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  • Su rostro era el de un suramericano, mestizo, un poco pasado de kilos para su estatura, cabello dominado con brillantina y una forma de vestir que no cuadraba precisamente con los cánones que a algunos sectores les imponen la moda y sus casa de firmas.
    En Profundidad

    Su rostro era el de un suramericano, mestizo, un poco pasado de kilos para su estatura, cabello dominado con brillantina y una forma de vestir que no cuadraba precisamente con los cánones que a algunos sectores les imponen la moda y sus casa de firmas.

Se cumplen 43 años de su partida física, pero el nacido en Guayaquil sigue siendo para los latinoamericanos “Mister Juramento”.

Era la noche del jueves 9 de febrero de 1978. El día había transcurrido con relativa normalidad en la América del Sur. Sin embargo, a las 9:30 de la noche las emisoras de Guayaquil comenzaron a radiar una noticia. Había fallecido el cantante Julio Jaramillo, generando una verdadera conmoción general en el pequeño país. A los pocos minutos los corresponsales de las agencias de noticias informaban al resto del continente.

Lo impresionante fue que al conocerse en varios países el lamentable suceso, hubo suicidios. Unos cuantos. Con sangre se sellaba el pacto de amor entre este singular personaje y ese público que al margen de una cultura y unos esquemas casi impuestos lloraba con manifiestas lágrimas al amigo ido, al interlocutor fiel del sentimiento, del despecho, del guayabo o las definiciones que se dan los pueblos para lo que del amor deriva. Fue conocido como ‘El Ruiseñor de América’ y ‘Mister Juramento’, Jaramillo es considerado como el mejor cantante popular ecuatoriano de todos los tiempos.

Fuente: Archivo de Internet

Julio Alfredo Jaramillo Laurido pasaba inadvertido si al aspecto físico nos referimos. Su rostro era el de un suramericano, mestizo, un poco pasado de kilos para su estatura, cabello dominado con brillantina y una forma de vestir que no cuadraba precisamente con los cánones que a algunos sectores les imponen la moda y sus casa de firmas.

Nunca fue precisamente un gran conversador, pero bastaba que abriera la boca y entonara un pasillo o un bambuco para que su ejército, compuesto por latinoamericanos como él, trabajadores, obreros, amas de casa, noctámbulos, pobres y trasnochados de ropa común y trago barato cantara al unísono en cualquier taberna, frente a una rockola respetable, junto a la tabla de planchar o en el taxi. El poder de convocatoria de su voz y su repertorio difícilmente ha sido igualado en el campo de la música romántica. De igual forma los efectos de su canto, que fueron siempre desde el suspiro quedo hasta el alarido destemplado están ahí para una historia de récords.

Cinco centavitos

Son muchos los factores que incidieron en este fenómeno de la cancionística en América Latina. En primer lugar los años en los que le tocó desenvolverse.

Julio Jaramillo Laurido nació en Guayaquil, puerto sobre el océano Pacífico en la República del Ecuador el 1° de octubre de 1935. El mismo año de la muerte en Colombia de Carlos Gardel. En predios de la música latinoamericana tres polos sobresalían: Cuba, con sus grandes orquestas y un son montuno echao pa' lante, México, a todo galope con la canción ranchera y Argentina dominando a punta de tango y arrabal.

Los gérmenes del machismo habían sido sembrados y un continente arrullaba sus dolores con su más grande producto de exportación global: la música.

Jaramillo nació en el hogar de una familia modesta y trabajadora. Sus padres fueron Juan Jaramillo Erazo y Apolonia Laurido. Perdió a su padre siendo un niño.

Fuente: Archivo de Internet

Se echó a la calle a trabajar en aquél puerto que si bien servía para mostrar la opulencia importada también servía para dejar al descubierto las miserias humanas y sociales de la época. Su contacto con los marineros y las mujeres de las tabernas del puerto le maduró las ganas y los sueños, pero no se hizo ' a la mar'. Se dedicó a trabajar en una zapatería y también llegó a ser barnizador de muebles. Mientras trabajaba tarareaba las canciones de entonces, sobre todo a músicos cercanos como el dúo Guayaquil, Carlos Rubira y Olimpo Cárdenas.

Su voz, de timbre claro, jugando a tenor con una afinación impecable daba fuerza a su anhelo de ser cantante. Sus amigos le animaban y entonces un buen día, a los 17 años se presentó en un programa radial de concursos. Ganó, Obviamente. ¿Quién iba a oponerse a esa particular voz llena de encantos e invitadora a la licencia y al despecho? Sin embargo hubo de seguir cantando en la radio y haciendo labores de zapatería por tres años más. Con la grabación de su primer disco, ‘Pobre mi madre querida’ (1954), a dúo con Fresia Saavedra, su fama crecía y le siguió el pasillo ‘Esposa’ (1955), con Carlos Rubira Infante. También alcanzó notoriedad adaptando a su estilo el tango “Te odio y te quiero”, de Enrique Alessio. De esta forma saltó entonces de la radio a los escenarios siendo el primero y el más importante de su vida el escenario del teatro “Guayas”, de su ciudad natal.“Fatalidad”, del compositor peruano Laureano Martínez Smart metió a Jaramillo en todas las radios de su país y allanó el camino de su internacionalización.

