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  • El Día Mundial del Ambiente es la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades y ciudadanos en torno a un asunto ambiental apremiante.
    En Profundidad

    El Día Mundial del Ambiente es la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades y ciudadanos en torno a un asunto ambiental apremiante.

Son muchos los cantos y poemas con los que cotidianamente la humanidad celebra la vida que surge de un medio ambiente propicio y preservado. Hay depredadores, y hay peligros, pero la conciencia del mundo aumenta y los defensores del planeta azul, también.

Cuando la ONU el 15 de diciembre de 1977 proclamó el Día Mundial del Ambiente, reconocía una empeñosa posición mundial. Cinco años antes, en la Conferencia de Estocolmo se había fijado como tema central el Ambiente, y pre fijado una salvadora hoja de ruta. Fue el 5 de junio de 1972.

Desde antes de esa fecha y después de ella también el tema se ha fijado en la conciencia de hombres y mujeres gracias igualmente a la música, que se encarga de visualizar los intentos, los anhelos y las demandas de quienes tienen en los cuatro elementos herramientas para defender el medio ambiente, pero sobre todo en el agua y en la tierra.

Agua

 

En la imaginación y ritualidad ancestral de muchos pueblos el agua fue antes, fue el principio y marcó su sonido como música.

Se trató del murmullo de los arroyos, de esa gota de rocío tan a la mano poética de Manuel Felipe Rugeles como de Silvio Rodríguez; se trató del abrazo sonoro del mar y del temor rítmico de las tormentas. Todo agua, todo poesía como aliento del alma. Junto al agua, los árboles y el trino de las aves completaron los acordes para que la más hermosa sinfonía se conociera antes de que el hombre tuviera partituras.

“Amo el amor de los marineros, que besan y se van/ en cada puerto un mujer espera. Los marineros besan y se van”. Lo escribió Pablo Neruda de tanto asociar la vida con el inexorable paso del agua frente a la costa que eligió para esconder su cuerpo mientras develaba su alma.

“Cuando el canal era un río, cuando el estanque era el mar, y navegar era jugar con el viento, era una sonrisa a tiempo...” Retrato evocado y cantado por Joan Manuel Serrat, quien de tanto Mediterráneo aprendió a leer los códigos místicos del acompasar acuático.

“Zapatitos de lluvia calza la pordiosera, se los dio su madrina que es hilandera. Zapatitos de lluvia calza resplandeciente con lazos de arcoiris, y de ponientes.” Y el agua de la lluvia acompaña la pobreza feliz que maravilla en la pluma de Jacinto Fombona, musicalizada por el maestro Vicente Emilio Sojo.

Zapatitos de lluvia

 



 

“Pregúntale a ese mar donde solía llorar mi corazón, si por su arena,

con dulce silbo de veloz sirena, cruzó la virgen que me viera un día

contar los granos de la arena mía…” y el tachirense Juan Beroes le da al agua profunda el grado de confidente. Como de referencia la dio Aquiles Nazoa cuando descubrió el mar de la mano de su padre o Andrés Eloy Blanco asiendo las aguas antillanas para dedicarlas a Rubén Darío.

“Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir…” Imposible separar el agua de la poesía y menos de la música. Evohé…Mare nostrum…


Acuífero musical

Si en algún territorio se dan la mano perfectamente los músicos académicos y los cultores musicales de nuestros pueblos es en el acuático. La canción romántica, la de conciencia urgente, la patriótica, la contemplativa, la de trabajo, la festiva y hasta la religiosa tiene tantas formas como el agua misma. Podemos recordar y repasar algunos ejemplos.

No hay río en el mundo que no tenga una canción. Orinoco río abajo, río Manzanares, Puente sobres aguas turbulentas, a orillas del Cauto, Rio amarillo, pasando el río, arroyito de mi pueblo, Viajera del río, Rio crecido…

Y como el río las lagunas y lagos: A las orillas del Titicaca, El lago el puerto y la gente, La Restinga, Laguna Vieja… Es decir, desde Rafael Montaño y Alfredo Gutiérrez hasta Luís María Frómeta Pereira, -Billo-, pasando por Manuel Yánez, Paul Simon, José Enrique Sarabia,- Chelique- y Francisco Repilado, -Compay Segundo-, sin olvidar a Francisco Mata, y mucho menos a Alí Primera.


