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Para Nicanor Parra, la poesía debia versar con el tono coloquial y popular que hallaba, por ejemplo, en Federico García Lorca.

Para Nicanor Parra, la poesía debia versar con el tono coloquial y popular que hallaba, por ejemplo, en Federico García Lorca. | Foto: @bpmmadrid

Publicado 5 septiembre 2023



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Su extensa trayectoria llevó a Nicanor Parra a ser uno de los protagonistas del panorama cultural a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Este 5 de septiembre el célebre poeta chileno Nicanor Parra llegaría a los 109 años de vida. El autor, que falleció en 2018 a los 103 años, es reconocido como uno de los grandes poetas latinoamericanos, escribió hasta el último de sus días e impartió clases hasta pasados los 100 años.

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De formación físico y nacido en una familia de músicos populares (es hermano mayor de la legendaria folclorista Violeta Parra), el autor abrazó a la lírica para crear la antipoesía, un estilo de verso rupturista, más directo, coloquial, que también usaron otros escritores chilenos como Pablo Neruda o Vicente Huidobro.

¿Por qué antipoeta?

Nicanor Parra sostuvo durante mucho tiempo que la poesía había sido el paraíso del tonto solemne, cuando lo importante era versar con el tono coloquial y popular que hallaba, por ejemplo, en Federico García Lorca.

Para él era de suma importancia bajar la poesía del pedestal, quitarle el aura refinado y culto, y "acercarla a la palabra hablada, a la crónica periodística, al aviso publicitario, al sermón religioso, al pregón de vendedor ambulante, a los graffitti del metro, de los baños públicos, de los muros urbanos", como decía un estudioso.

Pese a este ejercicio de ruptura y de buen humor, Parra no se vio a sí mismo como un creador solo en el desierto, pues entendió su poesía como una síntesis con creaciones de otros movimientos. Procuraba integrar y relajar más que eliminar y tensar, por lo cual consideraba su método como "taoísta".

 

Nicanor Parra y su buen humor
El humor era también un modo de desacralizar la poesía y acercarla al habla popular. Fuente: Fundación Nicanor Parra

Fecunda creación

Se considera que a partir de Poemas y Antipoemas (1954), comenzó a dar forma a su estilo propio para hilvanar versos. La recepción en Chile y Latinoamérica fue positiva, y se incrementó su producción creativa dando lugar a una cadena de libros que lo definieron y ubicaron como referencia en el panorama literario.

Entre 1958 y 1979 se cuentan 11 títulos, entre ellos Antipoemas (1960), Canciones rusas (1967), Los profesores (1971), Artefactos (1972) y Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui (1976), aunque estos son solamente algunos de los poemarios que cimentaron su quehacer literario.

Sus libros se pueden hallar con facilidad en ese bazar interminable que se llama Internet, medio que al parecer le garantizará innumerables lectores durante muchos años más.

 

Nicanor Parra escena en la casa familiar
Más dueño del método creativo que lo inmortalizó, su imaginación levantó vuelo y uno tras otro nacieron muchos poemarios. Fuente: Palabras Claves

Laureles y coronas esquivas

Fue un poeta querido, artísticamente apreciado y cosechó no pocos premios, cuestiones que no siempre marchan juntas. Entre sus numerosos lauros, sobresalen el Premio Nacional de Literatura de Chile (1969).

Además, fue el primer creador en recibir el prestigioso Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1991), y veinte años después la Asociación de Academias de la Lengua Española le otorgó el Premio Miguel de Cervantes.

Aunque no parecía importarle el Premio Nobel de Literatura, tenía obra para merecerlo. Fue postulado tres veces, pero no tuvo éxito. En una entrevista con el diario El Mercurio afirmó que le interesaba más ganarse la lotería y que, como Jorge Luis Borges, se sentía “uno de los condenados de antemano”.

 

Nicanor Parra entre libros y máquina de escribir
Fue postulado tres veces al Premio Nobel, pero no tuvo éxito en obtenerlo. Fuente: Fundación La Fuente

 

Frases y versos de Don Nicanor

Durante medio siglo / la poesía fue / el paraíso del tonto solemne. / Hasta que vine yo / y me instalé con mi montaña rusa. / Suban, si les parece. / Claro que yo no respondo si bajan / echando sangre por boca y narices.

Ni muy lisio ni tonto de remate/ Fui lo que fui: una mezcla / De vinagre y de aceite de comer/ ¡Un embutido de ángel y bestia!

El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus escritos: /Aunque le pese/ El lector tendrá que darse siempre por satisfecho...

Se produjo el choque entre pedantería y vulgaridad (...), y la síntesis dialéctica entre ambos es la antipoesía.


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