia para la Vida. Para alcanzar estos objetivos y difundir el Llamamiento de Roma por la Ética de la IA, la Fundación RenAIssance pretende fomentar iniciativas científicas y colaboraciones con Organismos Internacionales, estados soberanos, universidades, centros de investigación, empresas privadas y públicas que desarrollen actividades, servicios y estudios en el campo de la inteligencia artificial. Fuente: https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-04/inteligencia-artificial-cisco-firma-rome-calls-for-ai-ethics.html
[5] Fuente: https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-04/inteligencia-artificial-cisco-firma-rome-calls-for-ai-ethics.html
Autor: Verónica Sforzin
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