La lluvia, como forma de expresión del agua cuenta con un sin fin de temas: La canción de la lluvia, el aguacero, Zapatitos de lluvia, Gotas de lluvia caen sobre mi cabeza, Agua que cae del cielo, Agua de mayo, Gota de breve rocío, la Gota de rocío, Rabo de nube, Un cigarrillo, la lluvia y tú, Lluvia de tu cielo… Calixto Ochoa, Burt Bacharah, Willy Rosario, Adalberto Álvarez, Carlos Quintana,-tabaco-, Silvio Rodríguez, Alberto Cortez, Tito Rodríguez…


 

La gota de rocío

 

Y para qué decir del mar, desde los señalados con sus nombres propios como el Mediterráneo, el mar Muerto, el de las Antillas ó mar Caribe, Mar del Plata… hasta el mar genérico que guarda aventuras y desventuras, sueños de poetas y episodios que marcan el alma de los seres. Desde Tristeza Marina hasta la Mar Serena, El errante o Mar de esperanzas las olas y sus vaivenes pasan por Serrat, la orquesta Aragón, Mercedes Sosa, Barrio Obrero, Leo Marini, Los Vasallos del Sol, Hernán Marín, Lilia Vera, Juan de los Santos Contreras – el Carrao de Palmarito-, Simón Díaz, Rafa Galindo…

La constelación marina de poetas y cantores rebasa lo que pudiéramos escribir.

Ese mar parece

 

Lo anterior puede unirse a las joyas de la música académica a las que por fortuna se tiene acceso. Desde la Música Acuática de Haendel de 1717 hasta los Juegos de agua de Maurice Ravel de 1902, pasando por El Invierno de Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi de 1723 para llegar incluso al Danubio azul de Johan Strauss. Mirando la obra de un hombre de mar como el margariteño Inocente Carreño, o la obra de Otilo Galíndez, o los trabajos de un hombre de río como el guayanés Antonio Lauro nos damos cuenta de la influencia determinante del agua en la poética y la música de Venezuela. Y es que hasta en el agua de las Azores cayeron las voces de aquél orfeón, y el agua orinoquense se llevó una cierta Madera olorosa a jazmín café…

La música coral también atesora la música del agua. La polifonía humana es lo mas cercano a la complejidad armónica de un río. Las obras de Vicente Emilio Sojo, Antonio Lauro, José Antonio Calcaño, Inocente Carreño y Otilio Galíndez entre otros son arca de excelente factura para preservar los tesoros del agua transformados en música de hombres y mujeres.

Hay otra forma de música generada por el agua. Es la que cantan los pueblos luego de la batalla por el agua misma. Un colectivo no es para nada fugaz, y mucho menos lo es la coronación comunitaria del trabajo para que ella, el agua llegue a campos y asentamientos. El pico y la pala para abrir las zanjas por donde luego irá una tubería convierte al sudor, agua al fin y al cabo en un canto de trabajo como pocos. La cerveza, o la limonada, agua también, que acompañan el ritmo sobre la tierra, o la atención sobre la olla de la sopa comunal (agua igualmente) adelantan el fruto líquido de tanto esfuerzo. Y cuando se abre en acto de alegría la llave que evidencia que el agua es del pueblo la fiesta es canto, y el canto es agua.

La tierra


Al igual que con el elemento agua, los pueblos aman la tierra donde nacieron, la tierra de su país, la de sus ancestros, la que hace parte de su historia y la que dejarán a su descendencia.

El canto a la tierra, al igual que el agua, se enarbola desde la nostalgia, la alegría, el amor, desde el deseo por la buena siembra y la cosecha, desde el coraje al defenderla, desde el patriotismo, a veces también desde la ocupación guerrerista, la devastación y la penuria.

