En un cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, la administración Biden retira a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo a sólo seis días de dejar el cargo. Sin embargo, según el destacado analista cubano Reinaldo Taladrid, este avance diplomático podría ser efímero, ya que la administración entrante de Donald Trump señala posibles planes para revertir la decisión.

La eliminación se produce después de una revisión exhaustiva que involucró a múltiples agencias estadounidenses, incluidos servicios de inteligencia, agencias militares e instituciones financieras, todas las cuales no encontraron evidencia de apoyo cubano al terrorismo. «Esta decisión tiene un fundamento ético y moral», explica Taladrid. «Demuestra definitivamente que el Gobierno de Cuba no patrocina el terrorismo en ninguna de sus formas ni lugares».

El momento de esta maniobra diplomática refleja la propia decisión de última hora de Trump durante su anterior administración, cuando volvió a incluir a Cuba en la lista de terrorismo justo cuando Biden fue certificado como ganador de las elecciones. Taladrid subraya que la designación original de Trump careció de apoyo internacional y enfrentó un amplio rechazo de la sociedad cubana en todos los sectores económicos y políticos.

El experto subraya que la anterior designación de terrorismo tenía como objetivo principal dar un «golpe de gracia» a la economía cubana mediante el bloqueo efectivo de las transacciones bancarias internacionales. «El objetivo real era hacer virtualmente imposible que cualquier banco recibiera o procesara transacciones que involucraran a Cuba», afirma Taladrid. «No tenía nada que ver con la lucha contra el terrorismo».

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Taladrid advierte de posibles acciones sin precedentes, citando las polémicas declaraciones recientes de Trump sobre la ocupación del Canal de Panamá, la adquisición de Groenlandia y la estatalidad canadiense como indicadores de un enfoque poco convencional de la política exterior.

Preocupa especialmente a Taladrid la posibilidad de nuevos mecanismos diseñados para evitar que futuras administraciones retiren a Cuba de la lista de terrorismo. «Hay mentes brillantes, a veces malintencionadas, dedicadas a desarrollar estas estrategias», advierte el analista cubano. Anticipa una política de «máxima presión» dirigida a intensificar las dificultades económicas del pueblo cubano, similar a anteriores medidas de embargo que fueron particularmente severas durante la pandemia.

El intervalo de seis días entre los cambios de política plantea problemas prácticos a los bancos internacionales, que podrían adoptar un enfoque de «esperar y ver» antes de reanudar las transacciones con Cuba. Esta incertidumbre podría anular cualquier beneficio inmediato de la decisión de Biden.

La situación se complejiza por la directiva de Trump que impide a sus nominados hacer declaraciones públicas antes de las audiencias de confirmación del Senado, incluida la próxima audiencia para el propuesto Secretario de Estado. Este vacío de información añade otra capa de incertidumbre a las futuras relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Taladrid concluye que, si bien esta decisión representa una «justicia histórica» que revela dónde están la verdad y la razón, su momento y la amenaza inminente de revocación ensombrecen su impacto a largo plazo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y en el sistema bancario internacional.

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