La inseguridad en el campamento de desplazados ubicado en el norte de Darfur, Sudán, se ha recrudecido.

La agudización de los conflictos en Sudán ha llevado a que el Programa Mundial de Alimentos (PMA), de la Organización de Naciones Unidas, cese sus servicios humanitarios en la región, lo que podría resultar en la muerte por hambre de miles de ciudadanos en los próximos días.

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La decisión tomada por el organismo internacional ocurre en un contexto donde los combates entre rebeldes y el aumento de la inseguridad en el campamento de desplazados ubicado en el norte de Darfur se han agravado con el curso del tiempo.

Sin embargo, Laurent Bukera, director del Programa Mundial de Alimentos en África Oriental, declaró que solo se reanudarán los envíos una vez que se detengan todos los enfrentamientos en la zona.

En días pasados todos los actos de violencia han costado la vida tanto a trabajadores como a civiles damnificados por los conflictos, lo que pesa para exigir una garantía en cuanto a la seguridad de los trabajadores como uno de los requisitos para retomar las entregas de alimentos.

Este pronunciamiento del Programa Mundial de Alimentos precede la suspensión de las actividades de Médicos Sin Fronteras hace alrededor de tres días, debido a que estos fueron blanco de ataques reincidentes por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido.

Asimismo, la responsable de ayuda humanitaria de la ONU, Edem Wosornu, declaró este miércoles que, tras analizar las imágenes satelitales, se confirmó la existencia de armas pesadas alrededor y dentro del campamento Zamzan, así como la destrucción de estructuras clave en cuanto al mercadeo local.

Según la funcionaria, «casi dos años de implacable conflicto en Sudán han infligido un inmenso sufrimiento y han convertido partes del país en un paisaje infernal», idea reafirmada por la existencia de los 12 millones de desplazados y los 24.6 millones de personas que padecen hambruna extrema.

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