Guerra cognitiva en Venezuela II: ¿Cómo enfrentarla? *

Chavez

Los niveles de vulnerabilidad mental, dependen de la permisibilidad a la que nos sometemos. Foto: EFE


Por: Ricardo Romero Romero

21 de agosto de 2024 Hora: 21:35

Quien tiene paz en su conciencia, lo tiene todo.

Don Bosco

Las capacidades de procesar la información, los datos, su relación con el lenguaje y la construcción del pensamiento crítico, son en este momento el mayor escenario de confrontación social no convencional. En este sentido, la guerra cognitiva en Venezuela, que se viene desarrollando desde la llegada de la revolución bolivariana al poder, alcanzó recientemente proporciones jamás vistas.

A este respecto, en el trabajo previo a esta entrega varios especialistas diagnosticaron el fenómeno y entre las conclusiones esbozadas, coincidieron que este tipo de guerra híbrida o de quinta generación, tiene potenciales más destructivos que un conflicto bélico cuerpo a cuerpo. Para el presente artículo, las entrevistas se centraron en cómo enfrentar esta situación inédita para el pueblo venezolano.

Considerando que la guerra cognitiva está sustentada en la manipulación del conocimiento, la desinformación y el engaño, el periodista y magíster en historia, Aldemaro Barrios, sostiene que este tipo de ataques se dirige a la “afectación de la emocionalidad pública, incluso en lo cultural simbólico, que deriva hacia objetivos en el espectro político y militar que inciden en la sostenibilidad de la paz”.

Para abordar esta problemática, Barrios plantea que “hay dos dimensiones en las que debemos generar líneas defensivas y ofensivas que se expresarían en el plano estratégico y en el operativo táctico”.  En orden estratégico tenemos la ventaja de contar con un sistema de pensamientos e ideas, es decir la Doctrina Bolivariana que debe ser profundizada por el pueblo venezolano:

 Y un fondo simbólico cultural de identidad nacional/nuestro americano que permite un marco de imaginarios colectivos que resultan la base de sustentación contra una guerra cognitiva, entonces la labor del Estado y del pueblo venezolano es fortalecer ese tejido cultural orgánico con sus poderosas fuerzas simbólicas. Reagrupar y fortalecer el tejido social fracturado, consolidar los valores…

Agrega el historiador venezolano que dada la prominencia de los brutales ataques digitales tanto recientes como los que pudieran ocurrir contra este país, Venezuela junto a otras naciones aliadas de la región se ven en la obligación de “generar leyes que permitan mecanismos defensivos contra esos ataques, crear observatorios digitales para determinar las fuentes y calibrar su desarrollo”, dice Barrios.

Tomando en cuenta, que desde las iniciativas recién implementadas por el gobierno bolivariano, está en plena discusión un proyecto de ley contra el fascismo, neofascismo y expresiones similares, donde se hacen necesarias las consultas con el poder popular, las organizaciones sociales y la institucionalidad, misma que se ha visto afectada por las agresiones, incluyendo las de orden cibernético.

Más allá desde los esfuerzos colectivos en conjunción con el Estado, la comunicadora social, especialista en sistemas educativos y actualmente en formación como psicoterapeuta Gestalt, María Alejandra Aguirre, hace mención a los aspectos de reflexión personal con el fin de lograr cambios de modelo en la dinámica cerebral, pensar en una terapia que nace desde la propia iniciativa:

Las transformaciones deben estar orientadas a vernos primero como individuos en relación con nuestro entorno y en función a esto, poder responder y satisfacer las necesidades tanto individuales como colectivas, desde las más básicas, hasta las más complejas. En la medida en que cada persona esté realmente disponible a responder ¿quién soy? ¿qué necesito? en esa misma medida es que podrán darse esas transformaciones sociales “necesarias” para el momento en el cual vivimos.

