El martirio de Atlanta

Debate Presidencial en Estados Unidos. | Foto: Cubahora


Por: Cubahora

28 de junio de 2024 Hora: 15:53

En la noche del 27 de junio tuvo lugar finalmente el tan publicitado debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos Joe Biden y Donald Trump. No habrĆ” otro…

Si en algo coinciden la mayorƭa de las opiniones que han comenzado a aparecer en medios periodƭsticos y redes digitales en todo el mundo, es que el resultado era previsible: un mandatario en funciones errƔtico, poco coherente y confundido, enfrentando a un ex presidente que miente y ataca sin piedad para imponerse.

No se dijo prƔcticamente nada sustancioso sobre los problemas acuciantes del paƭs. Los estadounidenses que no tienen hoy acceso al seguro mƩdico, los que habitan cientos de pueblos sin infraestructura y con agua contaminada, los que temen cada maƱana que sus hijos caminen a las escuelas y puedan morir por un disparo en el trayecto, los que rezan por no ser deportados, las mujeres que aspiran a poder decidir sobre su embarazo, ninguno de ellos posee ahora una mejor certeza de cuƔl serƔ su suerte.

La visiĆ³n de futuro Ā se le escapa de las manos a los grandes empresarios que tiemblan ante la formidable competencia proveniente de China, a los productores de armas empeƱados en el enfrentamiento con Rusia, a los que desean llegar mĆ”s rĆ”pido a espolear los recursos naturales de Ɓfrica o AmĆ©rica Latina, a los que temen un cambio de orden internacional en el que Estados Unidos no determine la suerte de todos.

Ciertamente, el resultado era previsible, muy previsible, y aun asĆ­ los estrategas demĆ³cratas y republicanos hicieron un gran ejercicio de apostar a lo imposible. O no? Un debate entre los dos candidatos de mĆ”s edad que se han enfrentado en la historia, donde por un lado se encuentra un presidente en funciones que no estĆ” en capacidad fĆ­sica y mental para gobernar y, por el otro, se presenta un ex mandatario que falta a la verdad de forma consistente sin sonrojo y utiliza la polĆ­tica para evitar la justicia, no podĆ­a concluir de otra manera.

Entonces, la pregunta que subyace es: si todo apuntaba en la misma direcciĆ³n y era casi inevitable el desenlace, por quĆ© ambas tribus (no partidos) polĆ­ticas marchan directo al precipicio. Es posible que en estos momentos la frase mĆ”s repetida en inglĆ©s en NorteamĆ©rica sea ā€œalertĆ©ā€, ā€œdije que esto iba a pasarā€, ā€œBiden muy dĆ©bil, Trump y el bullyingā€.

El espectĆ”culo que acaba de tener lugar, con el que muchas compaƱƭas y consultores se han llenado los bolsillos con total irrespetoĀ  hacia la real esperanza de la gente en las calles, pudo haberse evitado. AlgĆŗn liderazgo del lado demĆ³crata debiĆ³ impedir la confirmaciĆ³n pĆŗblica de la debilidad de Biden y haber propuesto caminos alternativos que ahora se buscarĆ”n con urgencia. Por la parte republicana se trataba de no llegar a la desmoralizaciĆ³n histĆ³rica de intentar llegar al poder a travĆ©s de un individuo (y su entorno prĆ³ximo) totalmente corrupto y condenado por la ley.

Entonces, cuando la polƭtica en un paƭs de aquellas proporciones marcha totalmente de espaldas a la realidad y se pierde la capacidad de prever los acontecimientos, puede afirmarse que la crisis que se avecina es de mayores proporciones de lo que se esperaba. Los estadounidenses han ido en masa a la costa a observar pasivamente un huracƔn y ahora sienten que tambiƩn les llegarƔ un tsunami.

Una de las grandes ironĆ­as en los dĆ­as previos al debate, fue que se presentaron en distintos espacios figuras polĆ­ticas de ambas tendencias con un discurso coherente para el pĆŗblico local, con propuestas de soluciones (realizables o no) a los problemas mĆ”s acuciantes, con un velado rechazo al estado de cosas, que los situaban en una posiciĆ³n de poder aspirar a ser  candidatos reales de sus respectivas formaciones electorales. Es posible que ahora, al menos desde el lado demĆ³crata, se haga esa reflexiĆ³n y se trabaje sin descanso en fabricar la figura de un sustituto.

