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    Es bueno contar con un acuífero musical donde el agua es canto… y se comparte.

En la imaginación y ritualidad ancestral de muchos pueblos el agua fue antes, fue el principio, y marcó su sonido como música.

No se trata solo de los tiempos de lluvia. Esta Tierra nuestra tiene agua por todas partes. Agua dulce, agua de mar, agua que cae del cielo y hasta agua musical que respalda todo lo que nos otorga el planeta Azul.

Aguanilé, aguanile mai mai cantaba el inolvidable Héctor Lavoe para rendir tributo a Yemayá reina de los mares para los Yoruba tal y como entre otros también lo hicieran Celina y Reutilio, de Cuba con Ochún, señora de los ríos.

Aquello de la Sopita en botella de Senén Suárez entonada por Celia Cruz y la Sonora Matancera tiene su carga de agua, ¿y dónde dejan el Agua de Clavelito con vaso y todo como colocaban las familias cubanas al escuchar el famoso programa radial?

Cuco Valoy

 

Las lágrimas son otro capítulo, porque son agua. Y hay Lágrimas negras como las señaladas por Miguel Matamoros, y una Perla negra cantada por su autor, Yordano Di Marzo. Están Son Diez lágrimas, de Ángel cantada por Pablo junto a sus hermanos, Los Lebrón, e incluso se le ha cantado a Una lágrima… en la garganta.

Están las Lágrimas de amor del boliviano Raúl Shaw Moreno como una de las lágrimas con más versiones en Latinoamérica: desde Los Panchos y Héctor Cabrera hasta Javier Solís pasando por Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas y el propio autor, que hasta dentro de su alma estaba lloviendo. Danny Rivera es un fuera de serie con Diez lágrimas, de Guarionex González: una a una las contó. Fueron 10 porque no quiso llorar mucho.

En contexto

En la imaginación y ritualidad ancestral de muchos pueblos el agua fue antes, fue el principio, y marcó su sonido como música.

Se trató del murmullo de los arroyos, de esa gota de rocío tan cantada; se trató del abrazo sonoro del mar y del temor rítmico de las tormentas. Todo agua, todo poesía como aliento del alma. Junto al agua, los árboles y el trino de las aves completaron los acordes para que la mas hermosa sinfonía se conociera antes de que el hombre tuviera partituras.

“Amo el amor de los marineros, que besan y se van/ en cada puerto un mujer espera. Los marineros besan y se van”. Lo escribió Pablo Neruda de tanto asociar la vida con el inexorable paso del agua frente a la costa de su tierra natal, Chile.

“Cuando el canal era un río, cuando el estanque era el mar, y navegar era jugar con el viento, era una sonrisa a tiempo...” Retrato evocado en Barquito de papel, y cantado por Joan Manuel Serrat, quien de tanto Mediterráneo aprendió a leer los códigos místicos del acompasar acuático.

Joan Manuel Serrat

“Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir…” escribió Jorge Manrique, de España. Imposible separar el agua de la poesía y menos de la música. Evohé…Mare nostrum… y es que si en algún territorio se dan la mano perfectamente los poetas, músicos académicos y los cultores musicales de nuestros pueblos es en el acuático.

 

No hay río en el mundo que no tenga una canción. Orinoco río abajo, Puente sobres aguas turbulentas, a orillas del Cauto, Río amarillo, Pasando el río, Arroyito de mi pueblo, Viajera del río, Río crecido…

Francisco Pacheco

Y como el río las lagunas y lagos: A las orillas del Titicaca, El lago el puerto y la gente, Laguna Vieja… Es decir, desde Rafael Montaño y Alfredo Gutiérrez hasta Luis María Frómeta Pereira, -Billo-, pasando por Paul Simon, José Enrique Sarabia,- Chelique- y Francisco Repilado, Compay Segundo, entre muchísimos otros.

 

De la lluvia y el mar

La lluvia, como forma de expresión del agua cuenta con un sin fin de temas: La canción de la lluvia, el aguacero, Zapatitos de lluvia, Gotas de lluvia caen sobre mi cabeza, Agua que cae del cielo, Agua de mayo, Gota de breve rocío, la Gota de rocío, Rabo de nube, Un cigarrillo, la lluvia y tú, Lluvia de tu cielo, Parece que va a llover, Las gotas de lluvia, Tú y las nubes, o la de aquél ángel negro que se cayó de una nube que andaba como a 20 mil metros de altura… Calixto Ochoa, Burt Bacharah, Willy Rosario, Adalberto Álvarez, Carlos Quintana,-tabaco-, Silvio Rodríguez, Alberto Cortéz, Tito Rodríguez, Gran Combo de Puerto Rico...

Y lo contrario, que por falta de agua la tierra se secó, Boranda.

Qué decir del mar, desde los señalados con sus nombres propios como el Mediterráneo, el mar Muerto, el de las Antillas ó mar Caribe, Mar del Plata… hasta el mar genérico que guarda aventuras y desventuras, sueños de poetas y episodios que marcan el alma de los seres. Desde Tristeza Marina hasta La Mar Serena, Ese mar es mío, Mar de esperanzas, o Ese mar parece, las olas y sus vaivenes pasan por Serrat, la Orquesta Aragón, Mercedes Sosa, Leo Marini, Los Vasallos del Sol, Hernán Marín, Simón Díaz, Rafa Galindo… Potente cual marejada fue tu amor, y Tite Curet entregó a Roena y su Apollo Sound un sacudón marino.

Lo anterior puede unirse a las joyas de la música académica a las que por fortuna se tiene acceso. Desde la Música Acuática de Haendel de 1717 hasta los Juegos de agua de Maurice Ravel de 1902, pasando por El Invierno de Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi de 1723 para llegar incluso al Danubio azul de Johan Strauss. Mirando las obras de compositores nacidos a orilla de mar nos damos cuenta de la influencia determinante del agua en la poética y la música.

En el caso venezolano al agua afiliamos con dolor dos tragedias: En aguas de Las Azores cayeron las voces del Orfeón Universitario, y en el agua del río Orinoco se perdieron demasiadas voces del Folklórico y Experimental Madera.

La música coral también atesora la música del agua. La polifonía humana es lo mas cercano a la complejidad armónica de un río, y los arreglistas corales han tomado mucho de los temas citados para convertirlos en joyas de la vocalidad.

“Zapatitos de lluvia calza la pordiosera, se los dio su madrina que es hilandera. Zapatitos de lluvia calza resplandeciente, con lazos de arcoiris, y de ponientes.” Y el agua de la lluvia acompaña la pobreza feliz que maravilla en la pluma de Jacinto Fombona Pachano, musicalizada por el Maestro Vicente Emilio Sojo, ambos venezolanos. “Cuando la niña pisa/ saltan luceros”.

Schola Cantorum de Venezuela

 

Es bueno contar con un acuífero musical donde el agua es canto… y se comparte.

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