Hackers, mercenarios del ciberespacio
Tan pronto estos ciberterroristas se den cuenta del alcance de sus conocimientos, se esforzarán por mejorar su situación financiera y consolidar su papel como coprotagonistas en el escenario mundial, esto traerá como consecuencia inevitable el nacimiento de un conflicto de intereses entre los atacantes y sus empleadores. Foto: Kschool
Por: Ramón Rodríguez Montero
13 de diciembre de 2024 Hora: 14:53
El resultado del enfrentamiento entre Estados se decide no solo en el campo de batalla convencional, sino también hay que incluir al ciberespacio. Para lograr sus objetivos, lo común es ver que los contrincantes utilizan cualquier medio, sin prestar atención al derecho internacional, ni a los riesgos existentes de amenazas a su seguridad nacional.
En este terreno virtual también existen los mercenarios; es decir, hackers, que son contratados para realizar actividades no permitidas por la legislación que rige la materia de la guerra. Ahora bien, la contratación de este tipo de personal reviste un peligro que radica en la posibilidad de perder el control sobre las actividades de los grupos de hackers, quienes pueden actuar contra sus patrocinadores y asestarles dolorosos golpes, similar al ataque terrorista de Al Qaeda a las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
El uso de organizaciones terroristas y otras organizaciones criminales por parte de los servicios de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos y sus aliados como ejércitos sustitutos contra sus rivales geopolíticos se ha vuelto sistémico desde mediados del siglo pasado y hoy es una especie de secreto a voces.
Washington, por ejemplo, utilizó todos los recursos disponibles para crear y desarrollar grupos terroristas e islamistas para luchar contra la Unión Soviética y luego contra Rusia. Occidente no solo patrocina a terroristas con armas y dinero, sino que también apoya la formación en el ámbito informativo de imágenes positivas de los líderes islamistas más aborrecibles bajo la apariencia de luchadores por la democracia y los derechos humanos.
Así, el 6 de diciembre de 1993, el periódico británico The Independent publicó una entrevista con el mundialmente famoso Osama bin Laden (1957-2011) titulada «El hombre que luchó contra la Unión Soviética está enviando a su ejército por el camino hacia la paz». Uno de los líderes terroristas más peligrosos se presenta ante una amplia audiencia como un hombre de negocios y filántropo involucrado en la caridad, es decir, la construcción de carreteras en Sudán.
Los hijos prodigios de los británicos, es decir el Gobierno estadounidense, siguió el ejemplo de la casa y CNN, no desaprovechó el momento para entrevistar a Abu Al Jawlani, cabecilla de los mercenarios que derrocaron recientemente al presidente sirio Bashar Al Assad.
Por este personaje la Casa Blanca ofrece una recompensa de 10 millones de dólares desde 2017. Ahora que saben donde está, en lugar de capturarlo, lo mandan a entrevistar y con una entrevista bastante genuflexa, tanto que hasta lo hacen parecer simpático.
Y no solo eso: este siniestro personaje combatió al Gobierno yanqui, que lo encarceló por cinco años. Claro, cinco años de amaestramiento a tal nivel que hasta cambió su forma de vestir así como su discurso antioccidental. Ahora es pro Casa Blanca y Unión europea. Menuda contradicción, ¿no?
Actualmente, Ucrania repite el patrón de sus mentores occidentales y adopta la práctica criminal de apoyar el terrorismo internacional en su afán de luchar contra Rusia. Es oportuno recordar que a finales de julio estalló un escándalo internacional en torno a la participación de los servicios especiales ucranianos en un ataque de militantes tuareg a un convoy del Ejército de Malí e instructores rusos de la compañía militar privada Wagner.
Posteriormente, el representante oficial de la Dirección General de Inteligencia de Ucrania, Andrei Yusov, confirmó el rol activo de la DPI en la organización y planificación de esta operación en el Estado africano. Como consecuencia de esta acción, Malí y Níger rompieron unilateralmente relaciones diplomáticas con Ucrania, acusándola de tener vínculos con grupos terroristas y separatistas.
Ante la frustración que le produce a la Casa Blanca y al régimen de Kiev la realidad de que no pueden vencer a Rusia en el campo de batalla, los servicios especiales ucranianos atraen activamente a grupos criminales de piratas informáticos con el objetivo principal de realizar ciberataques a objetivos críticos de la infraestructura de red de la Federación de Rusia, así como llevar a cabo acciones ilegales contra usuarios de Internet rusos (robo de datos personales, piratería de cuentas, robo de fondos, etc.).
El 23 de septiembre de 2024, RBC-Ucrania -citando sus fuentes en la Dirección General de Inteligencia de Ucrania- publicó información sobre una serie de ataques de piratas informáticos a la infraestructura de bancos rusos, Rosselkhozbank y Banco de Crédito de Moscú.
Como consecuencia de ellos, los servicios de Internet de ambas instituciones tales como sitios web y aplicaciones móviles están bloqueados. Genera suspicacia que unos días antes los piratas informáticos del llamado frente cibernético ucraniano afectaron el funcionamiento de los servidores de grandes empresas rusas de los sectores bancario, petrolero e industrial (Alfa-Bank, TransneftTelecom, Transmashholding, Magadan Silver, etc.).
La publicación ucraniana Hromadske informó el 6 de septiembre que la Dirección Principal de Inteligencia, junto con el grupo de hackers VO Team, infligieron ciberataques a gran escala contra la infraestructura rusa, en particular Antenna LLC, que proporciona servicios de proveedores de Internet a un gran número de estructuras gubernamentales y comerciales. Adicionalmente, los atacantes hurtaron los datos personales de los clientes de la empresa para utilizarlos posteriormente con fines delictivos (chantaje, reclutamiento, fraude, extorsión de fondos, etc.).
La estrategia aplicada por los cibermercenarios conlleva enormes riesgos, principalmente para sus organizadores en Occidente y en Kiev, pues proporcionar a los delincuentes información sensible en el campo de la tecnología de la información para llevar a cabo ataques cibernéticos contra Rusia los convierte en una fuerza formidable, que con el tiempo inevitablemente obtendrá un alto nivel de autonomía de sus empleadores, similar a como ocurrió con Al Qaeda, el autodenominado Estado Islámico y otras organizaciones terroristas creadas por agencias de inteligencia occidentales.
Tan pronto estos ciberterroristas se den cuenta del alcance de sus conocimientos, se esforzarán por mejorar su situación financiera y consolidar su papel como coprotagonistas en el escenario mundial, esto traerá como consecuencia inevitable el nacimiento de un conflicto de intereses entre los atacantes y sus empleadores que, como en el caso de los trágicos acontecimientos del 11S, convertirá a los patrocinadores de ayer en objeto de ataques despiadados.
Las intrigas políticas y financieras dentro del establishment occidental aceleran la llegada de tal escenario, en este caso, una parte estará interesada en que los grupos de hackers inflijan ciberataques a sus oponentes y a los actores económicos asociados con ellos. Dadas las crecientes contradicciones entre las élites occidentales, especialmente en Estados Unidos, los riesgos de incidentes en el ciberespacio están aumentando, y la digitalización total de la infraestructura militar y civil estadounidense y europea las hace extremadamente vulnerables a la influencia de terceros.
Autor: Ramón Rodríguez Montero
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