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En el primer partido de semifinales, EE.UU. consiguió su pase a la final y deberá esperar hasta este miércoles para conocer a su rival.

En el primer partido de semifinales, EE.UU. consiguió su pase a la final y deberá esperar hasta este miércoles para conocer a su rival. | Foto: EFE

Publicado 2 julio 2019



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El Mundial más mirado de la historia del fútbol femenino ha roto un mito para siempre: nadie podrá atreverse de ahora en más a decir que el fútbol femenino no le importa a nadie.

Lyon es una ciudad sobrepasada de gente. Al medio millón de habitantes se le han sumado miles y miles y miles de fanáticos y fanáticas del fútbol que poblaron los hoteles, los restaurantes y las calles para zambullirse en esta ola de calor europeo que genera que las niñas y los niños se bañen en las fuentes de los parques y plazas.

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El Mundial más mirado de la historia del fútbol femenino ha roto un mito para siempre: nadie podrá atreverse de ahora en más a decir, en cualquier rincón del planeta, que el fútbol femenino no le importa a nadie. Ni las temperaturas sofocantes impiden que las y los hinchas intenten mirar a estas jugadoras.

Las entradas para las semifinales y la final ya están agotadas. Para los cuartos tampoco quedaban tickets disponibles. El estadio de Lyon, escenario de los partidos definitorios, con capacidad para 59.100 espectadores, se sabe, estará colmado.

¿Constituyen acaso una casualidad los records de público de esta Copa del Mundo en los estadios y frente a la televisión? El impulso de las propias jugadoras por cambiar el mundo del fútbol tiene una potencia que quedó en evidencia en este campeonato. Con luchas disímiles -mientras que algunos equipos pelean por condiciones elementales de entrenamiento o un salario básico, otros luchan por lograr la igualdad salarial respecto de lo que cobran los varones-, las futbolistas protagonizan su propia revolución.

Y la FIFA también ha demostrado su pretensión: generar un despegue de la disciplina que permita posicionar al fútbol femenino como una marca más en el mercado.

El plan de la entidad incluía entre sus ejes el aumento de espectadores. Para Francia 2019 el número pautado era de mil millones. Esa cantidad aún no se confirmó, pero probablemente se transformará en un objetivo cumplido.

De acuerdo con la cadena TF1, principal retransmisor del torneo aquí en Francia, el partido inaugural entre la selección local y Corea del Sur registró cerca de 11 millones de televidentes junto con el canal pago Canal +.

El número -que se repitió a lo largo de todos los encuentros de Les Bleues- es similar a lo registrado el año pasado en el Mundial de varones en Rusia, cuando Francia jugó contra Australia y tuvo 12,5 millones de seguidores en televisión.

En Alemania 7.90 millones de espectadores sintonizaron la cobertura en vivo de los cuartos de final entre esa selección y Suecia. Fue la transmisión más vista del día en el país.

Hay más. El encuentro de cuartos entre Italia y Holanda fue observado por el 80.3 por ciento de las personas que miraban la televisión en ese momento en Holanda, según las estadísticas que publica la FIFA. En Inglaterra, por ejemplo, una audiencia promedio de 3.804 millones de personas vieron el choque contra Noruega.

Esta tendencia se repitió en América Latina: en Brasil, el promedio de audiencia de los partidos de la primera fase fue de 22.492.000 telespectadores. En Chile, 1.274.000 personas miraron el encuentro contra Estados Unidos, un récord de audiencia para en el país, mientras que en Argentina cada uno de los choques de la etapa de grupos contó con un millón y medio de espectadores por la televisión pública.

La arquera argentina Vanina Correa, que jugó aquí su tercera Copa del Mundo después de haber estado en 2003 y 2007, se refirió a la gran transformación que vive el fútbol femenino: “Toda esta difusión es muy importante para las chicas que vienen atrás de nosotras. Para que para ellas no sea tan difícil jugar al fútbol. Está claro que ahora mucha gente nos ve y eso sirve un montón”.

Por su parte, la portera chilena Christiane Endler opinó en el mismo sentido: "Durante mucho tiempo el fútbol fue visto como un deporte sólo para hombres, pero estamos cambiando eso. Ahora sentimos el apoyo de la gente que disfruta viéndonos. Significa que lo que estamos haciendo está teniendo los resultamos que queríamos, abriendo las puertas para nuevas generaciones de mujeres que podrían tener más espacio en el fútbol".

El Mundial récord está cambiando la historia. Y los ojos puestos en las jugadoras dan cuenta de un muro más que ya no existe. Abajo los prejuicios, arriba las mujeres futbolistas.


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