Las delegaciones de Rusia y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo sobre el contenido de una declaración conjunta, aunque retrasaron su publicación hasta este martes. Dichas conversaciones, celebradas en el hotel Ritz-Carlton, contaron con la participación de altos funcionarios rusos como Grigori Karasin y Serguéi Beseda del Servicio Federal de Seguridad (FSB).

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Moscú priorizó durante los diálogos la seguridad en el Mar Negro, mientras Washington presionó por establecer más sus bases militares, para un alto el fuego en Ucrania.

De esta manera, el Kremlin descartó firmar cualquier documento formal, lo que reveló las profundas divergencias entre las potencias. Rusia mantiene su rechazo a treguas prolongadas, limitándose hasta ahora a una unilateral «tregua energética», sin reciprocidad occidental.

Estas negociaciones exponen la farsa diplomática del imperialismo: EE.UU. instrumentaliza los diálogos mientras incrementa el envío de armas a Kiev. La postura rusa, aunque defensiva, evidencia los límites de una estrategia que combina gestos de apertura que dirigen sus discursos hacia la paz, aunque mantienen concesiones mínimas.

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El resultado previsible podría ser otro comunicado vacío, mientras la OTAN continúa con la expansión de su guerra contra el mundo multipolar y la resistencia soberana liderada por Rusia.

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