Resistencia es contar historias que no nos han contado

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La República española también contó con el apoyo de cubanas y cubanos, que querían combatir el fascismo tras el golpe de estado de 1936.


10 de febrero de 2025 Hora: 19:10

Cuba vivió la Guerra Civil Española con tal intensidad, que fue el país que más brigadistas internacionalistas aportó a la causa antifascista, en relación con el número de habitantes totales. La tesis expuesta en el ensayo documental “Escuchar la sombra”, del cineasta canario Miguel G. Morales, nos lleva a razones esenciales de una historia no suficientemente bien contada.

La vinculación del cineasta con Cuba comenzó siguiendo los pasos de su abuelo paterno nacido en La Habana y culminó en la premier mundial en la Sección Oficial del emblemático Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana del pasado diciembre de 2024.

Dice Miguel G. Morales que es “una película que reivindica lo que no quedó en el relato oficial de las Brigadas Internacionales, donde miles de personas anónimas de Cuba no estaban incluidas. Pareciera que también hubieran sido vencidos por la memoria. Los “olvidos” en la historia oficial apuntalan la ideología del poder”.

“Escuchar la sombra” muestra durante 30 minutos un 80% de imágenes inéditas, con lo que expone la historia necesaria, porque hasta ahora -resalta el cineasta- “se tiene constatado que Cuba aportó unos 1.400 y EE.UU. 3.000 (brigadistas). Sin embargo, se han contado miles de relatos sobre los brigadistas norteamericanos, pero de los cubanos no y con la particularidad de que, encima Cuba era una colonia española, donde España había arrasado con la población cubana, los había tratado como esclavos”.

Bastará ver el documental de Morales para comprobar que La República española también contó con el apoyo de cubanas y cubanos, que querían combatir el fascismo tras el golpe de estado de 1936. Es “un canto a la memoria de los llamados vencidos que nunca lo fueron, los que sacrificaron y pusieron el cuerpo en aras de un mundo mejor”.

La larga noche franquista que duró desde 1939 hasta 1975, paralizó toda posibilidad de investigación histórica que no fuera elogiada por ese gobierno. En cuanto a Cuba, después de 1940 y más tarde con la dictadura de Fulgencio Batista, no cedían precisamente la palabra a los antifascistas cubanos; a pesar de ello intelectuales como Juan Marinello y Raúl Roa, dieron a conocer sus ideas.

De forma clandestina, miles de cubanos -última colonia del imperio español- cruzaron los mares para defender la Segunda República, contra la amenaza del fascismo y el golpe de estado franquista.

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Para Miguel G. Morales, graduado en Cuba de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, la historia del documental fue inspirada en el 2021, al enfrentarse al discurso de “La Pasionaria” -Dolores Ibárruri- pronunciado en La Habana en 1963, donde habló con un resplandor épico acerca de las cubanas y los cubanos, que estuvieron en la guerra defendiendo a la República.

“Empecé a tirar del hilo y se lo planteé a Atilio Caballero” (reconocido dramaturgo y escritor cubano que ha sido el guionista de este documental). “Me interesan historias que nunca han pretendido ser contadas, que no entran en los relatos normativos, esa “belleza de los desencajados” como decía Alejandra Pizarnik; explicó recientemente el Director del documental a la publicación canaria “El diario”.

Se destaca la participación de las mujeres dentro de la guerra civil y cómo defendieron a la República española, por lo que el documental acentúa a las lideresas, dentro de tendencias del anarquismo, el comunismo o el socialismo, “pero sobre todo, normalizarlo en el relato”. Igualmente tuvo como premisa “no utilizar ni seleccionar ninguna imagen de muertos, guerra, trincheras, bombas” (…) “intentamos crear un relato que no abogara por la violencia”, recalca. 

“Fueron personas que sacrificaron su vida por la lucha de un ideal común, pero que no estaban adscritos a una ideología en concreto. De los cubanos y las cubanas había gente no afiliada a ningún partido, otros al partido socialista, comunista, anarquista…”, explica el cineasta. 

“Nosotros íbamos a luchar por la humanidad”, dice uno de los testimonios recogidos por el documentalista, quien destaca a Juan Marinello, Nicolás Guillén, Felix Pita y Alejo Carpentier, quienes conformaron parte de la delegación cubana convocada al Congreso de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, celebrado en Valencia en 1937.

