En Catar, país que se vende como apasionado al deporte, los gobernantes pagan a los migrantes para que se hagan pasar por aficionados añ fútbol, voleibol o balonmano y llenar los estadios, según reveló una investigación de la agencia de noticias Associated Press (AP).
En el segundo país más rico del mundo per cápita, cuando sus habitantes no tienen tiempo o ganas de llenar estadios, se le paga a los trabajadores migrantes para que lo hagan.
No lo hacen por pasión al deporte, sino por un dinero extra. Treinta riales cataríes (unos 8 dólares), es lo que cobran los trabajadores migrantes de Catar para llenar estadios de partidos de voleibol, balonmano y fútbol. Como si fueran verdaderos fanáticos, aplauden cuando se les pide, hacen la ola, y se visten con túnicas blancas y pañuelos en la cabeza para parecer cataríes.
Otro incentivo adicional para los trabajadores extranjeros es que en los estadios hay conexión WiFi gratis, de manera que pueden llamar y enviar correos electrónicos a sus familiares.
La agencia de noticias AP logró subir a uno de tres autobuses que transportaron a unos 150 trabajadores para que llenasen las tribunas de un torneo internacional de voleibol de playa en noviembre. Los migrantes se peleaban para subirse a los autobuses, según la AP.
La federación internacional de voleibol elogió en su portal web el entusiasmo de la gente durante el torneo de voleibol. Sin embargo, gran parte del público consistía en trabajadores de Ghana, Kenia y Nepal que conducen taxis y autobuses en Catar.
Al enterarse de la noticia, el director de prensa de la federación internacional, Richard Baker, dijo que la federación pediría explicaciones a los organizadores del torneo. "Esto es algo nuevo para nosotros", afirmó.
Por otro lado, un estudio, publicado en enero por el Ministerio de Estadísticas y Planificación del Desarrollo, en el que fueron consultados mil 079 residentes de Catar, reveló que mucha gente no va a los estadios debido a los aficionados pagados.