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  • El periodista Ignacio Ramonet apunta: ¿Cómo es que el sistema, que tan preocupado siempre está de beneficios, hace que en la circulación de la información, la información sea gratuita? Es gratuita porque en realidad, el mecanismo del comercio de la información no consiste en vender información a la gente, consiste en vender gente a los anunciantes”.
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    El periodista Ignacio Ramonet apunta: ¿Cómo es que el sistema, que tan preocupado siempre está de beneficios, hace que en la circulación de la información, la información sea gratuita? Es gratuita porque en realidad, el mecanismo del comercio de la información no consiste en vender información a la gente, consiste en vender gente a los anunciantes”.

Son muchas las voces que se han levantado contra el poder hegemónico y en defensa de la identidad cultural, pues ella define el derrotero de los pueblos, sobre todo en estas horas de alta definición.

El área del Caribe, definida admirablemente por el dominicano Juan Bosch como “Frontera Imperial”, ha visto el fuego cruzado de eternas discusiones culturales, ganadas usualmente por quienes detentan el poder económico, político y social. Corren tiempos en que la penetración cultural se ha vuelto más artera como arma para la dominación de gustos y conciencias, porque ‘vende’ como cultura popular (música incluida) lo que es un diseño para el consumo masivo, que tiene en los medios de  comunicación su principal herramienta difusora para dar nacimiento al espejismo en un pueblo que cree que es su cultura la que se expresa, cuando en realidad se trata de la alienación, de comercializar la cultura como mercancía.

Sin embargo son muchas las voces que se han levantado contra el poder hegemónico y en defensa de la identidad cultural, pues ella define el derrotero de los pueblos, sobre todo en estas horas de alta definición.

La primera mentira

 

Numa Molina es venezolano, periodista y sacerdote jesuita. El Padre Numa, como cariñosamente se le llama, siempre ha enfocado el tema de la comunicación desde la verdad y desde la historia, y nunca ha dejado lo cultural fuera de esta temática. Él, como otros comunicadores investigadores sabe que expresión, oportunidades, crítica, formación y análisis son aspectos que deben abordarse al preguntarse, por ejemplo por qué no hay más información de la cultura profunda en los medios de comunicación (de Venezuela y del continente), o por qué un músico o una orquesta, o un evento son abordados profusamente en detrimento de otros, o peor, aplastando al otro. ¿Está vinculada la información cultural nada más al conocimiento de quien la ofrece, o hay algo más?

Padre Numa Molina.

“El móvil del primer pecado según el relato hebreo del Génesis fue la mentira”, señala Molina. “La serpiente que representa el mal en el relato, rompe el estado de felicidad de los seres humanos con una noticia falsa, ‘si se atreven a alterar el equilibrio natural de la creación serán poderosos, serán como dioses’. Y los seres humanos se aventuraron hasta sucumbir. ¿Ven? la mentira como móvil para que el hombre no sea feliz”.

“La verdad tiene un costo, implica cruces, exige renunciar a los primeros puestos. Quien ha hecho de la verdad su norma  debe estar dispuesto a vivir con lo mínimo, a ser un asceta capaz de renunciar a las jugosas ofertas, y de  rebelarse contra las demandas inmorales que les proponen. Casarse con la verdad pasa por experimentar la humillación de muchos que te llamarán tonto.  En fin, un periodista, un comunicador con ética  es un incomprendido porque el espíritu mercantilista del mundo no entiende que  sus opciones tienen un fin, la libertad de aquellos a los que sirve. Una libertad ganada a fuerza de realismo, que le concede autoridad, y una autoridad que no se compra con chequeras, sino a fuerza de ser honestos con la realidad”.

 

La información como mercancía

El periodista e investigador español residenciado en Francia, Ignacio Ramonet apunta a la información como mercancía. Él señala: “La información funciona como una mercancía algo particular, en la medida en que es una mercancía gratuita. La mayoría de nosotros cuando consumimos información por la radio o por la televisión, pues no pagamos por ella y en Internet la mayoría de los sitios de información son igualmente gratuitos. Entonces, digamos, ¿cómo es que el sistema, que tan preocupado siempre está de beneficios, hace que en la circulación de la información, la información sea gratuita?  Es gratuita porque en realidad, el mecanismo del comercio de la información no consiste en vender información a la gente, consiste en vender gente a los anunciantes”.