Vinculado al carácter cavilativo planteado por Aguirre, la comunicadora infiere que “comenzar a prestar atención a lo que nos pasa de la piel hacia adentro, sería un gran paso hacia la paz”. Desde esta premisa, nos invita a “replantear todo”, impulsar el pensamiento crítico desde la educación básica, no solo enseñar conocimientos o asimilar información. Es vital analizar los contenidos de las redes, haciendo hincapié en la importancia de enseñar a cuestionar:

¿Para qué me sirve este tipo de contenido? ¿Es útil para mí?  ¿Cómo me nutre? ¿Me suma? ¿Me resta? ¿Es este el mensaje que necesito en este momento? ¿Qué necesito yo de este mensaje? ¿Cuánto de mi tiempo estoy dedicándole a esta red social? Es como tomarse la pastilla roja de Matrix, y elegir desanestesiarse para vivir consciente, aunque duela, aceptar que el dolor es parte de la vida. El reto de la humanidad en estos tiempos es hacerse consciente de cómo vive su libertad.

Entonces, para enfrentar una guerra de quinta generación, es importante tener en cuenta que es un asunto de incumbencia colectiva, pero a la vez de introspección, examinar el espacio personal donde se interactúa con lo exterior, según lo apuntado por Aguirre: 

Si nos responsabilizamos por nuestras vidas, y asumimos que no somos “cosas” entre las “cosas”, entenderemos que el ciberespacio, las redes sociales y los algoritmos no están para determinar quién es quién, ni para que nos intenten poner a vagar en la nada, o para que nos conviertan en víctimas o victimarios de ninguna guerra.

Los cambios que se plantean y que en su defecto deben hacerse desde lo estructural, van a permitir la concepción de una nueva realidad. Teniendo en perspectiva que el capital globalista es quien controla las redes sociales hegemónicas, son precisamente ellos quienes están más interesados en convertirnos en seres autómatas, siendo la información que les suministramos parte de la plusvalía del mercado.

Por otra parte, aquello que consumimos en las plataformas digitales y que carece de regulación en sus afectaciones en la salud mental, debe, en este caso, ser contrarrestado por medidas individuales para evitar que los “virus cognitivos” sigan dañando a las personas que por necesidad u ocio están expuestos a los dispositivos y sus plataformas. El médico psiquiatra Ángel Riera, expone una sencilla fórmula:

No creer en todo lo que se ve o se lee en las redes. Comprobar la información, muchas veces la información tiene un objetivo, incitar al sufrimiento emocional y hacer actuar impulsivamente. Esto se contrarresta teniendo criterio propio, formarse su peculiar opinión y que ninguna decisión se debe tomar bajo estado de ira. El odio nunca será una buena opción, en un daño a sí mismo.

Aunado a las medidas particulares que permitan a la gente empoderarse y no dejarse controlar por los “algoritmos”, es importante implementar campañas de concientización. A esto se le suman iniciativas académicas, conferencias, foros, charlas, seminarios, incluso, diplomados y estudios especializados sobre el fenómeno que afecta la sanidad colectiva.

Y desde otro campo de investigación, la psicóloga social Shuruk Duqqa, siendo además activista en solidaridad con Palestina, una nación que es devastada por el sionismo en su propio territorio y víctima de genocidio contra su población, también flagelada desde lo cognitivo durante décadas, plantea que se deben apoyar desde el Estado, investigaciones que permitan evaluar y accionar en lo inmediato:

Crear redes de apoyo comunitario donde las personas puedan compartir información verificada y discutir temas de interés común. Esto incluye la creación de grupos en redes sociales que promuevan la veracidad de la información. Involucrar a académicos, y expertos en diversas áreas para que proporcionen información precisa y actualizada. Su participación puede añadir credibilidad a las iniciativas colectivas.

Fomentar un uso responsable y crítico de las redes sociales, promoviendo el compartir de información verificada y alertando sobre la desinformación. Las campañas en redes sociales pueden ayudar a cambiar la cultura de consumo de información.

Crear y difundir narrativas alternativas que contrarresten la desinformación, enfocándose en hechos y datos reales. Es importante que estas narrativas sean accesibles y resuenen con el público objetivo. Promover y respaldar a medios independientes y de calidad que se dediquen a la investigación y a la difusión de información precisa.

Adicionalmente, Duqqa expone que se debe mantener un diálogo con el propio cuerpo, practicar algún deporte, aprender técnicas de ejercitación mental, meditación, bailes, actividades físicas que involucren a varias personas, entre otros aspectos que nos ayuden a regular las emociones, mantener la calma y el enfoque en la racionalidad ante las sobrecargas informativas que inciden en la cognición.

