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Petro remarcó que la espada no debe estar encerrada y que solo se envainará cuando se cumplan los sueños de justicia social del Libertador Simón Bolívar en Colombia.

Petro remarcó que la espada no debe estar encerrada y que solo se envainará cuando se cumplan los sueños de justicia social del Libertador Simón Bolívar en Colombia. | Foto: BBC

Publicado 9 agosto 2022



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El mandatario saliente, Iván Duque esgrimió una serie de argumentos poco sólidos para impedir la presencia de la espada de Bolívar en la ceremonia de investidura de Petro.

El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, se vio forzado a retrasar su ceremonia de investidura ante la negativa del mandatario saliente, Iván Duque, de permitir el traslado de la espada Bolívar desde la Casa de Nariño hasta la Plaza de Bolívar.

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Con anterioridad, Petro había solicitado al Gobierno saliente a través de los encargados de la transmisión de mando, que permitieran el traslado de la emblemática arma al sitio donde tendría lugar el acto de traspaso de poderes, petición que, de inicio, no tuvo objeción alguna.

De hecho, se crearon condiciones particulares como la fabricación de una urna especial para transportarla; a lo que se sumó la preparación de un grupo de militares del Batallón Guardia Presidencial para movilizarla, quienes vestirían el uniforme ‘Papagayo’ para rememorar el usado por la guardia de honor del libertador Simón Bolívar.

Además de que el Ministerio de Relaciones Exteriores prestó una espléndida mesa construida en maderas preciosas que hace parte del histórico mobiliario del palacio de San Carlos, para colocar la espada de bolívar en un sitio de honor durante la ceremonia, justamente al lado del podio presidencial.

Sin embargo, el pasado viernes 5 de agosto, Duque comenzó a esgrimir argumentos como obstáculos, iniciando con el cuestionamiento de que si la espada en su condición de reliquia histórica estaría segura y no expuesta durante la ceremonia.

A lo que agregaron que la misma estaba en custodia y comodato al Departamento Administrativo de la Presidencia, DAPRE, y en su condición de patrimonio histórico estaría a cargo del Ministerio de Cultura; entidad que debía contar con un seguro contra todo riesgo para responder por la integridad de la reliquia.

A estas trabas, solucionadas con celeridad el propio viernes por la aseguradora estatal La Previsora; y con un nivel de seguridad en la ceremonia de investidura en correspondencia a su magnitud y con agentes encubiertos, francotiradores, escuadras de fuerzas especiales, además del Batallón Guardia Presidencial y destacamentos de la Armada, la Fuerza Aérea, la Policía y el Ejército; se agregó otra.

El presidente saliente Duque dispuso que no se extraería la espada de bolívar de la Casa de Nariño porque sencillamente él era el presidente en funciones hasta las 15H00 hora local.

Ante lo cual Petro soslayó que “como presidente de Colombia le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar. Es una orden del mandato popular y de este mandatario”; en su condición de presidente juramentado y, en consecuencia, comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

Petro señaló que la espada tiene un altísimo significado para él y el pueblo colombiano, y parafraseando al Libertador pidió que nunca más esté encerrada y solo se envaine cuando exista verdadera justicia social en el país; y que por eso la quiso compartir con las y los colombianos.

Postura cuestionable de rey Felipe VI de España

Mientras, durante la ceremonia de investidura y cuando los efectivos de Casa Militar y custodios de la espada de Simón Bolívar, pasaron frente al rey Felipe VI de España, este se quedó sentado y no se levantó a reverenciar la reliquia, lo cual fue considerado como un gesto irrespetuoso durante la ceremonia protocolar.

Este gesto del monarca español ha sido objeto de disímiles críticas en redes sociales, al ser el único de los líderes extranjeros presentes que se mantuvo sentado ante el paso del arma utilizada contra las tropas españolas durante la gesta independentista en los países bolivarianos, y vista en la actualidad como símbolo anticolonial y de unidad latinoamericana.

Esta postura irrespetuosa hizo que algunos investigadores y politólogos recordaran los roces que tuvo su padre, Juan Carlos I de España, con líderes latinoamericanos como el venezolano Hugo Chávez.


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