Se trata del segundo fracaso estratĆ©gico de los demĆ³cratas contra el mismo contendiente republicano, desde que intentaran sacar a Trump por la vĆ­a del impeachment, objetivo que claramente era difĆ­cil de lograr. Aquellos vientos trajeron las tempestades del cambio generacional, al menos en el liderazgo demĆ³crata de la CĆ”mara de Representantes.

No sucederĆ” lo mismo del lado republicano, donde Trump y su entorno continuarĆ”n en su cruzada de cambiar las reglas del juego, desmontar lo que queda del aparato regulador del estado, remover todos los lĆ­mites que impidan el ascenso de figuras que se enriquecen por el robo o el fraude y no por la explotaciĆ³n tradicional de la mano de obra o el intelecto, y crear todos los dĆ­as una realidad virtual distinta a la que se ve por la ventana.

La transmisiĆ³n del debate al exterior no hubiera tenido tantos seguidores, si no se tratara de un paĆ­s que no afecta  a terceros en su comportamiento. Y en ese Ć”mbito se estĆ” produciendo un fenĆ³meno interesante: en las primeras horas se expresa mĆ”s preocupaciĆ³n entre los aliados (o subordinados) tradicionales de Estados Unidos, que entre los que Washington considera sus enemigos estratĆ©gicos.

Europa, despuĆ©s que se ha hecho mĆ”s sumisa y dependiente, teme que lo peor aĆŗn estĆ© por venir, sea en forma de crisis energĆ©ticas, en gastos militares innecesarios, o por la inminencia de un conflicto local no deseado por sus poblaciones.

En Beijing y en MoscĆŗ podrĆ­an estar apreciando que se acerca de nuevo al poder un equipo del que conocen ya sus formas de actuar, que funciona casi como una secta y que tiene para ellos muchas vulnerabilidades. No habrĆ” creatividad, solo repeticiĆ³n de fĆ³rmulas fallidas.

Hay una sola certeza, el escenario del 2025 serĆ” completamente distinto al del 2016 e, incluso, al 2020. Si ambos candidatos estuvieran vivos y saludables para la ocasiĆ³n, deberĆ”n enfrentar nuevas dinĆ”micas sin desviar la atenciĆ³n hacia intentos de reelecciĆ³n, que ya no serĆ” posible. Hasta ahora, ninguno de los dos ha visto como una prioridad el cambio generacional dentro de sus estructuras polĆ­ticas, objetivo en los que deben estar trabajando otros liderazgos.

En el espacio de los prĆ³ximos cuatro aƱos surgirĆ”n nuevos fenĆ³menos polĆ­ticos hacia el interior de Estados Unidos que hoy se asoman mĆ­nimamente, como pueden ser el aumento de candidatos a todos los niveles que se declaren independientes, el surgimiento potencial de otras alternativas, la incorporaciĆ³n creciente de tecnĆ³logos que construirĆ”n plataformas supuestamente apolĆ­ticas y el consumo in crescendo de informaciĆ³n generada por algoritmos y que no refleje la realidad.

Los estados de la desuniĆ³n norteamericana se sentirĆ”n cada vez mĆ”s lejos de Washington DC e intentarĆ”n solucionar los problemas de su entorno con medios limitados y, posiblemente, con un relacionamiento exterior que hasta ahora no habĆ­an intentado. La acumulaciĆ³n de dificultades domĆ©sticas serĆ” inversamente proporcional y limitarĆ” los recursos y el tiempo para tratar de influir en el mundo exterior. Todos los oĆ­dos estarĆ”n pendientes del sonido de los pasos con los que se acerque la nueva crisis econĆ³mica cĆ­clica.

Hasta ahora el sistema polĆ­tico estadounidense ha dado muestras de lograr recomponerse y resurgir de momentos crĆ­ticos, con un altĆ­simo costo social fraccionando  aĆŗn mĆ”s los estratos econĆ³micos internos e imprimiendo dĆ³lares sin respaldo productivo. ĀæA quĆ© recursos apelarĆ” esta vez?

teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta secciĆ³n.

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