Todo esto nos lleva a convertirnos en garantes de aquello que consumimos digitalmente. Los niveles de vulnerabilidad mental, dependen de la permisibilidad a la que nos sometemos. En relación a este aspecto, Jeisson Rauseo, experto en ciberseguridad y destacado gamer, nos alerta a reconocer que la vida va más allá de lo que vemos en las telarañas electrónicas. La autorregulación es primordial:

En una sociedad sobresaturada de información e hiperconectada, es necesario dar un paso hacia la desintoxicación digital. Desintoxicarse del consumo de redes sociales y establecerse horarios, crear métodos que te permitan tener paz mental durante el día y sobre todo comenzar a practicar métodos que te permitan verificar las informaciones que recibes a través de redes sociales.

Verificar las informaciones que recibimos a través de redes sociales y tratar de tener una salud digital sólida, desconectándote de las redes sociales por ciertos momentos, tomar horarios del día en los que desactivamos las notificaciones que tienen nuestros dispositivos móviles para poder desprenderte un poco de las plataformas y comenzar a vivir un poco más el mundo real.

Conectarnos con la realidad. Lo que leemos en redes sociales nos aleja totalmente de lo que está sucediendo en la calle y mientras en la calle todo está normal, fluyendo a nivel económico y social, nosotros estamos encerrados en nuestras casas solo leyendo notificaciones de redes que nos bombardean con información falsa o exagerada nos encierra y nos llena de miedo y preocupación.

De manera enfática, Rauseo argumenta sobre la necesidad de disciplinarse, establecer una rutina similar a la que tenemos para alimentarnos adecuadamente, estructurar horarios de nuestras diversas necesidades, ya sean de ejercicio corporal, lectura, escuchar música, compartir en familia y con amigos o simplemente enfocarse en nuevos proyectos, en desarrollar ideas y avanzar en sus potencialidades.

Todo esto nos permite situarnos y analizar nuestra concepción de libertad, ya que los intereses capitales persiguen la dominación de nuestros cuerpos y mentes a través del posicionamiento de sus relatos destinados a la uniformidad del pensamiento y en contra de la pluralidad. Sobre este asunto, la investigadora asociada a la Celag, Giordana García Sojo, se decanta por una premisa filosófica:

Gran parte de su poder radicar en que han metido en nuestra vida cotidiana, por eso es tan difícil simplemente dejar de usar WhatsApp, o una red social, porque ya se ha naturalizado su uso para temas logísticos, de compra y venta y de comunicación familiar… es lo que se ha llamado “el poder blando”, el manejo de los medios y símbolos culturales, para insertarse en la emocionalidad y el deseo.

Es una manera de manipular ideologías y formas de entender el mundo, este poder blando se ha perfeccionado en tiempo récord, al punto de que ya son redes sociales las que informan asuntos de Estado o de derecho internacional, y vienen usurpando la institucionalidad, al nivel de que sus dueños, como el caso evidente de Elon Musk, se comportan como si fueran un organismo internacional per se.

¿Qué hacer ante esto? Dudar, la vieja duda cartesiana, pienso luego creo lo que me dicen o no los grandes medios. Comparar con medios con distintas perspectivas, buscar otras líneas editoriales. Hacer lecturas en capas, no se puede entender Venezuela sin insertarla en la dinámica geopolítica mundial, el juego de poderes de las elites y de los pueblos en el mapa y la historia de nuestra civilización.

Volviendo al accionar social, ese que permite el desarrollo de soluciones bajo la mirada de los saberes compartidos, el comunicador popular y miembro del medio alternativo La Inventadera, José Roberto Duque, apuesta por un cambio de paradigma en la manera de relacionarmos, desde lo hacemos en comunidad y también con la materialidad que se vincula directamente con nuestra corporeidad:

La única forma de combatir los efectos de esa guerra tendría que ser apartarse de esa guerra y en nuestro caso pues creo que sería contraproducente, inconveniente, sería catastrófico que nosotros las personas que generan opinión y las personas que tienen alguna responsabilidad en la movilización política de la gente decidiéramos mantenernos al margen de esa guerra.

