La honda decepción de la población se contagia en la guerra del este de Congo

El tipo de estrategias que deciden los actores de la guerra abocan a la gente a su autodestrucción y así lo reflejan los hechos trágicos ocurridos otra vez durante esta semana. Foto: Al Mayadeen


Por: Oskar Epelde

15 de septiembre de 2024 Hora: 10:41

Quienes soportan el sufrimiento de la guerra, y especialmente los desplazados hacinados en chabolas en el norte y el oeste de la ciudad de Goma, hartos de la miseria y la condena a perpetuidad a la que les abocan el discurso y la relación de los actores implicados en la guerra, terminan esta trigésimo quinta semana del año intentando organizar protestas, reuniendo el coraje para recuperar su agencia y poner fin urgentemente a su agonía y sufrimiento, pues rebasa todos los límites.

El jueves por la mañana cortaron accesos de carretera en el lado oeste empleando los pedruscos de lava del volcán, exigiendo su liberación y su derecho urgente a volver a sus tierras y comunidades, que eran la fuente de sus vidas. Volvieron a denunciar que el hambre les destruye en las chabolas que han construido hasta junto a la carretera porque no tienen otro lugar donde construirlas, y a veces las autoridades les desalojan sin escuchar lo que tienen que decir. En la medida en que el hartazgo de los desplazados se ha vuelto incontenible, los análisis de los desplazados se afilan contra el Gobierno, al que consideran responsable de lo que está pasando aunque, lamentablemente, a menudo no podemos mencionar sus nombres.

«La guerra y la política, porque es una guerra política, no debería atacar a la población civil pero actualmente es la población la que soporta el peso de la guerra al 100 por ciento, y el Gobierno no prioriza la adopción de una estrategia para mitigar el sufrimiento de la población, sino que busca soluciones a cuestiones políticas, con el interés de conservar su poder, porque el denominador común del M23 y el AFC (Alliance du Fleuve Congo) es lograr la anulación del poder de Tshisekedi. El Gobierno, para defenderse, debe decir que defiende a la población y la tierra, lo que es legítimo, pero la forma en la que lo hace en la práctica no se entiende, porque la población y especialmente los desplazados de guerra ya no tienen ninguna fuente de sustento económico. En las guerras pasadas había al menos corredores para que los desplazados pudieran buscar sustento y alimentarse, pero ahora se ha convertido en una infracción punible que lleva aparejada una condena sin límite. Cualquier desplazado que vaya a una zona ocupada por los rebeldes, aunque no sea cómplice de los rebeldes, es tratado como enemigo de la paz y condenado a prisión sin límite».

El tipo de estrategias que deciden los actores de la guerra abocan a la gente a su autodestrucción y así lo reflejan los hechos trágicos ocurridos otra vez durante esta semana. Sin ir más lejos, el miércoles pasado, un miliciano disparó contra un alumno de séptimo curso en Kanyarutshina, al norte de Goma, que está inundado también de campos de desplazados. Tanto al norte como al oeste de la ciudad las posiciones del M23 están a muy pocos kilómetros y provocan una concentración insoportable de soldados y milicianos wazalendo (patriotas) especialmente en los campos de desplazados de las afueras de la ciudad, donde circulan libremente con armas y municiones distribuidas por el Gobierno.

Según fuentes locales, el tiroteo entre presuntos wazalendo que segó la vida del alumno, hiriendo a otros dos, surgió de una disputa entre milicianos armados cuando uno trató de atrapar a otro acusándole de haber desertado. La proliferación de armas de guerra en la retaguardia, en manos de milicianos sin formación, y a menudo en condiciones de vida deplorables, provoca a diario robos y muertes violentas en los barrios de Goma. Hace ya meses que los desplazados piden a las autoridades que los milicianos y los soldados de las FARDC sean llevados al frente, además de que sean formados ya que muchos de los milicianos vivían de la pura delincuencia hasta que tuvieron la ocasión de convertirse en presuntos patriotas. Pero hasta ahora el Gobierno no responde a las demandas. El miércoles por la tarde, los compañeros de las víctimas también salieron a protestar a la carretera y lograron ocupar la oficina territorial de Nyiragongo después de que la policía se retirara ante la avalancha de los niños. Esa misma noche un incendio todavía asoló una decena de chabolas en otro campo de desplazados situado al oeste de Goma llamado Lushagala, y otros tres desplazados fueron disparados y muertos.