 

Música como negocio

“El periodismo cultural sólo es posible cuando el comunicador tiene conocimientos previos sobre el tema y sabe cómo enfocarlos, y sobre todo cuando se está claro que lo importante en un artista es su obra, lo que ha hecho y cómo lo ha hecho, y no la ropa que viste ni sus hábitos sexuales ni sus gustos gastronómicos ni que haya tocado en el Sambódromo de Río ante cien mil espectadores o en el Coliseo de Roma ante diez mil gladiadores, ochenta leones, siete cocodrilos y un emperador”.

De esta manera se expresaba sobre el tema el prestigioso investigador cubano Leonardo Acosta, quien en una entrevista efectuada por Rafael Bassi, de Colombia, afirmaba: “Si el futuro del propio planeta está en entredicho, ¿qué podemos decir de la música? Ante todo, la música es hoy un inmenso negocio mega-millonario cuyos mayores beneficios provienen de lo que pudiera llamarse música-basura o música-chatarra. Claro que hay mucha gente que sigue haciendo cosas buenas y a veces nuevas, aunque con un mercado limitado. Lo ideal sería una especie de “mercado común” caribeño de la música, pero por ahora hablar de eso es caer en el pensamiento utópico”.

Leonardo Acosta.

“Cada época tiene sus necesidades, y alguna vez el periodismo de música debió ser más preciso y, quizás, analítico. Importaba el rigor en el significado de una determinada pieza, y los rasgos emocionales de su autor”. 

Lo anterior lo señala la investigadora chilena Marisol García, quien ha avanzado en un estudio a fondo de la alienación y sus vínculos con el periodismo cultural.

“Para saber qué requiere el actual periodismo musical, quizás sea necesario establecer primero todo aquello que no es: un periodista no es alguien llamado a poner notas ni estrellas, tampoco alguien a quien se le pague para determinar ‘lo bueno’ y ‘lo malo’. No tiene para qué plagar sus notas de adjetivos, ni memorizar fechas y nombres como una enciclopedia andante, ni inventar cada semana un nuevo subgénero”. De esta forma García apunta hacia la ética en la función comunicadora.

Los músicos sentencian

Lo anterior nos hace desembocar en los predios del compromiso, de la pasión por el otro, por el sístole y diástole de las culturas y sus sonoridades. No se trata de una queja sino de un llamado a la interpelación para no vernos no como pasivos consumidores de música y datos sino como agentes reflexivos, entendedores de los contextos que han permeado las inclinaciones culturales.

No basta el gusto por voces ni orquestaciones, ni la rica intensidad de un golpe tocuyano, un son montuno, un vals, una chacarera... ¿Por qué nos gustan? ¿Es sólo un hecho emocional, o algo de nuestra propia historia incide en ello? Es importante saberlo para preservar lo que une y defenderlo desde cualquier trinchera para fortalecerlo y fortalecernos como pueblos con identidad propia.

Víctor Jara.

En este sentido el músico también interpela, como lo hiciera el cantor chileno Víctor Jara, el del infinito martirio: “Yo sostengo que la canción, llámese testimonial, protesta, comprometida, es antes que nada canción. Es una canción que tiene que ascender al pueblo, y no descender al pueblo. Por lo tanto tiene que tener los valores intrínsecos del rigor artístico que ello requiere. Se da el caso de la canción contingente que en un momento ayuda, canciones movilizadoras que canta el pueblo…Pero hay otra canción que queda en el alma del pueblo, y es esa canción que moviliza los sentimientos del hombre. Cuando los compositores latinoamericanos lleguemos a ese rigor artístico, a la profundidad misma del por qué de la canción, entonces yo creo que vamos a revolucionar totalmente la música…”.

 

“Si no hay verdad en los cantores; entonces no habrá verdad ni en el canto ni en mi esperanza”, afirmó Alí Primera, mientras que Carlos Puebla definió: "Yo no soy un cantante. Yo soy un cantor. Cantante es el que tiene con qué. Cantor es el que tiene por qué". Para esto sólo hay que afinar la vista cultural para entender la diferencia.

Ningún daño hará estar donde las papas queman, como cantaba Jara, el eterno de Chile, del que tantas lecciones hay.

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