Casualmente, el golpe de estado sorprende en España al pintor cubano Wilfredo Lam y al músico nacido en Trinidad, Julio Cueva. Asimismo hace mención al escritor surrealista Juan Breá, oriundo de Santiago de Cuba y al periodista Pablo de la Torriente Brau, líder revolucionario e intelectual puertorriqueño -quien creció y vivió en Cuba- conocido como el mayor cronista de su época.

Pablo fue defensor de las causas justas en Cuba, fue uno de los primeros periodistas que informó de la contienda española en América y en un momento dado decidió dejar de escribir para ir al frente donde llegó a ser comisario político y donde le asesinaron.

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A Pablo de la Torriente, el poeta Miguel Hernández -a quien conoció en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas en Madrid y coincidieron en varias ocasiones en el frente de batalla- el poeta de Orihuela le dedicó su “Elegía Segunda”, que comienza con estos versos: “Me quedaré en España, compañero”, / me dijiste con gesto enamorado. / Y al fin sin tu edificio trotante de guerrero / en la hierba de España te has quedado”.

Y termina: “Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan. /No temáis que se extinga su sangre sin objeto, / porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan/ aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto”.

Pablo de la Torriente Brau fue herido mortalmente en Majadahonda el 19 de diciembre de 1936; cuatro días después rescataron y enterraron sus restos.

La cineasta cubana Belkis Vega Belmonte, se adelantó en este tema en 1983, con su documental “España en el corazón”. Los testimonios de los cubanos que acopió, los cedió amablemente al realizador español Miguel G. Morales, quien le ha dado una nueva visibilidad a tan importantes relatos.

También a través del productor asociado Emilio Silva Barrera, periodista y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), el cineasta canario accedió al archivo de la Universidad de Nueva York, donde encontró el 60% del material en los archivos de la Brigada Abraham Lincoln.

Así es como da con un microfilm sobre la salida de los cubanos a España, en el que hay fichas de esas personas que salieron, estuvieron en campos de concentración de Francia y que luego, algunos llegaron a Cuba años más tarde; también detalla los que quedaron por el camino o murieron. 

Es una historia que cobra vida a tenor de las manifestaciones fascistas de la actualidad. “Para mí, es hacer resistencia el intentar contar historias que no nos han contado”, exhorta el realizador. 

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En Cuba es especialmente notoria la presencia de descendientes de las Islas Canarias, porque el flujo migratorio se mantuvo durante siglos, por lo que trabajar con equipos de ambas islas se dio muy bien. Precisamente, la voz narradora del documental es de la actriz y dramaturga cubana Mariela Brito, la dirección de producción de Encarna P. Yanes y banda sonora original del músico Fajardo.

El proyecto independiente “Escuchar la sombra”, plantea esta sinopsis: “Una oscuridad recorría Europa. En España, el golpe de estado amenazaba la legítima Segunda República. Una reflexión sobre la historia oculta de personas que desde Cuba cruzaron el océano, para combatir el fascismo en la llamada Revolución Española”.

Para su realización contó con el apoyo del Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife, la colaboración especial del Instituto de Historia de Cuba, la Cinemateca de Cuba, el ICAIC y la Filmoteca de Catalunya. Igualmente el ALBA (Abraham Lincoln Brigade Archive), la Universidad de Nueva York, el IISH de Amsterdam, la filmoteca de Toulouse, Arqueología de Imágenes y la Filmoteca Española.

Algunos viajaron con visado de turistas o clandestinos, con la apariencia de que iban a visitar la Exposición Universal de París. En enero de 1937, parte el buque París con un gran número de internacionalistas cubanos desde Nueva York hasta España, junto a otros compañeros norteamericanos con igual propósito libertario.

Otros combatientes cubanos salieron a comienzos de febrero y en marzo zarpó un nuevo destacamento de cubanos compuesto por 38 combatientes que iban a la Revolución española, donde palpitaban las angustias del mundo entero.

El 16 de julio del propio año salió un grupo más grande con 138 hombres, que arribaron al puerto francés de Cherburgo. Otra tropa de cubanos lo hicieron también desde Nueva York el 26 de noviembre de 1937; y nuevamente en el vapor Shaplain, un último grupo lo hizo el 23 de mayo de 1938, enrolados en las Brigadas Internacionales para defender al legítimo gobierno de España de la agresión fascista.

Entre las 50 naciones que aportaron 35.000 voluntarios antifascistas, mayormente de tendencia comunista, los 1.400 voluntarios cubanos que se adentraron en ese terror tan temido como la guerra en España, fue el más numeroso del continente americano.

