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La pesca ilegal no solo reduce la disponibilidad de alimentos para las personas que más lo necesitan, sino también hace que el valor comercial del producto se pierda.

La pesca ilegal no solo reduce la disponibilidad de alimentos para las personas que más lo necesitan, sino también hace que el valor comercial del producto se pierda. | Foto: @ApamPeru

Publicado 5 junio 2023



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Según la FAO, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada es responsable de la pérdida de 11 a 26 millones de toneladas anuales de pescado.

En el año 2015, la Comisión General de Pesca del Mediterráneo del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) propuso que se pusiera en marcha una iniciativa para establecer un Día Internacional de la Lucha contra la Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada.

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La fecha refleja el día en que el Acuerdo sobre las Medidas del Estado Rector del Puerto entró oficialmente en vigor como tratado internacional, lo que marcó un acontecimiento histórico, ya que es el primer instrumento internacional jurídicamente vinculante dedicado específicamente a la lucha contra esta problemática.

En diciembre de 2017, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 5 de junio como el "Día Internacional de la Lucha contra la Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada" y declaró el 2022 como el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales.

La pesca ilegal socava los esfuerzos nacionales y regionales de conservación y ordenamiento de las poblaciones de peces, por ello es necesario que los Gobiernos comprendan por qué se debe acabar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.

Agotamiento de una fuente de alimentos

El mar y sus recursos naturales, entre ellos, los peces, siempre constituyeron una fuente vital de alimentación para el desarrollo de la humanidad. En la actualidad, donde el crecimiento demográfico es constante y el hambre un problema persistente, el pescado constituye un importante producto para alcanzar la seguridad alimentaria.   

El 15 por ciento del suministro mundial de proteína animal procede del mar, según estiman varias organizaciones ecologistas.

Sin embargo, los esfuerzos de la comunidad internacional para asegurar la pesca sostenible se ven amenazados por actividades pesqueras ilegales, no declaradas y no reglamentadas.

Según la FAO, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada es responsable de la pérdida de 11 a 26 millones de toneladas anuales de pescado, lo que equivale a un valor económico estimado entre los 10.000 y 23.000 millones de dólares, así como un daño irreversible a los ecosistemas marinos.

Deficiente manejo de las especies

La pesca excesiva, sumada a la contaminación y los efectos del cambio climático han reducido a la mitad, desde 1970, las poblaciones de animales marinos. De acuerdo con informes de la FAO en el año 2019, el 80 por ciento de las reservas de peces de las que existen datos están explotadas al máximo.

La organización ecologista mundial Greenpeace advirtió el pasado año que la abundancia de las poblaciones de grandes predadores como el bacalao, el atún y el pez espada ha disminuido un 90 por ciento a causa de la pesca ilegal.

Expertos estiman que de mantenerse el ritmo actual de pesca indiscriminada, en el 2048 habrán desaparecidos todas las especies de peces que habitan en los océanos.

Las personas que se dedican a este tipo de actividades explotan poblaciones vulnerables sometidas a estrictos controles de gestión o moratorias, lo que impide que se consiga restablecerlas a índices saludables.

Según la coordinadora del programa de registro mundial en el departamento de pesca y acuicultura de la FAO, Alicia Mosteiro, esta actividad tiene consecuencias negativas en todos los ámbitos.

“La principal es a nivel de la biología de las especies que se explotan, ya que no repara en las normas de sostenibilidad para mantener esa especie para generaciones futuras a un nivel adecuado, extrayendo cantidades mayores de las que están permitidas”, aseguró.

 

Erosión de los ecosistemas marinos

En el ámbito ecológico estas prácticas provocan severos daños a los ecosistemas marinos, puesto que no discrimina entre los recursos naturales que se encuentran en los océanos, además de los peces.

De esta forma, poblaciones de fondos coralinos y plantas acuáticas resultan afectadas, ya que no se cuidan este tipo de ecosistemas al buscar un gran beneficio económico a corto plazo.

Cambio de valor en la cadena de producción

La pesca ilegal no solo reduce la disponibilidad de alimentos para las personas que más lo necesitan, sino también hace que el valor comercial del producto cambie en la cadena de producción.

Mosteiro explica que se “afecta a la cadena de valor, el procesado, el transporte, y la comercialización de estos productos. Cuando llega al consumidor, no se tiene asegurada la calidad (…) ni que sea saludable a nivel microbiológico y de metales”.

Afectación en el mercado laboral pesquero

Cifras estadísticas de la ONU en 2019 reflejan que la pesca y la acuicultura legal dieron empleo a 56 millones de personas en las diferentes laborales relacionas con la actividad, como la manipulación, el procesado y la distribución.

Entre 660 y 880 millones de personas, equivalente al 12 por ciento de la población mundial, vivieron el pasado año de la pesca y psicultura. Por ello, las personas que de forma responsable y honesta encuentran en la pesca un sustento económico ven afectados sus medios de subsistencia y se exponen a situaciones de pobreza.

Por otra parte, la pesca ilegal está asociada a otras actividades ilícitas que constituyen violaciones de derechos humanos, como el trabajo forzado. Esto provoca efectos adversos en los trabajadores de la industria pesquera y sus comunidades.


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