La amenaza de Donald Trump de «exigir la devolución» del Canal de Panamá pone en evidencia el giro intervencionista de su próxima política exterior, contradiciendo sus promesas de campaña de no intervención internacional. Por su parte, el presidente panameño Mulino reafirmó la soberanía del país sobre la vía interoceánica, respaldado por el derecho internacional y organizaciones regionales como ALBA-TCP.

El gobierno panameño descartó tajantemente este miércoles cualquier conversación con Estados Unidos sobre el Canal de Panamá, en respuesta directa a las recientes declaraciones del expresidente Donald Trump, quien amenazó con exigir la devolución de la vía interoceánica.

«No hay soldados chinos ni de ninguna otra potencia en la vía interoceánica», afirmó categóricamente Mulino durante su conferencia de prensa semanal, desmintiendo las insinuaciones del político republicano. El mandatario panameño enfatizó que su país mantiene «una relación con Beijing respetuosa y basada en los intereses de ambos países».

La escalada diplomática ocurrió después de que Trump amenazara, entre el 21 y 22 de diciembre a través de su red social Truth Social, con exigir a Panamá la devolución del canal «de manera rápida y sin cuestionamientos», alegando preocupaciones sobre la influencia china en la región.

Mulino señaló que las prioridades en la relación bilateral deberían centrarse en temas como la migración irregular, específicamente en el memorando suscrito en julio con la administración Biden sobre la repatriación de indocumentados, así como en asuntos de seguridad, combate al narcotráfico, terrorismo y crimen organizado.

Respecto a las tarifas del Canal, el mandatario panameño fue enfático al descartar cualquier trato preferencial para embarcaciones estadounidenses, recordando que las tarifas siguen un «proceso público y abierto, ya establecido».

En cuanto a la nominación de Kevin Marino Cabrera como nuevo embajador estadounidense en Panamá, Mulino mantuvo una postura diplomática, aunque señaló con cierta sorpresa que el nominado «era menor que su hijo», agregando que el proceso de evaluación de su beneplácito tomaría varios meses, pendiente de la ratificación por el Senado estadounidense.

El presidente panameño reveló además que no asistirá a la toma de posesión del próximo presidente estadounidense el 20 de enero, debido a compromisos previos en el Foro Económico Mundial de Davos y una subsecuente visita oficial a Italia.

La polémica surge en un momento crítico para la vía interoceánica, que según datos de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) movilizó 423 millones de toneladas en el último año fiscal, registrando una disminución del 17% respecto a 2023. Estados Unidos continúa siendo el principal usuario del canal, representando el 74.7% del tráfico total con 160.1 millones de toneladas, seguido por China (21.4%) y Japón (14.6%).

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En respuesta a las declaraciones de Trump, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) emitió recientemente un comunicado respaldando la soberanía panameña. El bloque regional enfatizó que el Canal está protegido por el Derecho Internacional, el Tratado Torrijos-Carter y el Tratado Relativo a la Neutralidad Permanente, que establecen la vía marítima como «parte inalienable del territorio panameño».

Las declaraciones sobre el Canal de Panamá se suman a una serie de pronunciamientos controversiales de Trump sobre política exterior. El presidente electo también viene reiterando su intención de anexar Canadá y comprar Groenlandia, marcando un notable contraste con su promesa de campaña de mantener a Estados Unidos alejado de conflictos internacionales.

Este viraje hacia una política exterior más agresiva resulta particularmente llamativo considerando que Trump construyó su plataforma electoral sobre tres pilares fundamentales: el distanciamiento de conflictos externos como la guerra en Ucrania, el incremento de aranceles a socios comerciales, y el fortalecimiento de la industria manufacturera estadounidense. Sin embargo, sus recientes pronunciamientos sobre el Canal de Panamá y otros territorios anuncian una postura internacional significativamente más intervencionista de cara a su próxima administración.

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