Es notable además la retención forzosa de los cubanos en los campos de concentración del sur de Francia (Gurs, Argeles, Bram, etc.) después de 1939, refirió el investigador Michel Porcheron. Los barracones fueron establecidos por las autoridades francesas, para encerrar a más de 500. 000 “extranjeros indeseables” que huían de la guerra y la represión. Algunas de estas estancias eran zonas vigiladas a la intemperie, sin agua potable, ni condiciones mínimas de higiene. Apenas se les suministraba alimentos, ni abrigo. Allí murieron muchas personas por desnutrición, enfermedades o como consecuencia de torturas y asesinatos.

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Los registros de fusilamientos a manos de franquistas, también contienen los nombres de los cubanos. Varias obras escritas por investigadores cubanos y españoles, recogen los datos. Por ejemplo “La Guerra Civil española y Cuba”, de Jorge Domingo Cuadriello, explica como en Gijón, por ejemplo, fueron pasados por las armas 19 extranjeros, tras la caída de Asturias en manos de los golpistas. De esos 19 foráneos, 9 eran cubanos. En el cementerio de Santander, fueron enterrados siete cubanos, entre los 1.324 ejecutados entre octubre de 1937 y 1952. 

La narración cita al boxeador cubano Isidro Díz Gener, al que la Guerra Civil lo sorprendió en Barcelona y no dudó en unirse a las Milicias Antifascistas del área y posteriormente al Ejército Popular Republicano, adscrito a la columna ‘Lluis Companys’. Sobrevivió a la herida recibida en la batalla del Ebro y con el triunfo de la Revolución cubana de 1959, se integró en las Milicias Nacionales Revolucionarias y participó en la defensa contra la invasión mercenaria en Playa Girón, Cuba.

España se había convertido en una gran cárcel franquista tras la derrota de la Segunda República en la Guerra Civil. Para salvar la vida, se impuso el exilio de miles de republicanos españoles y aunque a La Habana nunca llegó un barco cargado de refugiados –como el ‘Winnipeg’, fletado por el escritor Pablo Neruda hacia Chile, con 2.200 refugiados españoles que llegaron a Valparaíso el 2 de septiembre de 1939- en Cuba, entre otros españoles se instalaron relevantes figuras como la filósofa y ensayista María Zambrano y el novelista y periodista Lino Novás Calvo, quienes residieron por largos años en la Isla.

En plena Guerra Civil, Cuba acogió por dos años al destacado escritor Juan Ramón Jiménez (“Platero y yo”), que llegó a la Isla en noviembre de 1936 y se inclinó generosamente ante la muerte de Pablo de la Torriente. En La Habana se relaciona con lo mejor de la intelectualidad de la época, donde se le ocurre -y es apoyado por Don Fernando Ortiz- organizar un Festival de Poesía, como un canto a la paz.

Juan Ramón Jiménez -Premio Nobel de Literatura, 1956- sigue desde La Habana las dolorosas noticias de la España destrozada, donde morían sus mejores hijos. Habían asesinado a Federico García Lorca; Antonio Machado, a quien llamaba “nuestro mejor poeta”, había muerto “llenándonos a todos con su caída de sombra”, exclamó.

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También el hematólogo y ensayista español Gustavo Pittaluga, vivió 14 años en Cuba como exiliado antifascista. Sus estudios científicos en Cuba, aportaron al conocimiento de enfermedades parasitarias (mortales) como el paludismo, lo llevaron a ser uno de los primeros hematólogos del mundo y a fundar la Escuela Española de Hematología.

La ayuda solidaria de destacados escritores e intelectuales cubanos tuvo un carácter masivo e incondicional. Desarrollaron proyectos artísticos e intensificaron su producción intelectual con el objetivo de enriquecer la cultura española.

El interés por la Guerra Civil española en Cuba fue tan considerable, que durante un viaje por Latinoamérica para incrementar la solidaridad, realizado por el periodista y político, varias veces ministro durante el gobierno de la Segunda República Marcelino Domingo, dio un mitin en La Habana ante 60.000 personas.

La revista “Selecta” lo describió así: «Ningún orador ha tenido en Cuba, pendiente de su verbo, un auditorio igual. Cerca de 60.000 personas frente a él, y al extremo de las ondas sonoras un número incalculable de oyentes ansiosos de conocer […] su visión del problema peninsular y la situación actual». 

El conflicto peninsular influyó de forma tal en la población cubana, especialmente en los núcleos hispanos, que produjo una polarización similar a la que tenía lugar en España.

