Un total de 1.560 millones de mascarillas sanitarias acabaron en los mares, dentro de 8.4 millones de toneladas de desperdicios generados con la Covid-19.
Científicos de la Universidad Nanjing de China y del Instituto Scripps de Oceanografía de Estados Unidos dieron a conocer este jueves que la pandemia de Covid-19 generó 8.4 millones de toneladas extras de desperdicios, una parte significativa de los cuales terminó en el mar y pone en peligro el hábitat del océano.
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Un estudio realizado de conjunto muestra que, del total, más de 25.000 toneladas de esos residuos fueron arrojados al mar, entre ellos desechos médicos generados por los hospitales, como mascarillas, guantes y protectores faciales.
Según la investigación, también es parte de esos desperdicios el material de embalaje de las compras realizadas en línea.
A new study from the journal Proceedings of the National Academy of Sciences released on Monday found that more than 25,000 tons of pandemic-related plastic waste is polluting the global ocean, threatening marine life and ecosystems. https://t.co/VYTj4fcITM pic.twitter.com/I6rwqnZdDH
— Newsmax (@newsmax) November 10, 2021
Basados en variables como estadísticas de población, la producción de máscaras, los casos de coronavirus, los testeos, las hospitalizaciones y los reportes financieros de compañías líderes de comercio electrónico, los investigadores demostraron que en agosto de este año, 193 países habían generado unos 8.4 millones de toneladas y de ellas el 87.4 por ciento fue generado por los hospitales.
El continente que más desperdicios produjo fue Asia, con cerca del 46 por ciento, seguido de Europa con 24 por ciento y el continente americano, con el 22.
Esta situación "plantea un problema duradero para el medioambiente oceánico", según los investigadores, quienes exhortaron a realizar un "mejor manejo de los residuos médicos en los epicentros de la pandemia, especialmente en los países desarrollados".
Se pronostica que para fines del 2021 serán 11 millones de toneladas, de las que 34.000 llegarán al océano y en tres años la mayoría acabará en las playas y zonas costeras.
Especial preocupación le atribuyen los especialistas al océano Ártico, el más impactado por el cambio climático, lo que lo hace más vulnerable a la exposición con los plásticos.