Pierre de Coubertin, el pionero

Pierre de Coubertin presidió el Comité Olímpico Internacional hasta 1925. En 1937 murió en Ginebra, Suiza. Tenía 74 años.


26 de julio de 2024 Hora: 13:41

Cuando Pierre Fredy de Coubertin nació en París el primer día de 1863, Gustave Eiffel todavía no había construido su emblemática torre, pero la capital francesa ya se posicionaba junto a Londres como uno de los focos culturales del mundo.

Su familia, perteneciente a la aristocracia, le legó el título de barón. Luego de formarse en una escuela jesuita, su padre quería que siguiera la carrera militar, pero su particular sensibilidad apuntaba hacia las humanidades. Así fue que se mudó a Inglaterra para perfeccionar sus estudios y allí conoció la doctrina del “cristianismo muscular”, que era la búsqueda de la perfección espiritual por medio del deporte y la higiene.

La década de 1880 la vivió entre continuos viajes a Inglaterra, donde conoció las bases del deporte que pronto se expandiría por el planeta. Y así creció, en un ambiente entre lecturas selectas y con la posibilidad de desarrollar sus vocaciones de pedagogo e historiador. La antigua Grecia le causaba fascinación: sus mitos, sus dioses, sus héroes. Y entre los héroes, los olímpicos. Idealizaba aquella concepción griega y sobre ella desarrolló su teoría de la educación física, como una continuación natural de la idea ateniense del “gymnasium”.

Conocía muy bien la historia de Olimpia, aquella ciudad del Peloponeso en la que cada cuatro años se reunían los hombres para honrar a Zeus. Aquellos Juegos Olímpicos se celebraron durante más de once siglos (776 a.C. a 393 d.C.) y un dato le llamaba particularmente la atención al joven barón de Coubertin: durante esta justa se suspendían todas las guerras del mundo helénico.

La Europa de finales del siglo XIX ofrecía un panorama esperanzador: atrás habían quedado las Guerras Napoleónicas; Francia y Gran Bretaña crecían expandiendo su dominio colonial cruzando los mares, lo mismo que Alemania, unificada luego de la Guerra Austro-Prusiana… Eran tiempos de progreso y paz. En este marco crecían los espacios para la recreación y los nacientes “sports”, una palabra nueva que empezaba a expandirse rápidamente.

Entusiasmado con los tiempos que corrían, Coubertin comenzó a recorrer su país para divulgar sus métodos “deportivos”. Creó lo que llamó “sociedades atléticas”, algo que hoy podríamos llamar “clubes”, y estas se fueron asociando hasta crear la Union des Sociétés Françaises de Sports Athlétiques. Y no paraba: fundó la “Revue Athlétique”, la primera revista dedicada al deporte. Favorecido por su tiempo, el Gobierno francés lo tomó muy en serio: el Ministro de Educación lo envió a los Estados Unidos para que continuara su investigación sobre los métodos de enseñanza.

Al entrar la última década del siglo XIX, el deporte había pasado de ser practicado por minorías o en el colegio, a estar de moda y entusiasmar masivamente a la población.

Por sobre todo, Coubertin era un soñador y llegó a imaginar que podrían recrearse aquellos Juegos Olímpicos, pero ahora con atletas de todo el mundo, con el único ánimo del deseo de gloria, de competir por competir, bajo un manto de unión y la hermandad, sin ánimo de lucro. ¿Era una locura? Chocó contra la incomprensión, pero no se detuvo y comenzó a viajar con su mensaje de paz al que montaba sobre esa nueva palabra que cada vez sonaba más: deporte.

Cuando el 26 de junio de 1894 terminó de sesionar en La Sorbona el Congreso Internacional de Educación Física, algo nuevo había nacido: se había decidido instituir los Juegos Olímpicos… “de la era moderna”. Y presentó un lema: “Citius, Altius, Fortius” (que significa “más rápido, más alto, más fuerte”).

Pese a las oposiciones que encontraba en la política y en excusas económicas en diversas naciones, supo mover sus influencias: logró que el duque de Esparta -príncipe heredero de Grecia- intercediera ante su cuñado, el káiser Guillermo, emperador de Alemania, convenciendo a los ingleses y a su propio Gobierno. Consiguió fondos, motivó a la comunidad ateniense para reconstruir el estadio. El 24 de marzo de 1896, el rey Jorge de Grecia pronunció por primera vez las palabras rituales: “Declaro abierto los Primeros Juegos Olímpicos Internacionales de Atenas”.

El sueño olímpico de Pierre de Coubertin se había hecho realidad. Hasta 1925 presidió el Comité Olímpico Internacional. En 1937 murió en Ginebra, Suiza. Tenía 74 años.

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