Frente al fascismo y el imperialismo: Política, método y organización
El nacimiento de la Internacional Antifascista, Anticolonial y Antiimperialista es un paso crucial en esta lucha. Foto: ALBA-TCP.
Por: Manu Pineda
19 de enero de 2025 Hora: 10:16
El cuerpo revolucionario, antiimperialista y antihegemónico en América Latina se articula principalmente en torno a dos pilares históricos y estratégicos: Cuba y Venezuela.
Estos países son no solo referentes ideológicos del socialismo y el antiimperialismo, sino también actores claves en la construcción de alternativas frente a la hegemonía global liderada por Estados Unidos y sus aliados.
La resistencia de estos dos pueblos, con sus Gobiernos y dirigencias revolucionarias al frente, ha sido fundamental para mantener vivo el proyecto de izquierdas antiimperialista en América Latina y para consolidar el apoyo a iniciativas internacionales como la alianza Brics+, que busca contrarrestar el dominio económico y político occidental.
Cuba y Venezuela como pilares del proyecto antihegemónico
Cuba ha sido un bastión del socialismo en el continente desde la Revolución de 1959, resistiendo décadas de agresión económica, política y militar por parte del imperialismo. Su ejemplo ha inspirado movimientos de liberación y Gobiernos progresistas en toda América Latina.
Venezuela, con la llegada de Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana, impulsó un proyecto revolucionario de corte claramente antiimperialista al convertirse en un referente de lucha por la soberanía y la justicia social. Además, su liderazgo en iniciativas como Petrocaribe, ALBA y Celac supuso el desarrollo de un modelo de integración regional que cuestionaba frontalmente la hegemonía estadounidense en lo que históricamente fue considerado su patio trasero.
Si el imperialismo lograra desestabilizar o derrocar a alguno de estos dos Gobiernos, el efecto sería devastador. No solo desaparecería el liderazgo político y moral que sostienen en la región, sino que también se fracturaría la capacidad de resistencia colectiva de los movimientos de izquierda transformadora. Esto debilitaría enormemente el bloque antihegemónico mundial, del cual el Brics+ es la mayor expresión económica y geopolítica.
La necesidad de apoyar sin reservas a los Gobiernos progresistas de América Latina
Mientras que el fascismo y el neofascismo se han extendido por Europa y han ganado terreno en otros continentes, América Latina ha demostrado que es posible resistir y avanzar hacia modelos alternativos.
Esto se debe a la consolidación de movimientos populares, la renovación de Gobiernos de izquierdas transformadora, cuando no abiertamente revolucionarios, y la capacidad de estos para construir redes de solidaridad regional. Sin embargo, esta resistencia no es automática ni garantizada; requiere el respaldo activo de las fuerzas antiimperialistas y progresistas a nivel global.
Es imperativo apoyar a los Gobiernos revolucionarios y de izquierdas de América Latina sin miedos ni complejos, valorando sus avances y entendiendo que son un frente de lucha contra las fuerzas del imperialismo, el neoliberalismo y el neofascismo.
Este apoyo no solo es una cuestión de solidaridad, sino de estrategia y defensa propia: la estabilidad y fortaleza de América Latina como región antihegemónica son esenciales para el equilibrio global en un mundo cada vez más multipolar.
Cómo actúa hoy la ultraderecha y cómo combatirla de un modo eficaz
En el siglo XXI, las corrientes autoritarias y reaccionarias ya no buscan derrocar la democracia de manera violenta.
Como nos explica el profesor asturiano Enrique del Teso en su pedagógico ensayo La propaganda de ultraderecha y cómo tratar con ella, los golpes militares han dejado de ser aceptables, populares o efectivos como herramientas para alcanzar el poder. En cambio, el neofascismo se infiltra en las estructuras democráticas con la intención de ocuparlas y transformarlas desde dentro.
Este fenómeno plantea un desafío crucial para las fuerzas democráticas y progresistas, que deben identificar las estrategias de la extrema derecha y articular respuestas efectivas.
La judicialización del poder político
Una de las herramientas claves de la extrema derecha es la utilización de jueces que no se limitan a interpretar y aplicar las leyes, sino que las manipulan para promover una ideología conservadora o reaccionaria.
Esta judicialización del poder político busca deslegitimar las reformas progresistas y consolidar una agenda autoritaria disfrazada de legalidad.
Parcialidad de las fuerzas de seguridad
Otro mecanismo de control es la parcialidad de las fuerzas de seguridad. En muchos países, las protestas progresistas son reprimidas con dureza, mientras que las movilizaciones de extrema derecha reciben protección o trato privilegiado.
Esta disparidad termina socavando la movilización popular y potenciando la reaccionaria, envalentonando a los sectores más ultras y violentos de la extrema derecha que se ven protegidos por una policía afín.