Cuando tenga la tierra

 

De cantos y poemas a la tierra hay numerosos ejemplos, desde lo que significa “Residencia en la Tierra” de Pablo Neruda, como la “Silva a la agricultura de la zona tórrida” de Andrés Bello, quien ya en 1826 clamaba por el amor a la naturaleza y a la fertilidad de la tierra americana.

No se puede dejar de lado a poetas de la tierra como José Martí, como no se puede olvidar a Martín Fierro. En el caso de José Martí el llamado a amar la tierra, la naturaleza, es constante. El Apóstol de Cuba no veía a la naturaleza como un simple medio de producción. La veía desde sus ojos de revolucionario y poeta como un bien eterno, hermoso, dador de vida y de ternura que nos haría siempre mejores personas. Martí confería valores éticos y morales a la naturaleza.

"Divorciar al hombre de la naturaleza es un atentado monstruoso, a las aves, alas; a los peces, aletas; a los hombres que viven de la naturaleza, el conocimiento de la naturaleza: esas son sus alas”.(Martí, 1883)

"…Y en campos como en ciudades, urge sustituir al conocimiento indirecto y estéril de los libros, por el conocimiento directo y fecundo de la naturaleza […] La naturaleza no tiene celos, como los hombres. No tiene odios, ni miedo como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme a nadie...” (Martí, 1884)


José Hernández, por su parte asoma a los ojos del mundo la visión del gaucho y de la extensa pampa argentina, la cual va cambiando en el extenso verso según sean las circunstancias de Martín Fierro (1872). Hernández, a través de su obra coloca a la naturaleza en el centro desde el que gravita el gaucho en lo social, amoroso, político y productivo. Martín Fierro es un gran ventanal para mirar el medio ambiente de una pampa cargada de historia.

“Yo he conocido esta tierra/en que el paisano vivía/y su ranchito tenía/y sus hijos y mujer… Era una delicia el ver/ cómo pasaba los días./El gaucho más infeliz/ tenía tropilla de un pelo/ no le faltaba un consuelo/ y andaba la gente lista…/ Teniendo al campo la vista,/ sólo vía hacienda y cielo. (Martín Fierro)

Desde nuestros grandes poetas y pensadores hasta nuestros días, es la naturaleza, la tierra y el medio ambiente protagonista de una historia cantada, y también reflexionada.

No todo es hermoso cuando se piensa en ella. La devastación, el macabro incendio forestal, la ilegal caza de especies en peligro de extinción, las terribles sequías o inundaciones generadas por el desequilibrio introducido por el ser humano nos muestran un panorama desolador.

No mates mi planeta

 

La misma ONU lo señaló en su documento de 2020 acerca del tema:

“La variedad de alimentos que comemos, el aire que respiramos, el agua que bebemos y el clima que hace posible nuestra vida en el mundo, no existirían sin los servicios de la naturaleza. Por ejemplo, cada año, las plantas marinas producen más de la mitad del oxígeno de nuestra atmósfera, y un árbol es capaz de limpiar nuestro aire absorbiendo 22 kilos de dióxido de carbono y necesitamos este Día Internacional.

El Día Mundial del Ambiente es la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades y ciudadanos en torno a un asunto ambiental apremiante.

Boranda

 

En 2020 el tema ha sido la biodiversidad –motivo de preocupación tanto urgente como existencial–. Eventos recientes, como los incendios forestales sin precedentes en Brasil, California y Australia, la invasión de langostas en el Cuerno de África y ahora la pandemia de COVID-19, demuestran la relación inextricable entre los humanos y las redes de la vida en las que vivimos.

2021 estará dedicado a Pakistán y el tema para actuar será la restauración de los ecosistemas.

La música también lleva a reflexionar acerca de las urgencias medioambientales y la necesidad de preservar a la naturaleza.

"Haga cada uno su parte de deber, y nada podrá vencernos".  José Martí.

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