No es sacándole el cuerpo a la guerra como se puede combatir sus efectos. Suena un poco triste, suena un poco fatalista esto, pero es importante que sepamos entonces que lo que hay que combatir no es a la guerra sino a los efectos que esa guerra ha generado en la psique colectiva de nuestra gente.

En este sentido, Duque llama a la militancia por la humanidad, a llenarnos de la energía que nos da la comunión del nosotros, dejando a un lado todo lo que nos separa, sabiendo que la transformación de la realidad es un sueño posible, aunque complejo y batallador, sensibilizarnos sobre lo que el otro o la otra siente y padece, entreayudarnos para que en lo existencial y vivencial sea cotidiana la ternuridad:

La única terapia posible para mantenerse al margen de los efectos devastadores de la fabricación de una meta realidad, tendría que ser el reencuentro de los seres humanos con lo que nos rodea en nuestro entorno físico, en nuestro entorno más afectivo, el reencuentro con nuestros afectos, con nuestra familia, con nuestras creencias, con la naturaleza, con lo comunitario pueblo.

 El encuentro físico y cara a cara con la realidad que la propaganda de las hegemonías quiere desaparecer, quieren distorsionar. Una terapia maravillosa y que sería de incluso de provecho porque nos acercaría a cuestiones que tienen que ver con la producción, sería movilizar masivamente a nuestra gente a actividades como por ejemplo la reforestación de zonas devastadas, el trabajo manual que les permita sobre todo a los más jóvenes reencontrarse con su corporalidad, con su cuerpo, con el cuerpo humano que es el único fabricante de bienes y servicios en el mundo.

Convencernos y convencer a los niños y las niñas de que las computadoras y las nuevas tecnologías son apenas una parte de las posibilidades que tenemos, esa es una buena forma de empezar a liberarnos de los mitos que nos están construyendo los fabricantes de destrucción y de caos. La realidad es mucho más potente y más amplia que lo que podemos percibir con los dispositivos tecnológicos.

Esta proclama de José Roberto Duque no se queda solo en consigna, su propuesta nos incita a elevar el nivel de conciencia personal y a la vez colectivo, donde le demos la espalda a la “infofrenia mundial”, que estos procesos de desintoxicación no son actos personales ya que requiere un acompañamiento de lo físico con lo físico y que no tiene cabida ser huraños o recluirse en una solución egoísta.

Complementando las ideas de agitación política necesaria, para la defensa de quienes son blanco de una espiral de violencia mediática y que trasciende lo virtual, el analista político y también escritor, David Gómez Rodríguez, expresa que debemos lanzar una contraofensiva de apropiación de las tecnologías y las plataformas digitales que son un arma que debemos empuñar:

Contraatacar.  Implica que el pueblo se empodere y organice a fin de crear estructuras y estrategias de formación y comunicación que derroten al algoritmo y a la big data. Ya el poder político no se debate únicamente en el control del Estado, sino que hay también que derrotar a la dictadura en el campo de las comunicaciones, donde son las propias élites económicas las que direccionan el timón.

No se trata de abandonar los espacios, por lo contrario, el nuevo paradigma de la tecnología de la información proporciona la base material para que las redes se constituyan en estructura de comunicación y poder que abarquen toda la estructura social, la comunicación cumple el día de hoy un rol fundamental en el desarrollo de la sociedad y de la democracia, como ejercicio de poder popular.

Los derechos ciudadanos relacionados con la comunicación e información constituyen la base para el desarrollo de la democracia moderna y popular. Las nuevas tecnologías nos permiten estar interconectados y esto cuando lo vemos políticamente es una herramienta de movilización poderosa.

En la superación del capitalismo los medios de producción material se debaten por la clase trabajadora, las tecnologías y los medios de comunicación deben ser también propiedad del pueblo en el ejercicio de su poder y de su libertad.

Confrontar la guerra cognitiva es un acto de emancipación, nadie está a salvo en una isla particular. Quienes diseñaron este escenario mantendrán sus posiciones de ataque y desde nuestra esencia y sustancia pueblo nos queda seguir en la lucha en la que llevamos siglos. Es la contienda contra la nada, de cuerpo a cuerpo y mente a mente, por aquellos que nos reafirmamos en el abrazo de los nuestros.

*Entrevistas realizadas vía telefónica entre el 11 y 17 de agosto de 2024.

Autor: Ricardo Romero Romero

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