«La multiplicidad de armas que el Gobierno ha puesto en manos de civiles, y además de civiles que tenían reputación de ser auténticos bandidos de caminos, pero ahora detentan las armas y ese monopolio de ser aceptados como personas cualificadas para circular con armas. Y armas que provocan consecuencias catastróficas en la vida de la gente, armas que les facilitan robar abiertamente, asesinar a la gente abiertamente o secuestrarla abiertamente. Si se trata de desplazados no hay ningún seguimiento y todo esto provoca una enorme decepción».

Después de la manifestación de la mañana del jueves, surgió otra noticia demoledora, la muerte de tres chavales de los desplazados del campo de Iwashi, en Mugunga. Buscaban abastecerse de leña en los límites del Parque Nacional de Virunga y quedaron descuartizados por la explosión de una bomba. Las primeras noticias que salieron culpaban al M23 acusándole de haber lanzado un mortero desde las posiciones del frente. Hicieron falta varias horas hasta descubrir la versión de la población local que fue finalmente también la del portavoz del ejército. Los chavales se toparon con un cuerpo metálico y cuando trataron de manipularlo estalló. Tragedias como esta vienen sucediéndose en cascada y nublan el entendimiento de la gente, pero la experiencia del sufrimiento acumulado depura los análisis y los testimonios de los desplazados, en la medida en que se acerca el fin y se siente más cerca la muerte se intensifica la búsqueda del factor que puede aproximar mañana una solución de paz.

«Segundo (se vacía el analista desplazado), la guerra se ha convertido en un negocio. Es algo que también ocurría en la época de Kabila cuando las autoridades podían abastecerse de armas y municiones e inflaban los precios para justificar todo lo que estaban robando, pero ahora es todavía peor, porque todo lo que hacen lo justifican en la guerra, por tanto, hay que desviarlo todo, ¿de qué manera todo? Una administración militarizada con estado de sitio donde el gobernador es un militar, el alcalde es un militar y los burgomaestres de todos los pueblos de la provincia son también militares. Por tanto, los civiles no tienen nada qué decir, y la manera en la que trabajan los gestores es acaparándose de todo lo que pueden durante su pasaje para hacerse con reservas y no para tal vez invertir en la comunidad o en la población. Por ejemplo, antes, los desplazados podían tener acceso a la ayuda humanitaria y podían circular libremente en los campos de desplazados, pero ahora como los wazalendo y todos los grupos armados han tomado residencia en los campos de desplazados, todos los interventores encuentran dificultades para aproximarse a los desplazados. Y todos los abusos, asesinatos, los atracos a pleno día y los secuestros cometidos sea por los wazalendo o sea por los militares, ahondan la decepción de la población, y ya no están dispuestos a dar la razón a todo el mundo. Dicen que el gobierno se comporta como un bandido, que los rebeldes son también bandidos y que más vale vivir en el lugar menos malo que quedarse donde puedes morir de hambre, bien que volviendo al pueblo también se puede morir por la inseguridad, aunque se esté comiendo».

Por tanto, necesitan encontrar una solución y creen que esta solo puede venir asumiendo la necesidad de no eludir sino abordar los debates de fondo sobre el reparto de recursos y poder, sobre la injusticia, etc., problemas que deben ser resueltos para lograr un equilibrio, «pues lo contrario sería arrojar a la gente a una resiliencia incierta que implica acciones inaceptables que conducen a la autodestrucción».

*Corresponsal de teleSUR en África

Autor: Oskar Epelde

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