Emisiones netas cero: la exageración frente a la verdad
Por: SE Haitham Al Ghais
12 de febrero de 2025 Hora: 11:02
Si se pregunta a un grupo de personas cual es el significado de la expresión “emisiones netas cero”, independientemente de su ocupación, nacionalidad o edad, muy probablemente se obtendría una amplia gama de respuestas imprecisas o inciertas. En salas de juntas, aulas de clase o en nuestros hogares, la expresión suele venir acompañada de objetivos o plazos que carecen de claridad en torno a lo que implica realmente su cumplimiento.
En este contexto, no es sorpresivo que una encuesta realizada por el gobierno del Reino Unido, publicada en julio de 2024, revelara que el 91% de los encuestados había oído hablar de emisiones netas cero, sin embargo, solo el 17% conocía en profundidad el tema. Diversas encuestas en otros lugares muestran similares resultados.
Esta falta de comprensión resulta sorprendente, teniendo en cuenta que el reporte “Net Zero Stocktake 2024” reveló que 148 países han delineado objetivos nacionales de emisiones netas cero que cubrían alrededor del 88% de la población mundial. Esta incertidumbre plantea una pregunta fundamental: ¿qué son emisiones netas cero y, lo que es igualmente importante, qué no lo es?
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) define el escenario cero neto como el momento en que las emisiones antropogénicas se compensan a nivel global con las absorciones antropogénicas durante un determinado periodo de tiempo. En términos simples, el concepto de emisiones cero netas consiste en lograr un equilibrio entre las emisiones que los seres humanos emiten a la atmósfera y aquellas que son removidas. No se trata de lograr un mundo libre de emisiones, a través de demonizar los hidrocarburos o de rechazar tecnologías emergentes como la captura, el uso y el almacenamiento de carbono o la captura directa de emisiones del aire.
También es pertinente señalar que el Acuerdo de París de 2015 no menciona el concepto de cero emisiones netas. El artículo 2 aspira a mantener “el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 °C con respecto a niveles preindustriales”, mientras que el artículo 4.1 llama a equilibrar las emisiones y las absorciones en la segunda mitad de este siglo “sobre la base de la equidad y en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza”.
Tres años después, el concepto de emisiones netas cero se hizo visible con la publicación del Informe Especial de 2018 del IPCC sobre 1,5 °C, el cual destacó que detener el calentamiento global a largo plazo requiere alcanzar y mantener emisiones netas cero, y en 2021, la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó su informe titulado “Emisiones Netas Cero – Una hoja de ruta para el sector global de la energía”.
Sin embargo, esta progresiva prominencia del concepto coincidió con una creciente confusión. Muchas políticas de cero emisiones netas promovían plazos irreales o tenían poco o nada en cuenta la seguridad, la asequibilidad o la viabilidad energéticas. Por ejemplo, un artículo de The Economist de noviembre de 2024, exponía que las estimaciones para la “transición” oscilaban entre 3 y 12 billones de dólares al año.
Otras políticas ignoraron limitaciones físicas, como la evidente dificultad de expandir la producción de minerales raros o críticos, o pusieron en grave riesgo el derecho a una energía asequible, confiable, sostenible y moderna, de miles de millones de personas que viven en la pobreza energética en el mundo en desarrollo, según el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7.
Las políticas iniciales de cero emisiones netas también vinieron frecuentemente de la mano con llamados a detener la inversión en el sector del petróleo, gas y el carbón, ignorando el terrible impacto que esto tendría en la seguridad energética, por cuanto estas fuentes de energía siguen representando más del 80% de la matriz energética global en 2025, como lo han hecho desde la década de 1980.
La OPEP estima que, si la inversión en la industria global de exploración y producción se detuviera hoy, el mercado petrolero sufriría un abultado déficit de alrededor de 23 millones de barriles por día (mb/d) para 2030. La volatilidad asociada a lo anteriormente descrito afectaría gravemente a sectores clave como el transporte, los servicios de emergencia, la construcción, la industria manufacturera, la producción de alimentos, la atención médica y el sector de infraestructura, solo por mencionar algunos.
Basta decir que el paradigma de emisiones netas cero no se lo discute en el vacío. Se habla de él en un mundo en el que estimamos que la demanda mundial de petróleo supere los 104 millones de barriles día este trimestre -un nuevo récord-, en medio de un crecimiento anual esperado de 1,4 millones de barriles día para 2025. Se discute en un mundo en el que el consumo mundial de gas natural alcanzó “un máximo histórico” en 2024, según la AIE, y existe en un mundo en el que la misma agencia, a pesar de predecir un techo en la demanda de carbón en 2014, recientemente reportó un consumo récord de carbón de 8.700 millones de toneladas en 2024.
Adicionalmente, para 2050 vemos que la demanda mundial de energía aumentará un 24%, la economía mundial duplicará su tamaño y la población mundial alcanzará los 9.700 millones.
Las narrativas simplificadas de forma excesiva que presentan las energías renovables como “buenas” y a los hidrocarburos como “malos” en nombre del paradigma cero neto nos recuerdan por qué los datos y las previsiones del mundo real, y no la ideología, deben ser los aspectos determinantes para la formulación de políticas, incluso cuando se trata de emisiones netas cero y las futuras vías energéticas.
Esto no significa que la OPEP no apoye la reducción de emisiones. Todo lo contrario. De hecho, el periódico “Financial Times” informó recientemente que Oriente Medio es ahora el mercado de energías renovables de más dinámico crecimiento fuera de China, con empresas como Masdar (EAU), Acwa Power (Arabia Saudita) y de otros países de la OPEP a la cabeza. Es igualmente cierto que estos esfuerzos complementan, en lugar de contradecir, las vitales contribuciones de los países miembros de la OPEP y sus compañías petroleras nacionales en pro del mantenimiento de la seguridad energética, la asequibilidad y la reducción de las emisiones.
La OPEP reconoce que, para afrontar los desafíos energéticos vigentes y futuros del mundo, cuantiosas inversiones en todos los combustibles y tecnologías serán esenciales. En este aspecto, nuestros países miembros están demostrando que es posible ser líderes en energías renovables y centros de desarrollo tecnológico, al tiempo que se continúa produciendo el petróleo que el mundo necesita tanto ahora como en el futuro.
En definitiva, hablar de cero emisiones netas no tiene por qué ser impreciso o incierto, pero tampoco puede uno ignorar todos los datos y tendencias que son verificables en el mundo real. En un artículo reciente, el Centro Nacional de Análisis Energético, un conocido think tank en los Estados Unidos, subrayó los riesgos de hacerlo al señalar que “las suposiciones erróneas sobre los escenarios energéticos… influyen no solo en billones de dólares en decisiones en materia de inversión, sino también en políticas gubernamentales con consecuencias geopolíticas de amplio alcance”.
Es alentador que en años recientes los responsables de delinear las políticas hayan vuelto a reconocer la necesidad de alcanzar seguridad energética y reducción de emisiones. Sin embargo, nuestro futuro energético demanda un pragmatismo considerable. Esto se refleja en invertir en energías renovables y tecnologías, reconociendo y salvaguardando al mismo tiempo el papel vital de los hidrocarburos para el sustento de sectores clave y medios de vida en todo el mundo.
Si aquellos responsables de formular políticas públicas adoptan este enfoque equilibrado, apuntando al objetivo de cero emisiones netas, la próxima década no solo traerá consigo reducciones significativas de emisiones, sino que también garantizará un futuro energético estable y seguro para todos.
Autor: SE Haitham Al Ghais
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