La Doble Arista del Imperialismo: Persecución de Migrantes y Asfixia Económica contra Venezuela

Estados Unidos, en su afán por subyugar a Venezuela, ha desplegado ambas estrategias con una ferocidad que no solo viola el derecho internacional, sino que desnuda su desprecio por la dignidad humana y la soberanía de los pueblos. Foto: @alex_dukson
Por: Manu Pineda
31 de marzo de 2025 Hora: 08:00
La historia de la opresión imperialista se escribe con dos manos: una que empuña leyes xenófobas para perseguir a las personas migrantes, y otra que impone sanciones ilegales para estrangular economías enteras. Estados Unidos, en su afán por subyugar a Venezuela, ha desplegado ambas estrategias con una ferocidad que no solo viola el derecho internacional, sino que desnuda su desprecio por la dignidad humana y la soberanía de los pueblos. No podemos titubear a la hora de denunciar la criminalización de la diáspora venezolana y los aranceles coercitivos contra sus socios comerciales como dos caras de una misma moneda: el fascismo transnacional.
La Ley de Enemigos Extranjeros: Un Instrumento de Terror Racial
El resurgimiento de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 —una reliquia jurídica diseñada para tiempos de guerra— como herramienta para perseguir a migrantes venezolanos, es un acto de cinismo político sin precedentes. Esta norma, invocada por el gobierno estadounidense, transforma a seres humanos en «enemigos» por el simple hecho de huir de una crisis agravada por las mismas sanciones que Washington impone. Las deportaciones masivas, como el secuestro de 238 venezolanos enviados a El Salvador sin debido proceso, son crímenes de lesa humanidad. Niños separados de sus familias, adultos encarcelados en centros de detención extrajudiciales y la estigmatización de una comunidad entera como «terrorista» revelan un plan sistemático de limpieza étnica bajo códigos legales arcaicos.
Esta persecución no es un fenómeno aislado. Se inscribe en una tradición racista que ha utilizado leyes migratorias para excluir a chinos en el siglo XIX, a judíos en el siglo XX y ahora a latinoamericanos. Como señala la filósofa Angela Davis: «En un sistema construido sobre la esclavitud y el colonialismo, la criminalización del migrante es la continuación del genocidio por otros medios».
Aranceles como Armas: El Bloqueo Económico Multilateral
Paralelamente a la cacería de migrantes, Estados Unidos ha intensificado su guerra económica contra Venezuela. La imposición de aranceles a países que compran petróleo venezolano no solo viola la soberanía de estas naciones, sino que dinamita el marco legal del comercio internacional. Al discriminar entre socios comerciales (artículo I del GATT) y establecer barreras encubiertas (artículo XI), Washington convierte a la OMC en un títere de sus intereses geopolíticos. El Acuerdo de Marrakech, que prohíbe el uso del comercio como arma política, queda reducido a papel mojado ante la arrogancia imperial.
Estas medidas buscan asfixiar a Venezuela, pero también castigar a quienes osan desafiar el unilateralismo estadounidense. Como en los peores tiempos del colonialismo, se trata de un castigo ejemplarizante: «Si comercias con el desobediente, serás estrangulado». Sin embargo, la resistencia persiste. La alianza de Venezuela con los BRICS+ y la CELAC —bloques que priorizan la cooperación sur-sur— demuestra que el mundo multipolar no es una utopía, sino una realidad en construcción.
El Patrón Histórico: De Cuba a Venezuela, la Misma Receta Fallida
La derecha fascista internacional, liderada por Washington, ha utilizado por décadas sanciones y persecución migratoria como herramientas gemelas de dominación. El bloqueo a Cuba, vigente desde hace más de seis décadas, no logró doblegar a su pueblo, pero sí generó escasez y éxodos masivos utilizados luego para justificar leyes como la «Ley de Ajuste Cubano», que privilegia a los migrantes cubanos sobre otros latinoamericanos en un claro gesto de instrumentalización política.
Con Venezuela, el guion se repite: sanciones que destruyen la economía → migración forzada → criminalización de los migrantes. Es un círculo vicioso diseñado para crear caos y justificar intervenciones. Pero hay una diferencia crucial: hoy, los pueblos de Nuestra América están más organizados.
La solidaridad con Venezuela se expresa en las calles de Bogotá, en los parlamentos europeos que rechazan los aranceles, y en los foros de la CELAC donde se exige el fin del bloqueo.
La Respuesta: Soberanía, Solidaridad y Alianzas Antifascistas
Frente a esta ofensiva, se requieren acciones concretas:
1. Denuncia internacional coordinada: Llevar a Estados Unidos ante la Corte Penal Internacional por crímenes contra migrantes y ante la OMC por violaciones comerciales.
2. Sanciones reciprocas: La UE y España deben imponer aranceles a productos estadounidenses que afecten a sectores estratégicos, desde tecnología agrícola hasta armamento.
3. Protección migratoria regional: Crear corredores humanitarios bajo el paraguas de la CELAC para acoger a venezolanos sin depender de EE.UU.
4. Fortalecer alianzas económicas alternativas: Acelerar acuerdos con los BRICS+ y promover el uso de monedas locales en el comercio con Venezuela, evitando el dólar como herramienta de coerción.
La Dignidad como Trinchera
Lo que está en juego trasciende a Venezuela. Es una batalla entre dos modelos de mundo: uno donde los fuertes dictan leyes raciales y económicas, y otro donde los pueblos cooperan en igualdad. La persecución de migrantes y los aranceles ilegales son síntomas de un imperio en decadencia, que recurre al fascismo para mantener su hegemonía.
Pero como enseñaron las Madres de Plaza de Mayo y los héroes antiapartheid, la dignidad es indestructible. Hoy, esa dignidad se encarna en un niño venezolano que cruza fronteras buscando vida, en un médico cubano que salva pacientes en Mali, y en un obrero español que exige a su gobierno romper con los aranceles de Trump.
¡Por un mundo donde ningún migrante sea enemigo, ni ningún pueblo sea colonia!
¡Contra el imperialismo, la solidaridad es nuestra patria!
Autor: Manu Pineda
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