Medios de comunicación y guerra cultural
Los medios de comunicación, que se presentan como independientes, suelen ser propiedad de grandes empresarios o fondos de inversión con intereses económicos y políticos.
Estas entidades utilizan sus plataformas para defender agendas que están en las antípodas de los intereses populares. En la actualidad, la batalla mediática es la punta de lanza de la guerra cultural, y la izquierda está perdiendo esta lucha por goleada.
La narrativa hegemónica promueve el miedo, la ansiedad y la desconfianza, creando un terreno fértil para la propagación de ideas autoritarias.
La estrategia de la propaganda
La propaganda de la extrema derecha no necesita ser verosímil. Su objetivo no es tanto convencer como generar desconfianza en toda información, socavando así la credibilidad de las fuentes tradicionales.
Al fomentar la incertidumbre, esta propaganda debilita el tejido social y permite que mensajes llenos de odio, racismo, machismo y clasismo se filtren en discursos de partidos aparentemente democráticos e incluso progresistas.
El simplismo de las soluciones autoritarias
La extrema derecha ofrece soluciones sencillas a problemas complejos. Su discurso populista y oportunista enfrenta a los “penúltimos” (trabajadores asalariados locales) contra los últimos (inmigrantes y grupos marginalizados).
Esta estrategia divide a la clase trabajadora, desviando la atención de las verdaderas causas estructurales de la desigualdad y protegiendo los intereses de la minoría más privilegiada.
La libertad como arma retórica
Uno de los iconos del discurso ultraderechista es la “libertad”. Sin embargo, para ellos, la libertad no es más que la ausencia de normas, lo que favorece a los fuertes y desprotege a los débiles.
Esta redefinición de la libertad ha transformado lo que siempre fue un grito contra la opresión y las dictaduras en un eslogan contra la justicia social.
Respuestas desde la izquierda a la amenaza
Combatir la propaganda de extrema derecha requiere honestidad, pero también eficacia estratégica. La verdad es fundamental, pero no suficiente para contrarrestar las mentiras y la desinformación.
Es necesario construir un discurso que no solo informe, sino que también movilice y ofrezca una visión esperanzadora para la mayoría social.
La necesidad de una alianza global
La elección de figuras como Donald Trump y el ascenso de movimientos autoritarios en todo el mundo subrayan la urgencia de construir una alianza global de fuerzas progresistas, antiimperialistas y antifascistas.
Este consenso debe basarse en la defensa de la paz, la justicia social y los derechos humanos, enfrentando tanto la escalada belicista y militarista como los bloqueos económicos y las medidas injerencistas que castigan a los pueblos que resisten al imperialismo.
La Internacional Antifascista
El nacimiento de la Internacional Antifascista, Anticolonial y Antiimperialista es un paso crucial en esta lucha. Esta organización busca coordinarse con articulaciones regionales como el ALBA, el Foro de Sao Paulo, ALBA Movimientos y el Foro Europeo de Fuerzas de Izquierdas, Progresistas y Ecologistas, promoviendo la colaboración entre Gobiernos de izquierda y organizaciones sociales, políticas y sindicales.
La diversidad y la pluralidad deben ser respetadas, pero es fundamental golpear juntos en el mismo sentido para contrarrestar las estrategias del imperialismo.
Los retos de la resistencia
El capital cuenta con enormes recursos materiales que le permiten desarrollar instrumentos mediáticos, políticos y sociales para consolidar su dominio.
Esas herramientas son diseñadas globalmente y aplicadas localmente, adaptándose a las características específicas de cada región.
Esta flexibilidad, junto con la capacidad de penetración ideológica, incluso en sectores de izquierda, es uno de los mayores desafíos para la resistencia progresista.
A modo de resumen
La supervivencia y el fortalecimiento del proyecto antihegemónico en América Latina dependen de la defensa de sus principales pilares, Venezuela y Cuba, así como de su integración en estructuras globales como los Brics+.
Ignorar la importancia estratégica de estos actores o actuar con tibieza ante las agresiones imperialistas no solo pone en riesgo a los Gobiernos progresistas de la región, sino que también socava la posibilidad de construir un mundo más justo, multipolar y emancipado del yugo del imperialismo.
En un contexto donde la propaganda de la extrema derecha impregna instituciones, discursos y comunidades, es imprescindible articular respuestas colectivas, coherentes y efectivas.
La creación de mecanismos de coordinación entre las fuerzas de izquierda es fundamental para detener el avance del autoritarismo y construir un futuro basado en la justicia, la igualdad y la paz. Combatir la desinformación y recuperar la batalla cultural son pasos esenciales hacia este objetivo.
Frente a la maquinaria propagandística de la ultraderecha, la solidaridad, la cooperación y, sobre todo, la organización, se erigen como nuestras principales armas.
Autor: Manu Pineda
Fuente: Cubadebate
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