Los españoles de izquierda aunaron fuerzas en una serie de organizaciones de marcada proyección política. Entre 1933 y 1935 se nuclearon en Izquierda Republicana Española, el Círculo Español Socialista y el Ateneo Socialista Español. Las nuevas sociedades incluían las afinidades ideológicas, sin excluir las gestiones benéficas que tradicionalmente caracterizaron a las asociaciones españolas en Cuba.

El todavía coronel y jefe del Ejército, Fulgencio Batista, expresó ante algunos enfrentamientos ocurridos entre los españoles residentes, agrupados en organizaciones afines al Frente Popular o a los golpistas. «Aquel que se haya entregado a una militancia política, fascista o comunista, haciendo mal uso de nuestra tradicional hospitalidad (…) creemos firmemente que debe irse a España, al campo de batalla, a uno u otro bando, de acuerdo con su credo, que en ambos hace falta. El valiente debe demostrar su convicción y su coraje allá».

Ante la eficacia de las asociaciones de izquierda española en Cuba, en beneficio del gobierno del Frente Popular, se estableció el Decreto no. 3411, con el que el Presidente Federico Laredo Brú (1936-1940) ilegalizó el 3 de diciembre de 1937, al Círculo Español Socialista e Izquierda Republicana Española.

No obstante, continuaron la labor humanitaria y de defensa de la Segunda República desde la Casa de Cultura y Asistencia Social, surgida a principios de 1938, la que junto al Partido Comunista de Cuba, desarrollaron una importante labor en auxilio de los exiliados españoles.

Intelectuales de renombre como Juan Marinello y Nicolás Guillén engrosaron sus filas. Lo mismo ocurrió con las comunidades de españoles residentes, que a decir de la historiadora Áurea Matilde Fernández Muñiz “vivieron en su interior, los efectos de la guerra civil desatada en España en los años 30, y después la posguerra. La membresía se dividió en dos bandos, igual que ocurría en España”.

El realizador español Miguel G. Morales expreso un gran regocijo tras el estreno en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de su documental “Escuchar la sombra”, un episodio semioculto de la historia de las Brigadas Internacionales”. Era importante para mí poder visibilizarla, recalcó.

En Cuba prevaleció el sentimiento antifascista en la unidad revolucionaria. Esta hazaña realizada por un pequeño país y un grupo de hombres y mujeres desde la clandestinidad, adscritos a organizaciones políticas o no, porque el Partido era muy perseguido, organizaron el envío desde La Habana de un destacamento de unos 850 cubanos a España.

“Muchos de los cubanos salieron clandestinamente con pasaporte falso, con ayuda del Partido Comunista. Estos expedientes que acopiamos contribuyen a dar una visión de lo heroica que fue la juventud cubana en la lucha contra Machado; las persecuciones durante 1934, 1935 y 1936 y cómo ese heroísmo llegó al clímax”, describió María Mercedes Sánchez Dotres.

“Detrás de cada combatiente que fue a España a pelear contra el fascismo -aclaró la historiadora- había diez o 15 en Cuba recaudando fondos, recursos, zapatos, cigarros, tabacos, medicinas, azúcar y otras cosas. En definitiva, casi toda la población cubana, por no decir toda, se movió en esta noble y urgente tarea”.

Este tema fue dado a conocer por el periódico cubano Juventud Rebelde, con el artículo “Expedientes cubanos de gloria en la Guerra Civil Española”. Así lo tituló el periodista Luis Hernández Serrano en el 2011, donde anunció la apertura de un ‘Fondo de Jóvenes Cubanos que combatieron contra el fascismo en España de 1936 a 1939’.

Esto fue gracias a los resultados de las investigaciones realizadas por un matrimonio de intelectuales del Archipiélago, el escritor y periodista Enrique Cirules y su esposa, la licenciada en Historia María Mercedes Sánchez Dotres, quienes profundizaron en la participación heroica de los cubanos en la guerra en España contra el fascismo.

Dada la feroz persecución que se desató en Cuba contra el movimiento revolucionario y comunista, desaparecieron los archivos de la comisión de reclutamiento con este fin. Desde 1980, los investigadores cubanos encontraron documentación sobre el tema en el Archivo Estatal Ruso de Historia Política y Social, y en varios archivos españoles, siendo los más importantes los de Ávila y Salamanca.

A esto se sumó hace tres años Miguel G. Morales con sus pesquisas en La Habana, Nueva York, Ámsterdam, Toulouse, Barcelona, Salamanca y París, para proyectar la dignidad del pueblo solidario cubano contra el avance del fascismo. Es la manera de hacer resistencia del cineasta canario, para contar historias que no nos han contado.

Autor: teleSUR - Rosa María Fernández