En su discurso ante la sesión conjunta del Congreso, el presidente pidió fondos para una «mayor deportación» de migrantes.

En un discurso sin concesiones ante el Congreso, el primero desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, escaló su retórica contra el crimen organizado al designar este martes al Tren de Aragua, la MS-13 y los cárteles mexicanos como «organizaciones terroristas extranjeras».

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Acusó a la administración del expresidente Joe Biden de facilitar la entrada de «incontables miles» de miembros de estos grupos y exigió al Legislativo aprobar fondos para ejecutar la «operación de deportación más grande de la historia».

Trump anunció que las tres organizaciones criminales fueron incluidas en la lista de terrorismo extranjero, una categoría reservada hasta ahora para grupos como ISIS o Al Qaeda. «Hoy están oficialmente en la misma categoría que el Estado Islámico, y eso no es bueno para ellos», advirtió. Esta medida permitiría procesar o deportar a sus integrantes en EE. UU., incluso con cargos penales agravados.

El presidente vinculó la crisis migratoria con la inseguridad: «Incontables miles de estos terroristas fueron recibidos por el gobierno de Biden, pero ahora cada uno será arrestado y expulsado». Sin embargo, no presentó evidencia que respalde la cifra ni detalló cómo se identificaría a los miembros de estas pandillas.

La frontera sur: «dominada por cárteles» y presión a México

Trump describió la región al sur de la frontera estadounidense como un territorio bajo «control total» de cárteles que «asesinan, violan, torturan y son una gran amenaza para nuestra seguridad nacional». Afirmó que su política de aranceles contra México obligó a ese país a entregar «29 de los mayores jefes de cárteles» la semana pasada, un hecho sin confirmación oficial.

Exigió a México y Canadá «hacer mucho más» para frenar el flujo de fentanilo y otras drogas, aunque omitió mencionar acuerdos bilaterales existentes.

Fondos para deportaciones «más grandes que las de Eisenhower»

El eje de su propuesta es una solicitud de financiamiento al Congreso para ejecutar deportaciones masivas, que según él superarían las de los años 50 bajo el presidente Dwight D. Eisenhower. «Los estadounidenses esperan que el Congreso me mande este financiamiento sin demora», urgió, dirigiéndose al líder de la mayoría republicana en el Senado y al presidente de la Cámara.

Aunque no especificó el monto requerido, prometió firmar la aprobación «tan rápido que ni lo van a creer». La iniciativa enfrentaría obstáculos legales, ya que deportaciones masivas requerirían ampliar centros de detención y redefinir protocolos de asilo.

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