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  • Su voz estrenó piezas de la calidad de “Longina”, “Sobre una tumba una rumba” y “Veinte años”. Fue adelantada a su tiempo. Se cumplen 126 años de su natalicio en Guanajay.
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    Su voz estrenó piezas de la calidad de “Longina”, “Sobre una tumba una rumba” y “Veinte años”. Fue adelantada a su tiempo. Se cumplen 126 años de su natalicio en Guanajay.

María Teresa Vera, mágico nombre del que poco se conoce con su mundo de aptitudes y actitudes sembró historia en la música popular cubana y latinoamericana.

En el resto de América se le designa como Trova Tradicional, pero los cubanos prefieren designarla más allá de Vieja Trova como Trova Madre, raíz y fuente de una expresión musical como pocas en América. Movimiento representado en cuatro monumentos como lo son Sindo Garay, Rosendo Ruiz, Alberto Villalón y Manuel Corona, con el tutelaje estelar de pepe Sánchez. Allí, insertada y acunada por estos cuatro grandes se alza hermosa y plena María Teresa Vera, la gran mujer de la Trova Madre, la exquisita voz y sensible compositora, quien, influenciada por los grandes influyó más tarde en los grandes que le sucedieron.

Referencia incuestionable para todo aquél que busca más allá de la superficie de la música, descubrirla a los ojos y sensibilidad de muchos es un deber y es hasta un derecho. María Teresa Vera, mágico nombre del que poco se conoce con su mundo de aptitudes y actitudes sembró historia en la música popular cubana y latinoamericana.

Sus historias dolorosas y secretas, sus horas sublimes, su esencia los cubanos la atesoran, y casi se podría decir que la ocultan para que ningún advenedizo profane el culto que ellos, los músicos y el pueblo de Cuba le rinden permanentemente.

Es notoria su influencia en músicos como Pablo Milanés, Adalberto Alvárez, Pancho Amat, Frank Fernández o la mismísima Isolina Carrillo. Todos ellos, en su momento llenaron sus palabras de admiración y gratitud para referirse a María Teresa Vera quien está de aniversario de natalicio.

De Guanajay a La Habana

Nació en el pueblo de Guanajay el 6 de febrero de 1895. El pueblo pertenecía a la provincia de Pinar del Río y actualmente pertenece a la provincia de Artemisa.

La mamá de María Teresa, Rita, era negra, de padres esclavizados y ascendencia Yoruba. Esa ascendencia trabajaba en la hacienda de los Vera, en Guanajay y cuando los declararon libertos adoptaron el apellido de esa familia.

Rita Vera, la madre de María Teresa, nacida ya liberta, tuvo un hijo “sin padre” y luego se enamoró de un militar asturiano con el que se iba a casar. Quedó encinta mientras el militar hacía diligencias para quedarse, pero le llamaron desde España y no pudieron casarse. María Teresa, en definitiva se quedó con el apellido de los antiguos amos de su familia.

Siendo casi una recién nacida su madre se empleó como cocinera en una casa de acaudalados hacendados, quienes dispensaron cariño a la pequeña y a su hermano. Y había piano en esa casa y María Teresa se pegó a él, y los patronos tocan el piano para que la niña cantara porque esa niña lo que hacía era cantar y cantar.

Cuando la pequeña tuvo cinco años su madre se mudó a La Habana. Pasaron por varios sitios hasta que se quedaron en San José, entre Gervasio y Escobar en Centro Habana, zona por demás plena de músicos, entre ellos Graciano Gómez y Manuel Corona. Hubo luego otras mudanzas pero fue allí donde se meció la cuna musical de María Teresa Vera.

Fue etapa de penurias pero la jovencita sabía que su destino estaba en el canto y en la guitarra, instrumento que perfeccionó con la tutela del propio Manuel Corona, instrumento con el que se acompañaría por el resto de sus días.

Debut a lo grande

María Teresa debutó en plan grande luego de conocer a Manuel Corona y a otros músicos quienes le dieron no solo ánimos sino lo mejor de sus repertorios.

Su primera presentación fue el 18 de mayo de 1911 en el Politeama Grande de La Habana con un tema de Manuel Corona, una criolla titulada “Mercedes”. Así ganó sus primeros 20 pesos y selló su rica unión musical con Corona de quien sigue siendo, a pesar del tiempo su más genial intérprete. “Longina”, “Mercedes” y “Santa Cecilia” son algunos de los temas de Manuel Corona que María Teresa Vera estrenó e inmortalizó.

A partir de ese 18 de mayo de 1911 la carrera de María Teresa Vera ya no se detendría. Siguió cantando en los cines de La Habana y a los 21 años ya estaba en los Estados Unidos reclamada por el sello disquero Víctor.

Para ese entonces, siendo una particular ejecutante de la guitarra ya hacía dúo con Rafael Zequeira. Con él viajó varias veces a EE.UU. a grabar, y hay que tener en cuenta que a diferencia de hoy grabar un disco no era nada fácil. Había que ganarse el derecho, con calidad.

María Teresa trabajó junto a Zequeira desde 1916 hasta 1924 cuando éste falleció.

Durante la presidencia de Zayas Alfonzo en 1921 se atrevió a cantar en su presencia el tema patriótico de Manuel Corona “Pobre Cuba”: Se ha perdido el sentimiento de patriota/ si los mártires vivieran vivieran avergonzados al ver la tiranía y la explotación que imperan hoy en esta pobre nación”. No le tembló la voz y el propio presidente Zayas se vio obligado a aplaudir en esa circunstancia a quien mostraba su oposición feroz por medio de la música.

