Mediocampista de una elegancia jamás antes vista sobre una cancha de fútbol, de figura espigada y cabello caído a la altura de las orejas como si llevara siempre un casco “mágico” incluido.

De aspecto físico que aparentaba debilidad pero de una fortaleza mental capaz de levantar a todos los aficionados de sus asientos con tan solo llevar la pelota pegada al pie, así fue Hendrik Johannes Cruijff, mejor conocido en el mundo como Johan Cruyff.

Hoy, jueves 24 de marzo de 2016, un día santo de acuerdo con el calendario católico y con la fortuna de ser de asueto para muchos en nuestro país (me incluyo entre los afortunados), despertamos con la noticia de que una de las máximas figuras del balompié abandonó las canchas terrenales para ir a derramar su clase al más allá, al cielo, al paraíso o a lo que sea que haya después de la vida.

Mientras vagaba por las aventuras de mi quinto sueño, el sonido de alerta de mi celular que indica cuando la red social del pajarito azul anda muy activa, penetró mis oídos y de recrear los deseos de mi inconsciente pasé al estado de “conciencia”, ese estado de “conciencia” inicial en el que las lagañas y la luz que entra de la ventana te mal aconsejan a cerrar los ojos de nueva cuenta.

Las notificaciones me indican que #JohanCruyff es el Trending Topic del momento, muchos medios y personajes del periodismo deportivo están hablando de él. De inmediato, mi pensamiento catastrófico entra en acción e intuyo lo que después confirmaría. Las redes sociales lamentan la pérdida del que fue crack, figura, estrella, líder, ingeniero de la “Naranja Mecánica” y director de orquesta del “Futbol Total”.

Johan Cruyff nació un 25 de abril de 1947 en la ciudad de Amsterdam, Holanda, un par de años después de que se terminara la Segunda Guerra Mundial que devastó su país. En sus primeros años vio el renacer de su nación y la creación de nuevos edificios tal y como él haría grandes construcciones dentro de los campos de fútbol.

Cuentan algunas anécdotas que desde pequeño ya era del Ajax. Su madre atendía la cantina del club más poderoso de Holanda y él se encargaba de recoger los balones, colocar los banderines del tiro de esquina y limpiar los zapatos de sus ídolos de la infancia hasta que un día le dieron oportunidad de entrar en el equipo y no la desperdició.

Dotado de extraordinaria calidad técnica, regate, cambio de ritmo y visión de juego, debutó a los 17 años con el primer equipo deslumbrando a propios y extraños.

También muy joven fue convocado a la selección holandesa y fue donde el mundo terminó por conocerlo.

“Siendo un muchacho debutó con su selección, jugo estupendamente, marcó un gol y desmayó al árbitro de un puñetazo (...) Después siguió siendo calentón, trabajador y talentoso”, así lo describió el escritor más futbolero, Eduardo Galeano.

Jugo con la selección holandesa en 48 ocasiones y fue capitán del equipo que logró el subcampeonato en el Mundial de 1974, esa selección conocida como la “Naranja Mecánica”, en la cual, al puro estilo de los mosqueteros, todos jugaban para uno y uno para todos.

Desplegaron el “Futbol Total”, ese estilo de juego único e inigualable porque todos atacaban, todos defendían y nadie tenía una posición fija en el terreno de juego, lo que algunos llamaban como la desorganización organizada y donde Cruyff era el director.  

Se retiró muy pronto como internacional y ya no acudió al Mundial de Argentina 1978, donde sus compañeros igual quedaron subcampeones.

Consiguió el Balón de Oro, en 1971, 1973 y 1974.

Siendo jugador del Ajax, conquistó seis títulos de Liga, dos de Copa, tres Copas de Europa, la ahora conocida como Champions League en 1971, 1972 y 1973, y la Copa Intercontinental de 1972, marcando toda una época.

En 1973 fichó por el Barcelona, que pagó por él una cantidad desorbitada, para esos años, de 100 millones de pesetas, y ganó una Liga y una Copa con la escuadra culé.

Después, en 1978, marchó a el campeonato de Estados Unidos, donde jugó en Los Ángeles Aztecas y en los Washington Diplomats.

En 1981 vuelve a Holanda para ganar dos Ligas más con el Ajax y una con el Feyenoord, en 1984, para retirarse a los 37 años de edad.

Pero el futbol no podía abandonar a una de sus máximas figuras, fue de los pocos que han triunfado como jugador y como entrenador.

Como Director Técnico, conquistó dos títulos de Copa en 1986 y 1987, así como la Recopa de Europa de 1987 al frente del Ajax, el equipo de sus amores.

Firmó como técnico del Barcelona en 1988 y con el club catalán gana dos títulos de Copa en 1988 y 1990; una Recopa en 1989; una Supercopa de Europa en 1993, cuatro Ligas consecutivas de 1991 a 1994 y la primera Copa de Europa conquistada por el Barcelona, en el mítico Wembley, contra la Sampdoria, el 20 de mayo de 1992, imprimiendo en el cuadro blaugrana, denominado como el “Dream Team”, un estilo de juego muy parecido al de aquella “Naranja Mecánica”.

En abril de 2007 la directiva del Ajax retiró la camiseta con su inmortal número 14, en homenaje a Cruyff con motivo de su 60 aniversario y abril de 2010 fue nombrado presidente de honor del FC Barcelona.

Tuvo un paso efímero por el futbol mexicano como asesor de las Chivas de Guadalajara, a las que no pudo levantar de su crisis en el 2012 y por problemas con el dueño del equipo, Jorge Vergara.

En octubre de 2015 se le detectó cáncer de pulmón, consecuencia de su añeja adicción al tabaco, pues como buen “rebelde de las canchas”, cuentan que también lo era en el vestidor y se fumaba sus cigarrillos de la marca del camello en los medios tiempos.

Hoy, perdió su último y más importante partido en la vida terrenal, pero seguirá brillando en el cielo como lo han hecho las estrellas del balompié y se incorpora al equipo de las “Leyendas del más allá” para comandar el medio campo.

Adiós, Johan Cruyff.