La Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) señala que toda universidad pública como privada debe de invertir el 6% del presupuesto universitario en; Ciencia, Tecnología e Innovación. ¿Pero verdaderamente las universidades cumplen con el reglamento?

Estudios señalan que la recaudación de fondos de algunas entidades están en procesos de reajuste presupuestario, subyacentes a ‘intereses políticos’, y a expectativas de cambio que permanecen en la espera, cumpliendo poco o nada con lo establecido.

La Universidad de Guayaquil, conocida coloquialmente como la ‘Estatal’, son de las pocas que parecen estar rompiendo este paradigma, pues a través de su ‘Plan de Excelencia’, fomentan proyectos de investigación y desarrollo para proteger a los nuevos innovadores, dando un salto cualitativo en 2015 con la aprobación de 17 solicitudes de Propiedad Industrial, convirtiéndose en un hito para la institución, que por primera vez en su historia presentaban solicitudes de tanta trascendencia.

El clímax del triunfo fue cuando días atrás la universidad recibió el premio ‘Matilde Hidalgo’, en la categoría de ‘Innovación’, misma distinción que fue compartida con la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.

Cabe señalar que estos premios son otorgados por la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (SENESCYT), donde se galardona a las universidades y estudiantes que cumplan con procesos que contribuyan al desarrollo del conocimiento e innovación.

¿Pero qué pasa con el resto de universidades del país?, pues el esfuerzo económico que implica mejorar la infraestructura académica, contratación de profesores a tiempo completo, docentes con postgrado, periodicidad continua en publicaciones de artículos científicos, y la falta de planificación para registrar patentes entre las universidades e estudiantes, han inmiscuido en el auge cognitivo para establecer los puntos específicos que busquen el verdadero desarrollo sociocultural.

Se espera que las actuales instituciones de educación superior fortalezcan sus vínculos con los sistemas educativos, para que en base a capacitaciones y planificación administrativa, recuperen la confianza y autenticidad que toda universidad necesita tener.

Un gran ejemplo de emancipación institucional es la Universidad de Guayaquil, que pese a los obstáculos y vicisitudes económicas que han tenido que pasar, han sabido superarlo con firmeza y honestidad, prueba fehaciente de ello es que el 10 de agosto del presente año la institución dejará de ser intervenida, y automáticamente será recategorizada en categoría B, esto bajo a normativas establecidas por el Secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación; René Ramírez.

Con 300 nuevos docentes titulares, 70 becas entregadas, 60 profesores con Ph.D, 63% con relación de dependencia, 37% con nombramiento, y 1.428 a tiempo completo, se convertirá en un claro referente para el resto de universidades del Ecuador, donde los objetivos en común sean generar conocimiento que afiancen la excelencia académica en la región.