Luego de la muerte de Zequeira los músicos de La Habana se peleaban por hacer la segunda voz a María Teresa. En 1925 se unió profesionalmente a Miguelito García, tabaquero y guitarrista. Él estuvo presente cuando María Teresa Vera, siempre futurista fundó ese año el Sexteto Occidente avizorando el auge que el son iba a tener en breve lapso. La canción estaba dando paso a géneros bailables y ella llamó a lo mejor de los músicos de entonces para hacer su grupo. Baste decir que en su sexteto estaba nada menos que Ignacio Piñeiro. “Sobre una tumba una rumba” y “En la alta sociedad” fueron temas que Piñeiro le dio a María Teresa para que los entonara. Y era 1925.

Piñeiro fue el contrabajista de ese sexteto Occidente. Incluso él, de quien se dice que vivió enamorada de ella, le enseñó a tocar el contrabajo.

En la alta sociedad
 

 

La navidad de 1925 sorprendió a esta extraordinaria mujer al frente de su grupo En Nueva York. Era una época igualmente extraordinaria para la música: Piñeiro, Corona, Garay, Amadeo Roldán, García Caturla, Antonio María Romeau, Rodrigo Prast, Miguel Matamoros, Gonzalo Roig, Rita Montaner y Ernesto Lecuona entre otros dejaron sus mejores páginas para la posteridad, por esos años.

María Teresa Vera y su grupo, con Miguel García trabajaron mucho hasta 1933. Fue el año en que la trovadora ingresó a la Regla de Ocha, a la religión de los Yoruba. Al hacer su Santo salió hija de Ochún, reina de la riqueza y la feminidad. Ochún le prohibió volver a cantar. María Teresa vendió entonces su Sexteto Occidente a Ignacio Piñeiro y se encerró en un retiro voluntario. A partir de entonces el Sexteto Occidente pasó a ser el famoso Sexteto Nacional de Piñeiro y posteriormente, al agregarle la trompeta, Septeto Nacional.

Cantares del Abakuá



Mientras tanto María Teresa sufría por estar alejada del canto. Así que en 1937 pidió permiso a Ochún y se unió a Lorenzo Hierrezuelo en un dúo que duraría nada menos que 27 años. De esa época data su glorioso tema “Veinte años”, creado junto a su amiga Guillermina Aranguren.

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Veinte años


Fiel a la Trova Madre

Al parecer hay un solo registro discográfico en el que se aprecia a María Teresa Vera secundada por una orquesta. Y no es que María Teresa no pudiera cantar con esa dotación, pero la hija de Guanajay permaneció fiel a su estilo y a la canción de la Trova Madre. Los sones que grabó con su sexteto tuvieron la esencia de lo típico. No usó trompetas en su grupo… y fuera de él, salvo en excepcionales oportunidades.  Situaciones hubo propicias para que ella cambiara de estilo, pero no. Ella misma solía decir que quien se hubiera atrevido a cantar “Rosa número 1” y “Rosa número 2” de Pepe Sánchez estaba graduado de trovador… y ella se atrevió.

Nunca abordó el feeling aunque atravesó esa etapa. Llegaron a invitarla  a participar en esa suerte de shows del recuerdo y cuando aceptó lo hizo como lo que era: una trovadora.

María Teresa Vera tuvo muchas audiciones radiales. Los grandes de Cuba recordaban con veneración esa voz grave y femenina saliendo de los receptores para cautivar a todos con su autenticidad, rico repertorio y carisma.

He perdido contigo



Llegaron otros tiempos. La dictadura de Fulgencio Batista la trató mal porque a sus años seguía siendo una ferviente patriota, y para colmo consideraban que ya estaba 'vieja'. María Teresa fue una de las primeras artistas a las que la Revolución Cubana rindió tributo de admiración y reconocimiento. Gremialista y solidaria estuvo en la Confederación de Trabajadores de Cuba, en la Federación de Mujeres Cubanas y en la Sociedad Nacional de Autores de Cuba.

En 1961 quiso cantar y se presentó en la ciudad de Cienfuegos causando un revuelo que todavía se recuerda y la paralización de la ciudad por ese concierto.

Si las cosas que uno quiere

Para 1964 María Teresa estaba enferma. Habiendo salido de una recaída mandó a llamar a Lorenzo Hierrezuelo, su compañero de dúo por 27 años y le pidió que cuando ella muriera le cantara al pie de su tumba su “Veinte años”. Falleció como consecuencia de una trombosis cerebral el 17 de diciembre de 1965 a las 7  de la mañana en el Hospital Militar de Marianao, en La Habana.

Los músicos se dieron cita en el hospital, en la funeraria, en el cementerio. En medio del dolor colectivo se preguntaban por los instrumentos para cantar por última vez a esa mujer que tanto los acompañó. Lorenzo Hierrezuelo, víctima de los nervios y el dolor no pudo cumplir su promesa, asumiendo el deseo final de María Teresa nada menos que Barbarito Diez. Hierrezuelo balbuceó apenas el comienzo y luego se echó a llorar.

Nada hay tan hermoso como una vida útil, pura, digna. María Teresa nunca se casó porque estaba criando a sus sobrinos huérfanos. Prestó su voz a lo mejor de sus compañeros de la Trova Madre y prestó su esencia a lo mejor de las causas sociales de su patria.

Dejó un inmenso repertorio de canciones, habaneras y sones muchos de los cuales ella misma se encargó de estrenar.

Su imagen respondona con su pierna alzada sobre una silla para rasguear la guitarra, en la década de los veinte del pasado siglo dice de lo adelantada a su tiempo que fue esta mujer, alma y vida de la Trova Madre de Cuba

Resumen de vida y obra
 

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