Rondando tu esquina

Había embrujo en esa voz, irreverencia en la postura y poder de convocatoria, reflejado en su mirada. Julio Jaramillo, apoyado en un particular repertorio dejó de ser un ecuatoriano más para convertirse en un ciudadano con la nacionalidad que le quisiera dar quien le escuchaba. Muchos todavía piensan que Jaramillo era mexicano, mientras otros sostenían que era colombiano, y hasta argentino. Su caso está inscrito en cierto fenómeno que se dio entre cantantes latinoamericanos. No fue el único pero tal vez el mas importante, o, sin duda, el más popular. Raúl Shaw Moreno, Olimpo Cárdenas y Lucho Gatica emergieron también del sur del continente para ingresar en esa constelación de estrellas que el Caribe asumió con amor. Al igual que Nelson Pinedo, Carlos Argentino o Leo Marini, Julio Jaramillo obtuvo pasaporte caribeño con prontitud.

Fuente: Archivo de Internet

En 1956, es decir, al año de haber grabado su primer disco Julio Jaramillo viajó a Cali, Colombia, en lo que fue su primera gira internacional. Suspendió luego sus sueños por un tardío servicio militar obligatorio y cuando los retomó fue para no soltarlos jamás. En ésto el Caribe le dio la mano a través del compositor boricua Benito de Jesús. Julio Jaramillo grabó de ese puertorriqueño su tema “Nuestro Juramento” y el resto es historia conocida. El ecuatoriano entró a competir con nada menos que figuras como Lucho Gatica, Virginia López, Benny Moré, Carlos Argentino, Pedro Infante y Alfredo Sadel.

Jaramillo, con un mundo de pasillos, valses, bambucos y canciones inscribió estos géneros al lado del bolero, la ranchera y la guaracha.

Visitó nuevamente Colombia, fue a Uruguay y llegó hasta México. Luego Venezuela le abrió las puertas de su hospitalidad y Jaramillo se quedó en ella unos 10 años.

El repertorio que conformó Julio Jaramillo contiene a muchos autores prácticamente desconocidos. Uno que otro tema de Charlo, de Plácido Acevedo, o de Benito de Jesús están incluidos pero en general eran desconocidos sus preferidos. Los temas evidenciaban la ascendencia argentina, o la ecuatoriana. Jaramillo vivió y sintió la pasión por las cuerdas de la guitarra. Zambas, valses, pasillos y bambucos se ejecutan con este instrumento y una percusión bastante rítmica que más que acompañar parece cantar por ella misma. Julio Jaramillo ayudó a popularizar en todo el continente el pasillo ecuatoriano, caracterizado por su lento y melancólico ritmo que va a la par con letras cargadas de nostalgia.

No acudió a los autores consagrados y tampoco se inscribió en la élite de la canción romántica “culta e intelectual”. Con el tiempo se ha evidenciado que pocos cantantes han acudido al repertorio que tuvo Jaramillo, aunque en Venezuela figuras como Oscar Santana y Oswaldo Morales interpretaron con devoción muchos de los temas que él cantó.

Fuente: Archivo de Internet

No fue un hombre 'pulido'. Reprodujo en su vida las canciones de la taberna. Amó con locura y con locura lo amaron a él. Ejércitos de mujeres se apostaban a esperarlo con el sueño de que les diera un hijo. Dejó 42 hijos de los cuales reconoció a 39. Otras versiones indican que fueron 28 los hijos que procreó. Se casó cinco veces.

Jaramillo rondó las esquinas y le pidió a la vida cinco centavitos de felicidad; supo que la vida es la escuela del dolor y anduvo de cigarro en cigarro con cenizas y humo en el corazón. Regaló flores porque nunca encontró palabras.

Fuente: Archivo de Internet

Dejó su voz plasmada para la posteridad en mas de 400 discos de larga duración, y pueden ser más porque Jaramillo tuvo también una agitada vida discográfica, con los sellos disqueros.

Entre inolvidables temas interpretados por él, están:

“Fatalidad”, “Nuestro juramento”, “De cigarro en cigarro”,“Alma mía”, “Te odio y te quiero”, “Rondando tu esquina”, “Ódiame”, “Noches de Hungría”, “Mire comadre, mire”, “Te traigo estas flores” y “cinco centavitos”

Regresó al Ecuador en 1975, enfermó, se complicó con su maltrecho hígado y la vesícula y falleció el 9 de febrero de 1978, como ya se apuntó, a las 9:30 de la noche en la tierra que le vio nacer. Tenía solo 43 años.

Fuente: Archivo de Internet

Sus restos recibieron una despedida como ningún otro personaje popular ha conocido en Guayaquil. Más de 250.000 personas acompañaron los restos del legendario cantante hasta su última morada en el Cementerio General de Guayaquil.

Latinoamérica le sigue acompañando.

https://www.youtube.com/watch?v=A6TdbOFodrk


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