Venezuela: Nuevo fracaso opositor y un ocaso que no sorprende a nadie

María Corina Machado fue el epicentro de una fake news avalada por la gran prensa occidental en la cual se denunciaba un presunto secuestro que desmintió pocos minutos después.

María Corina Machado fue el epicentro de una fake news avalada por la gran prensa occidental en la cual se denunciaba un presunto secuestro que desmintió pocos minutos después.


13 de enero de 2025 Hora: 15:44

El frustrado intento de consagrar un gobierno paralelo y desestabilizar el Gobierno de Venezuela encabezado por María Corina Machado no es la primero y repite los principales componentes de casi una decena de acciones de este tipo.

El 9 y 10 de enero la oposición extrema venezolana protagonizó un nuevo intento de “acabar” con la Revolución Bolivariana protagonizado por María Corina Machado. Sin embargo el plan “A” de lograr convocar una masiva manifestación que colmara las calles y marchar hacia Miraflores apenas lograría juntar unos centenares de personas el día jueves.

Al segundo plan no le fue mejor y la acción de falsa bandera de intentar denunciar un “secuestro” que fue ampliamente difundido en cuestión de minutos. Apenas una hora después de que todas las agencias a nivel mundial se hicieran eco de esta versión, la propia Machado salió a desmentir esta versión.

Sin embargo, el desenlace no sorprendió a nadie que conozca la historia reciente de la nación caribeña. Desde principios del siglo XXI, Venezuela ha sido escenario de estrategias de desestabilización política, económica y social que en distintos momentos tuvieron diferentes mascarones de proa. 

Estas acciones, muchas de ellas violentas, apoyadas y diseñadas por actores externos, comparten el objetivo de deslegitimar y derrocar la Revolución Bolivariana y los gobiernos surgidos del voto popular. 

Figuras como Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López, María Corina Machado, y partidos como Primero Justicia y Voluntad Popular, han jugado roles clave en una estrategia que combina protestas, boicots electorales y alianzas internacionales. 

23 años de fracasos

El primer gran intento desestabilizador ocurrió con el golpe de Estado de abril de 2002, que derrocó temporalmente al presidente Hugo Chávez. Henrique Capriles Radonski, miembro de Primero Justicia, tuvo un papel activo en los hechos, participando en el asalto a la embajada de Cuba en Caracas durante esos días. Este golpe, aunque breve, sentó las bases de los métodos de la oposición venezolana, marcando el inicio de una serie de intentos por derrocar al chavismo.

El paro petrolero (2002-2003) buscó paralizar la economía del país, dañando a PDVSA, el corazón de la industria petrolera. En 2004, la oposición impulsó un referéndum revocatorio contra Chávez, el cual resultó en un amplio triunfo para el gobierno. Los líderes opositores, como Capriles y Ramos Allup, continuaron promoviendo acciones desestabilizadoras, enfrentando derrotas en elecciones consecutivas, incluida la reelección de Chávez en 2006.

En 2007, un grupo de jóvenes liderados por Leopoldo López y otros futuros dirigentes opositores impulsó protestas tras la no renovación de la concesión a RCTV. En 2009, este movimiento dio origen al partido Voluntad Popular (VP), que adoptó estrategias de las «revoluciones de colores» en Europa del Este. López, de origen aristocrático y alcalde de Chacao durante el golpe de 2002, se posicionó como líder central del partido.

Tras las elecciones presidenciales de 2013, Henrique Capriles desconoció los resultados que dieron la victoria a Nicolás Maduro, llamando a manifestaciones que terminaron en violencia y dejaron un saldo de fallecidos. Este episodio marcó un punto álgido en la narrativa de fraude electoral promovida por la oposición.

En 2014, Voluntad Popular lideró una campaña conocida como «La Salida», que incluyó protestas violentas contra el gobierno. Estas acciones dejaron 43 muertos y llevaron a la detención de Leopoldo López, señalado por incitar a la violencia. María Corina Machado y otros dirigentes opositores apoyaron estas protestas, que contaron con financiamiento de organismos extranjeros.

El año 2017 fue testigo de una nueva ola de protestas lideradas por Voluntad Popular. Los enfrentamientos incluyeron actos de violencia extrema, como linchamientos y ataques con explosivos. En paralelo, Ramos Allup, de Acción Democrática, y Julio Borges, de Primero Justicia, respaldaron estas acciones, mientras que María Corina Machado reiteraba su llamado a la violencia como única vía para derrocar al chavismo.

En agosto de 2018, se frustró un intento de asesinato contra Nicolás Maduro durante un acto público. Julio Borges y María Corina Machado fueron señalados como autores intelectuales. Este hecho reflejó la profundización de los métodos violentos por parte de la oposición.

La autoproclamación como estrategia

El antecedente más inmediato de la última intentona desestabilizadora fue en enero de 2019, cuando Juan Guaidó, dirigente de segunda línea de VP, se autoproclamó presidente interino de Venezuela. 

Este movimiento, respaldado por Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima, marcó un nuevo intento de desestabilización, acompañado del bloqueo económico y la congelación de activos de PDVSA. Aunque presentado como una figura renovadora, Guaidó fue parte activa de las violencias de 2014 y 2017, con su ascenso atribuido a una estrategia diseñada fuera del país.

Si bien la estrategia de implantar un Gobierno paralelo no logró su objetivo, fue muy costoso para Venezuela y se saldó con la pérdida de millones de dólares en activos, patrimonio y capitales. Esta situación sumada a la total falta de cohesión hacia el interior de las agrupaciones desestabilizadoras llevaron a una crisis al interior que fue derivando en que las acciones convocadas por estas facciones sean cada vez más minoritarias.

El descredito y la falta de coherencia en los recorridos de personalidades como María Corina Machado, se traduce en supuestos líderes de oposición con magro poder de movilización y con discursos extremos. El “Hasta el final” que hizo lema Machado, tuvo como antecedente “La salida” de Leopoldo López o “la última cola” de Ramos Allup.

Desde el golpe de Estado de 2002 hasta los recientes intentos de Guaidó, y el de la dupla Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, la oposición venezolana ha seguido un patrón de violencia, injerencia extranjera y sabotaje económico. Los mismos actores, como Capriles, López, Machado, Borges y Ramos Allup, han estado involucrados en cada etapa, demostrando la continuidad de sus estrategias pese a las constantes derrotas electorales y políticas.

Sin embargo, la voluntad del pueblo venezolano junto con la cohesión cívico-militar, pilar base de la Revolución Bolivariana, han blindado a este proceso pese a los ingentes recursos económicos, políticos y comunicacionales invertidos por Estados Unidos para conseguir un gobierno afín. 

La sumatoria de acciones desestabilizadoras, lejos de generar un desgaste hacia el seno del chavismo, lo ha fortalecido y Venezuela hoy logra imponerse al régimen sancionatorio y asume nuevos desafíos como la ampliación de la democracia, la consolidación de la autosuficiencia alimentaria y la consolidación de un eje del sur global desde una posición de liderazgo.

Autor: Nicolás Hernández - teleSUR

Fuente: Misión Verdad - Cuba Debate - teleSUR